Ozaki Kōyō

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Armar y desarmar un arma no es complicado cuando ya tienes la experiencia mental, no tanto la parte física, sus pequeñas manos hacen que desarmar el arma sea un tanto complicado, pero su padre insistió en que él supiera al revés y al derecho las partes de un arma y como armarla en tres meses o menos, aunque afortunadamente se esperaron unos cuantos meses después de su cumpleaños, antes comenzar a entrenarlo con esto de las armas.

Ya sabe todo esto, pero sus manos tienen que ser igual de hábiles que su mente, se espera lo mejor de él, cosa que odia mucho, lo único bueno es que los entrenamientos que le da su padre en este universo son infinitamente más suaves de lo que alguna vez fueron los de Mori.

Mira las piezas del arma regalada en su cumpleaños esparcidas por toda la mesa, Hirotsu observándolo de manera atenta, no le incomoda que el hombre mire, en su universo y tiempo en la mafia cuando tenía quince años era algo parecido a su niñera designada, incluso cuando podía darle órdenes.

Hirotsu nunca fue especialmente cariñoso con él, pero tenía sus maneras de demostrar que le importaba, pequeños gesto que, incluso si nunca lo decía a los cuatro vientos, apreciaba hasta cierto punto.

Con un suspiro molesto, deja las partes del arma en paz, mira de manera suplicante al mayor, de una manera que ha visto hacer a otros niños antes, pero que el mismo en su niñez nunca tuvo oportunidad de hacer, en su mente puede escuchar el resoplido burlón de su habilidad, en sus pensamientos le saca la lengua.

"Sé lo que estás pensando jovencito, mi respuesta es no", su tono es ligeramente estricto, su amistad con el hombre mayor ha tomado más el camino de una relación padre e hijo, que la de un cuidador asignado y su cargo asignado.

No sabe como sentirse sobre eso, lo más cercano que tuvo a una figura paterna fue Odasaku e incluso entonces Oda se sentía más como un hermano mayor que como un padre, con un puchero sigue mirando a Hirotsu con la vana esperanza de que por una vez ceda ante sus caprichos.

Para su mala suerte y como esperaba, el hombre no cede y él tiene que ponerse a armar el arma de fuego nuevamente, la risa de su gato resuena en su mente, con una mirada enojada le saca la lengua, con la diferencia que esta vez lo muestra de manera exterior en vez de solo su mente.

"Eres demasiado infantil", reprocha su habilidad.

"Bueno, soy un niño", es su respuesta inmediata, aunque ambos saben que él es de todo menos un niño.

"Pero ambos sabemos que no lo eres"

Con una tos falsa por parte del adulto, Dazai vuelve a la realidad, ignora a su gato, fingiendo que el animal no existe de ninguna manera, incluso cuando se pone a cantar de manera molesta, interrumpiendo su línea de pensamientos y desconcentrándolo a más no poder.

"Deja de cantar, estoy tratando de concentrarme", finalmente decide reclamar.

"No, es mi turno de ser molesto", la habilidad se está divirtiendo con su sufrimiento y eso se nota tanto en su tono como en su lenguaje corporal, el movimiento de la cola es un gran delator, él le dirige una mirada indignada.

"Maldigo el día en el que aprendiste a ser una molestia"

"De quién lo habré aprendido me pregunto", mirándolo a los ojos, el gato parece mirar hasta su alma, aunque tomando en cuenta lo conectados que están, no le sorprendería que ese fuera el caso.

Vale, quizás haya tenido un poco, o mucho, que ver con las enseñanzas de lo que algún día en el pasado fue una especie de lienzo en blanco, no del todo porque ese animal ya venía con algunos conocimientos incluidos.

Después de un momento, termina de armar de nuevo el arma, mira de reojo a Hirotsu y puede notar cierto orgullo en los ojos del hombre, está orgulloso de él, nota, y no sabe qué hacer con eso, ese tipo de orgullo tan fácilmente entregado, está más acostumbrado a tener que luchar de una manera u otra por ello.

Quería morir, el universo dijo no. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora