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Haerin seguía hospitalizada. Los señores Kang no se volvieron a aparecer en esos días, por lo cual, Hyein y Danielle se hacían cargo de Haerin, la alimentaban, la ayudaban a bañarse, a ir al baño a hacer sus necesidades, a caminar un poco por la habitación, etc.

En estos momentos le estaban dando unas cucharadas de un poco de ensalada y una porción de carne.

—Chicas...

—Te escuchamos —respondió Hyein.

—No tienen que hacer todo esto por mí, no quiero ser una carga para ustedes, he aprendido a cuidarme yo solita estos meses, no se tienen que preocupar por mí.

—Mira, Rin, diré algo y no quiero que lo tomes mal pero... Si supieras cuidarte, no estarías aquí —dijo Danielle.

—Bueno, tienes razón... lo siento —Haerin mencionó cabizbaja.

—Tienes que mejorar por ti, pequeña, cuando salgas de aquí, iremos al parque a caminar y a platicar sobre cosas que me encantaría hablar contigo —dijo Hyein con una suave risa.

—Claro, Hye. Ahora necesito ir al baño, me estoy orinando —soltó una risita delicada para los oídos de las mayores.

—Te ayudamos, con cuidado, Rinnie —respondió Danielle.

—Listo, si necesitas ayuda, nos llamas —dijo Hyein enfrente de la puerta del baño.

—Gracias —respondió Haerin con su típica sonrisita.

Una vez entró al baño, cerró con seguro la puerta, silenciosamente se acercó al retrete, se hincó y metió dos dedos a su boca casi tocando su garganta. Iba a vomitar lo que comió.

No dejaría que Danielle y Hyein la volvieran a ver gorda.

Su corazón comenzó a latir con fuerza, sintió como la comida se le regresaba. Sacó absolutamente todo lo que acababa de comer. Bajó la palanca, se lavó la boca y las manos.

Cuando abrió la puerta del baño y vió a ambas chicas charlando animadamente. Menos mal no se han dado cuenta de lo que ha hecho esos días.

Salió a pasos pequeños del baño, todavía se sentía algo débil.

Se sentó en la cama y miró a las chicas, las dos le sonreían, creyendo fielmente en ella, en que iba a mejorar, en que iba a hacer las cosas bien. Pero Haerin les mentía, justo en el otro cuarto de la habitación, justo enfrente de ellas. Se sentía culpable, no quería ser la misma de antes ¡No quería! No quería volver a ser un desastre, no quería volver a ser la burla de todos, no quería que se volvieran a burlar de sus sentimientos...

Ya era algo tarde, Hyein se fue a casa a ver a sus padres y contarles como seguía Haerin. Danielle algo preocupada, decidió quedarse con la menor, para cualquier cosa.

—Dani unnie ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Claro Rinnie, pregúntame lo que sea —respondió Danielle mientras le tomaba la manito.

Unnie... ¿Ahora soy linda?

—¿Qué es esa pregunta, Rinnie?

—Es que quiero saber si ahora soy linda, usted siempre me dijo que yo sería bonita si me volvía delgada. Y ahora quiero saber si ya lo soy.

—Por dios, Haerin. Tú siempre fuiste bonita, lo fuiste y lo serás, desde tu nacimiento hasta tu último día. Siempre serás hermosa. Nunca dudes de eso, y si lo haces, te ayudaré a ver lo preciosa que eres, pequeña.

—Gracias unnie... Espero y algún día me vea en el espejo y decir: "que linda soy". Espero ese día con ansias, quiero verme bonita por al menos una vez.

—Y lo harás, ya verás que muy pronto —Danielle sonrió con su típica sonrisa.

Danielle dormía en el sillón y Haerin en la camilla, había una noche estrellada, era muy hermosa y pacífica, había un cálido ambiente, era una espléndida noche.

Todo era hermoso.

Al menos por unos minutos.

¿Haerin? ¿Sigues con nosotros? Todavía lo hacía.

Danielle despertó por un extraño ruido. Volteó a ver la cama, creyó ver lo más horrible que verá en toda su miserable vida.

Le estaba dando un infarto.

Rápidamente salió de la habitación gritando y suplicando por ayuda.

—¡Ayuda, por favor! ¡Necesito ayuda!

Rápidamente vió a enfermeros y doctores correr hacia la habitación.

UNNIE ¿AHORA SOY LINDA? | DaerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora