Convivencia

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Había pasado apenas menos de una semana desde que la versión más joven de Kōyō se instaló en su hogar y ya estaba comenzando a perder toda la paciencia que alguna vez lo caracterizó, ignorando su etapa adolescente, no es que la niña fuera ruidosa, inquieta o habladora, es más la mayor parte del tiempo permanece en silencio y quieta como un adorno mal colocado en un hogar en el que no combina en lo más mínimo.

Tiene ciertos picos de valentía que se traducen a hablar con él en voz baja y con ojos desconfiados, puede entender la desconfianza, si no la tuviera pensaría que es una tonta sin sentido, pero sabe que la niña no es tonta, la mujer en la que se convirtió en su universo es una viva prueba de eso, lo que lo molesta es su persistente necesidad de hablar en tonos en los que apenas se le escucha.

Es decir, entiende que ser sacado de tu hogar es algo horrible, entiende que ser entrenado en la mafia es una mierda y sabe lo que es sentir no tener un rumbo en la vida, él entiende eso y no espera que ella lo superé en un abrir y cerrar de ojos, pero eso no es una escusa suficiente como para hablar en esos tonos tan bajos, nadie a su alrededor tiene superoídos capaces de escuchar todo, maldita sea.

Le haría un favor a todos si tan solo fuera más valiente al decir lo que sea que quiera expresar.

Dicha niña en estos momentos se encontraba sentada en el suelo, sobre la alfombra acariciando a la habilidad gatuna, dicha habilidad movía la cola y ronroneaba con complacencia a la más pequeña del hogar, un resoplido sale de sus labios al observar aquella escena, su habilidad, por alguna razón que no entiende todavía, es bastante cariñoso con ella y ella en cuestión parecía bastante cómoda con el animal.

No puede evitar preguntarse qué pasaría si supiera que ese gato que acaricia es parte de él.

¿Se alejaría y no lo volvería a tocar? ¿O fingiría no haber escuchado nada y seguiría como si todo estuviera bien? ¿Quizás un poco de ambas?

La mera curiosidad le hacen desear abrir la boca y arruinar su momento de paz y calma, como si sintiera sus pensamientos, que técnicamente puede hacerlo, el animal gira su cabeza para mirarlo con ojos severos o bueno, sabe que son severos porque lo siente en su mente, para cualquier otra persona es solo un gato mirando atentamente a su dueño, como suelen hacerlo a veces los gatos, moviendo la cola de maneras más bruscas y agresivas.

No aparta sus ojos de su habilidad, se niega a perder cualquier tipo de batalla extraña que se esté gestando entre los dos; aún peor, sería vergonzoso perder ante su propia habilidad de esa manera. Se supone que es el usuario quien tiene la influencia y control de la habilidad, no al revés.

Aunque claro, hay excepciones, están los que están en perfecta sintonía con sus habilidades, después de una o dos peleas o discusiones por supuesto, un ejemplo de ello es Fyodor o están los que fueron consumidos por su poder, hasta el punto que no quedó nada del portador original y luego hay pequeñas excepciones donde los usuarios se pelean con su propia habilidad cada que surge, lo peor de todo es que su poder les devuelve la pelea y casi nunca llegan aún acuerdo a menos que la vida del usuario corra peligro.

Afortunadamente, para él, su habilidad es una de las rarísimas que es tranquila, y de ese tipo son quizás las más raras, porque en todo el tiempo que lleva vivo, no conoce a ningún otro usuario con una habilidad tranquila y que no haya conspirado contra su usuario al menos una vez.

O quizás su habilidad se dio cuenta de que su usuario solito se ponía en riesgo, buscando la muerte prematura, cosa que nunca consiguió para su mala suerte y decidió que no valía la pena el esfuerzo, se sentiría ofendido si esto último es cierto, pero la verdad es que él tampoco se esforzaría si estuviera en el lugar de su habilidad.

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⏰ Última actualización: Jun 30 ⏰

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Quería morir, el universo dijo no. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora