El sol de la mañana se va alzando por mi ventana, algo que me deja un poco atónita, porque lo que me acaba de despertar no ha sido la alarma del móvil, sino precisamente la luz del sol que empieza a salir ahora.
Me siento rápidamente en la cama para menearle el brazo a Jules.
—¡Jules! ¡Jules, despierta! —intento despertarla mientras agarro el móvil de mi mesita de noche para ver con exactitud la hora —¡Seguro que llegamos tarde!
Escucho cómo Jules gime en molestia, y cuando agarro el móvil para ver la hora, me doy cuenta de que apenas son las siete y cuarto. La alarma sonó hace veinte minutos supuestamente. Pero bueno, de todos modos, siento que ya no hay tiempo que perder ahora.
—Ay, Liv, déjame dormir —protesta Jules retirándome la mano del hombro.
—¿Que te deje...? Jules, que en menos de una hora tenemos que estar en la facultad. Deja de decir tonterías.
—Pero, ¿qué hora es?
—Las siete y cuarto. Apúrate.
Y en eso, como si la mismísima araña que picó a Peter Parker también le hubiera picado a ella, salta como un muelle de la cama y se dirige a la esquina de la habitación, donde tiene su mochila, justo delante de mi armario.
—¿Por qué la maldita alarma esa no ha sonado? —refunfuña mientras saca su ropa para el día de hoy.
—¿Tal vez porque nos quedamos hasta las tantas de la madrugada viendo películas? —ironizo mientras yo también me dirijo a buscar mi ropa en mi armario.
—Espero que no lleguemos tarde, que si no, me muero.
—Tampoco creo que sea para tanto llegar un par de minutillos tarde.
—Ya, claro, ¿pretendes empezar con tu meta de hacer que los profes se sientan más orgullosos de nosotras este año llegando tarde nada más el primer día?
Cuando dice eso, a pesar de que pongo los ojos en blanco como reacción, no puedo evitar pensar que tiene toda la razón, que es contradictorio querer que los profes nos tengan más orgullo si encima el primer día ya estamos dando problemas.
Jules entra al baño con todo lo que necesita para cambiarse ahí dentro, y yo lo hago en mi cuarto lo más rápido que puedo.
Los nervios aún siguen intactos en mi cuerpo, pero como ahora estoy al borde de la ansiedad por salir de casa lo antes posible y no dar la lata nada más comenzar este año, no me centro mucho en ellos... por ahora.
Cuando ya estoy cambiada, le toco la puerta del baño a Jules.
—¡Oye! ¿¡Desayunamos algo antes de irnos!? —pregunto con desespero.
—Es lo que deberíamos hacer al igual que el resto de la humanidad, pero como estoy tan nerviosa que siento que una simple galleta la puedo potar nada más pisar la facultad, entonces... no, no creo que debamos desayunar precisamente hoy, porque sé además que tú estás igual que yo, y hasta peor.
Razón no le falta. Es mejor ser precavida y no acabar vomitando en pleno primer día de clase con toda la peña mirando.
—No te voy a decir que estás equivocada, porque no lo estás —le confieso por falta de tiempo, si no, se lo discutiría un poco para tener algo de razón yo —. Mejor comamos al salir de clase. Nos vamos al centro comercial.
—Hecho. En un par de minutos salgo. Las mochilas ya están hechas, ¿no? ¿O fue un sueño mío cuando ayer las hicimos por si las dudas?
—No, no. Sí las hicimos ayer por la noche mientras veíamos la segunda película. Se me ocurrió a mí hacerlas. Y menos mal, porque hoy hemos sido un desastre. Y si no hubiese sido porque te he despertado ahora, seguirías dormidísima.
![](https://img.wattpad.com/cover/343280059-288-k184953.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Hasta Que Cierre El Telón [EN PROCESO]
Teen FictionOlivia Dresher, una estudiante de la carrera de Artes Escénicas Teatrales, reside en Los Ángeles, donde quiere ejercer su profesión de actriz, su meta principal en la vida. Y si ya de por sí ella se pensaba que su vida daría un cambio de tresciento...