Capítulo 1

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UNOS MESES ANTES.

El aire era gris. Era frio. Era inmenso. Era feo. Me asustaba.

Tenía miedo. Mucho miedo.

Mamá se había ido hacía unos minutos, me había dejado en ese lugar. No lo conocía y no quería estar ahí.

Le había pedido una y mil veces que me deje faltar, que estaba bastante incomoda, que quería estar en casa sola.

Se arrodilló a mi lado, tomó mis manos, me miró a los ojos y dijo.

-Canela, en la vida siempre vamos a tener que hacer cosas que no nos gusta, que nos incomoda, o que nos duelen, porque si no atravesamos esos momentos, no vamos a ser nada, ni nadie.

-Prefiero no ser nada ni nadie si tengo que incomodarme.

-Vas a conocerte más. Vas a saber que es lo que te gusta y lo que no. Los tratos que mereces. Y como es la gente. Es una etapa nueva. Los miedos son bienvenidos, pero solo hasta ahí. Que no te ganen, porque sos más que ellos. Que los miedos.

-Todavía no enfrenté mis miedos para saber si soy mas que ellos, o no.

-Nadie es menos que el miedo- Dijo mamá.

Entré y el ambiente me consumió. Desde ese momento supe que ese no era el lugar que yo elegía y quería para el resto de mi vida. O bueno, hasta finalizar la secundaria.

Estaba en la etapa de ver si era o no. Convencí a mamá de que si el colegio no me gustaba, buscábamos otro y empezábamos otra vez, porque no había nada que perder.

El suelo estaba helado y congelaba mis diminutas piernas. El uniforme me quedaba extremadamente grande. La vendedora miró mal cuando le pedí el talle más chico. Susurró un "los chicos de hoy no comen nada y lo atesoran como si fuese la mejor moda". No respondí. Suspiré cuando la ropa me probé y no me quedaba como a ellas, las chicas de la escuela.

Me senté sola.

No me importó. Estaba en silencio, y escuchaba mi propio corazón y respiración. Desde ahí veía a un grupo de chicas. Dos rubias. Dos pelinegras. Se reían lo bastante fuerte y demostraban que no les importaba la gente. Hacían chistes y se empujaban una a la otra. Se sorprendían cuando alguna contaba algo y tapaban sus bocas como un gesto impulsivo e imprevisto.

Nunca fui de tener tantas amigas.

Mi grupo de primaria se conformaba por dos chicas. El último día antes de separarnos, juramos vernos siempre y guardarnos en la mente.

No es extraño que al cambiarme de escuela, todo sea tormenta y yo no tenga a nadie cerca. No suelo hablar mucho. Callo siempre y hablo adrede.

El patio del receso era lo bastante grande como para perderse dentro y no volver al aula a tiempo.

Mi cabeza estaba baja, por lo que pude ver como dos zapatos de buena marca se posicionaban de frente y tapaban toda la luz del sol que podría darme directamente.

Subí mi mirada lentamente. Ella carraspeó y todo comenzó.

Por primera vez, nuestras ojos cruzaron miradas y la Canela del futuro quiere decirle que no hay vuelta atrás. Ella me eligió para mi vida cambiar, y hacerse dueña a mi pesar.

Yo quería ser ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora