Dos centímetros es la distancia que divide sus labios de los míos.
Y es demasiada.
Nuestros alientos se han vuelto imposible de distinguir y ambas narices se chocan.
Por fin levanto la cabeza cuando un sonido nos sobresalta y Bellamy se sienta.
Me incorporo lo suficiente para ver el rincón donde viene el ruido.
Nada.
—Debió ser Clarke.
La mataré cuando la vea.
Asiente con la cabeza, tragando saliva y rehuyendo mi mirada.
Carraspeo.
—Probaré a disparar otra vez.
—Sí, vale.
—Bien.
Se pone en pie primero y me tiende la mano para hacer lo mismo. La suelto rápidamente al estar sobre mis pies, ¿es normal sentir un hormigueo simplemente por tocar su mano?
Agarro el rifle y me coloco tal cual me explicó antes de... Antes.
Aapunto al centro de la X de la tela roja y disparo.
Sonrío.
—No está nada mal para ser una novata —dice sonriendo.
Esa sonrisa por dios.
—¡Oye! —me quejo con una falsa indignación mientras acorto la distancia entre nosotros—. Te recuerdo que yo —recalco señalándome con el dedo— te salve la vida a ti disparando—le pincho el pecho con el mismo dedo.
Su sonrisa se ensancha, mostrando la hilera de dientes superior, y alza los brazos al aire.
—Cierto, muy cierto, y yo te recuerdo a ti que te la salve antes evitando que cayeras de bruces en esa trampa.
