Después de que la tormenta de celos disminuyera, una nueva sensación de seguridad y comprensión se estableció entre Cellbit y Quackity. Habían hablado largo y tendido, desentrañando sus miedos e inseguridades, volviendo a comprometerse con su matrimonio. Con cada día que pasaba, su vínculo se hacía más fuerte y encontraban consuelo en el amor que compartían.
En esta noche en particular, Quackity, Cellbit y Richarlyson buscaron consuelo en los brazos del otro, acurrucados en la acogedora sala de estar de su castillo. La ausencia de tensión les permitió disfrutar de las simples alegrías de la unión. Una película reproducida en la pantalla antes que ellos, su risa llenando el aire.
A medida que avanzaba la película, y sus cuerpos se entrelazaban, la naturaleza juguetona de Cellbit no podía contenerse. Agarró juguetonamente a Quackity por las caderas, acercándolo, sus ojos traviesos brillando de deleite. Richarlyson, que no fue superado, se unió, envolviendo sus brazos alrededor del pecho de Quackity, acercándolo por detrás.
Quackity quedó atrapado en medio de su batalla amistosa por el afecto, incapaz de reprimir su risa en sus travesuras. Saboreó la calidez y el amor que irradiaban tanto de Cellbit como de Richarlyson, agradecido por la genuina conexión que compartían.
Pero a medida que su guerra de abrazos se intensificaba, las palabras llenaban el aire y se produjo una discusión lúdica. Richarlyson, con una sonrisa traviesa, gritó juguetonamente en su lengua materna: "Minha mamãe vai mimar me, não você!!" (¡Mi mamá me consentirá a mi, no a ti!)
Cellbit respondió de inmediato, su espíritu competitivo se encendió: "¡NÃO!! Ele vai mimar-me!!" (¡NO!! ¡Me va a consentir a mi!)
Sus bromas continuaron, girando hacia una mezcla de competitividad juguetona y burlas cariñosas. Quackity vio cómo se desarrollaba todo, su risa sonando por toda la habitación, mientras se maravillaba con el amor que lo rodeaba.
En ese momento, rodeado por la risa de sus parejas, Quackity se sintió abrumado por la gratitud. Se dio cuenta de que el amor que compartían era único y hermoso, un vínculo que no se podía expresar con meras palabras. Era un amor que trascendía las normas y expectativas sociales, un amor que era exclusivamente suyo.
La competencia lúdica de Cellbit y Richarlyson finalmente se disipó, reemplazada por un sentido de unidad y afecto. Se dieron cuenta de que en esta batalla por los abrazos, no se trataba de ganar o perder; se trataba de los momentos compartidos de amor y felicidad que más significaban.
Mientras la película se reproducía en el fondo, se establecieron en un abrazo pacífico, contentos en los brazos del otro. En este momento de tranquilidad, sabían que su amor seguiría creciendo, alimentado por la confianza, la comprensión y el poder de estar juntos.