7º ¿Celoso Yo?

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7º ¿Celoso Yo?

Los días pasaban lentamente y para desgracia de los hermanos Riddle, no tenían ni puta idea de cómo volver a su época normal.

Ahora estaba el asunto de que Harry seguía siendo un escándalo en Hogwarts y no precisamente porque aun lo quisiera, si no que parecía haber despertado a las bestias hormonales que habitaban en el colegio de magia y hechicería.

Tom por su lado estaba empezando a cansarse de toda esa situación rara que estaba comenzaba a molestarle. Ese maldito cosquilleo que le retorcía las entrañas cada vez que un estúpido con ínfulas de galán se acercaba a su hermano con intenciones nada santas.

Pero no estoy celoso.

Caminaba por los pasillos y saltaba un idiota pidiéndole autorización para cortejar a Harry. Él solo seguía de largo. No quería asesinar a nadie por el momento. Pero se tenía que contener y contar muchísimo para no hacerlo.

Pero no estoy celoso.

Al llegar al comedor siempre era lo mismo. Harry rodeado de su manga de pubertos amigos que no lo dejaban a sol ni a sombra. Cosa que por el momento toleraba bastante bien. No que le encantara la idea, pero por lo menos, mantenían lejos a los pretendientes indeseados del oji verde.

Otra vez ese apretón en el estómago. Pero ver a Charlus Potter abrazar a Harry de esa manera, no era nada bueno.

"¿Acaso este idiota no recuerda que es su abuelo?"

Claro. Charlus no sabía eso, pero Harry lo tenía más que claro. Y, aun así, no quitaba ese entrometido brazo de su hombro.

¡Pero yo no estoy celoso!

Se apoyó contra la muralla que deba a la salida del comedor e impresionado se dio cuenta de la verdad.

¡Merlín, sí estoy celoso!

¿En qué momento le empezó a atraer Potter? No tenía ni la más mínima idea y lo peor es que ahora que lo miraba bien. El maldito mocoso tenía lo suyo.

Un cuerpo insultantemente delicioso. Ojos cautivadores. Carácter fuerte. Piel tersa y acanelada que lo llamaba para ser tocada. Tocada solo por sus manos. Las manos que ahora le ardían por la necesidad de una caricia.

Salió del lugar. No podía creer que estaba deseando el cuerpo de Potter.

Maldito cuerpo hormonal de 16 años.

Corrió a su dormitorio, con toda la elegancia que pudo, obvio. No por que tuviera una emergencia iba a dejar de lado la gracia y elegancia de una serpiente.

Ya en su cuarto y más específicamente en el baño de este. Pudo dar rienda suelta a lo que su cuerpo le pedía. Sus manos, ya expertas, satisficieron de manera lastimera su erección. La que no quería aplacar con nada.

Se dejó caer por la muralla cuando por fin desfogo su cuerpo y limpio los residuos de este.

Ya tarde y acostado en su cama, empezó a maquinar como se vengaría de su hermano. ¡Oh, porque era su culpa! Potter tenía la culpa de que tuviera que hacer cosas tan desagradables como la que tuvo que hacer esa tarde en el baño. Y dejaba de llamarse Tom Riddle si no hacía que Potter tuviera que pasar por lo mismo.

Empezaba la venganza y el que unos años más se convertiría en Lord Voldemort, estaba seguro de que triunfaría sobre el mocoso que vivió.

Ajeno a los pensamientos psicopatamente conocidos de su hermano. Harry descansaba en su habitación.

Se encontraba exhausto de los acosos constantes que había desatado al cambiar de estilo. Pero es que tenía que vengarse de alguna manera, por el trato tan poco cortes que había tenido su hermano con él.

Cambiar para ser felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora