Capitulo IV

13 3 0
                                    

CAPITULO IV—PASTELITOS

Jade Evans

Aiden charlaba desanimadamente con su madre, se podía escuchar a su madre preguntarle muchas cosas sin cortarse, Aiden tenía los ojos en blanco, seguramente ya le dolía la cabeza, su madre era demasiado sobreprotectora con él y se vieron hace cuatro días—no me imagino un mes—el padre de Aiden es más tranquilo que su esposa, sabe que Aiden está perfectamente, la voz del hermano menor de Aiden se escuchó desde la llamada, mi mejor amigo apretó sus cienes con los dedos de su mano libre cerrando los ojos.

—Mamá...

—Mamá estoy bi...

—Todavía no, íbam...

—Ma...

—Si no me dejas terminar como quier...

—No te interru...

—Si yo también os quiero.

—Mamá escúchame, estoy bien.

—Jade me cuida sí.

—Yo también hasta mañ...

Aiden se quitó el teléfono del oído mientras lo miraba desconcertado, cubrí mi boca con la mano para evitar soltar una carcajada.

—Me ha colgado —me miró con la boca abierta—. Después dice que yo le interrumpo, increíble —guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón—. Y encima me ha bombardeado a preguntas, peor que Hiroshima y Nagasaki.

—Está preocupada.

—Si nos vimos hace cuatro días, ¿A ti no te llaman?

—Mi madre a veces —lo dejé en el aire mirando el camino.

—Si quieres podem...—le interrumpí dándole una palmadita en su pecho.

—Estoy bien, Necesito azúcar —cambié de tema cuando el autobús se detuvo frente el supermercado.

El supermercado estaba bastante lleno siendo un sábado por la mañana, había gente de un lado a otro, Aiden conducía el carrito mientras ojeaba los productos, yo iba a su lado mirando otras cosas mientras las echaba al carrito.

—¿Cómo le puede gustar a la gente las espinacas? —Aiden hizo una mueca sujetando el bote de espinacas en su mano.

—Tampoco están malas, no saben a nada.

—Saben a hierba.

—¿Si no te gustan como sabes el sabor que tienen? —crucé los brazos ladeando la cabeza

—Mi abuela me obligaba a comerlas, eran asquerosas—su rostro se torció en una mueca.

Sonreí negando con la cabeza mientras seguíamos por nuestro camino por el supermercado hasta llegar a la zona de las patatas fritas, Aiden miraba aburrido su alrededor hasta que miró hacia el frente con los ojos abiertos

—Mira, tu fotógrafo favorito —giré mi cabeza hacia la dirección que mi mejor amigo miraba directamente.

Efectivamente Damien estaba allí, frente a una gran estantería de patatas fritas junto a Adam y Kelly, Adam se estaba quedando dormido mientras estaba apoyado a la estantería, Damien estaba dormido con sus brazos cruzados en el carrito que estaba delante de él y Kelly estaba mirando las patatas fritas.

—Vamos a saludar —Aiden se puso recto y me agarró de la manga haciendo que camináramos hacia ellos.

En menos de unos minutos ya estábamos frente a ellos.

Caminando sobre las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora