Mafia

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Con ocho años recién cumplidos, Dazai miro los regalos en la mesa de comedor sin mucho interés, se despertó con ellos ya en la mesa de comedor, pero con nadie alrededor, además de su habilidad felina, el gato observaba los regalos con ojos curiosos, puesto que era la primera vez que le mandaban tantos regalos, por lo general el padre del castaño solo enviaba una caja de cartón con ropa o libros y Hirotsu le daba un simple regalo de algún juguete al azar.

"Te mandaron muchos regalos esta vez"

"Si no me decías, no me daba cuenta", dijo molesto el castaño, apenas se había despertado hace unas cuantas horas y ni siquiera había desayunado todavía "Primero desayuno y luego regalos", el joven camino a la cocina para prepararse un simple cereal con leche y unas cuantas frutas.

"Deberías desayunar con mas variedad, Hirotsu siempre te deja todo tipo frutas en el refrigerador"

"Me da pereza tener que lavarlas y cortarlas", el joven comienza a comer sin mucho apuro "Además, con tal de que me llene el estómago, no veo por que debería esforzarme en algo mas", el chico se encoge de hombros, restándole importancia a su dieta.

"Lo que sea", el gato se enrolla a los pies de su usuario, moviendo su cola esponjosa de vez en cuando, el castaño lo mira un momento antes de continuar comiendo su cereal.

Pasan varios minutos antes de que Dazai termine de comer la mayor parte de su cereal, cuando termina de comer deja el plato en el lavaplatos, volviendo a la mesa de comedor para mirar los regalos, unas cuantas cajas envueltas en papel de regalo, una que otra funda de regalo, piensa un momento antes de decidirse por la caja mas grande.

Dentro de la caja hay un montón de libros de todo tipo, entre ellos libros de venenos, armas y guerra, Dazai no es un experto en la crianza de los hijos, pero está seguro que ningún padre responsable le daría a su hijo de ocho años este tipo de libros, algunos de estos libros el joven ya los había leído en su mundo original.

Las demás cajas son mas normales, juguetes, peluches, ropa, un reloj, un teléfono, nada que llame la atención del menor, incluso encontró una que otra joya que nunca en su vida usara, cuando solo queda una pequeña caja, Dazai la mira y cuando la carga, el joven ya puede intuir que es, su peso es algo que Dazai ya ha tenido en sus manos muchas veces.

Desenvuelve el regalo lentamente, casi en automático, la caja es negra y bastante bonita, adornada de flores pintadas de dorado, para lo que contiene dentro se ve demasiado inocente, abriendo la caja, Dazai se encuentra con lo que esperaba, un arma, una pistola bastante básica de 9mm, semiautomática, sin balas, aunque tiene sentido que no tenga balas, desde la perspectiva de su padre él no sabe usar un arma, además el castaño duda que su pequeño y escuálido cuerpo soporte el retroceso del arma, quizás uno o dos disparos pero no mas.

Aunque Dazai no lo sabe, nunca disparo un arma cuando tenía ocho y no ha visto a ningún niño menor de doce años disparar un arma, Port Mafia nunca dejaba que ningún menor de doce ponga sus manos en un arma de fuego, las armas blancas son otra historia, Yumeno a la edad de siete ya le habían dado un cuchillo, además de hojas de afeitar.

Vuelve a colocar la tapa de la caja, dejando la caja y el contenido en la mesa, se levanta de la silla en la que está sentado y camina hacia el sofá con calma, ignorando el sentimiento incómodo en su pecho, su gato lo observa meneando la cola de izquierda a derecha, su mirada tranquila incómoda aún mas al castaño.

"¿Qué?", cuestiona el humano.

"Han pasado ya varios años desde que sostuviste una pistola, te incomoda volver a sostener una", el animal no está preguntando, está afirmando algo que ambos saben.

Quería morir, el universo dijo no. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora