Prólogo

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Despierto, abro mis ojos y lo primero que observo es el cielo oscuro lleno de un montón de estrellas. Mi vista logra captar el movimiento de las hojas que están en lo alto de los árboles. Parpadeo intentando orientarme. Siento mi cuerpo pesado. Una sensación de aturdimiento que desconozco.

Con las palmas de mis manos, toco el suelo donde estoy acostada. Me impulso para estar sentada, notando el lugar donde estoy. Árboles, infinidad de árboles me rodean. El movimiento de las ramas de estos es hipnótico.

Me coloco de pie con esfuerzo, me tambaleo sobre mis pies mientras logro encontrar el equilibrio. Intento dar un paso hacia delante, pero la punzada de dolor en mi vientre me hace gemir de dolor. Cuando bajo la vista me paralizo.

Sangre, tengo una herida en el lado izquierdo de mi abdomen. Algo está incrustado en mi piel, algo de metal que no logro identificar. El pánico nubla mis sentidos, comienzo a respirar de forma agitada mientras intento pedir ayuda, pero mi garganta no emite sonido alguno.

Un rugido a mi espalda me deja paralizada por completo.

No vuelvo, no soy capaz de girar. Lo único que mis sentidos me gritan es que corra lejos. Así que eso hago, comienzo a correr a pesar del dolor paralizante que cubre la herida en mi cuerpo. Corro a paso lento, sintiendo las pisadas de algo que me persigue.

Un gran trueno suena en el cielo, me hace saltar del susto. Gotas de lluvia comienzan a caer, caen y caen a mi alrededor, empapando mi cuerpo de agua fría. Sigo corriendo, la lluvia no me deja ver bien el camino. En un momento, mis pies resbalan con el barro del suelo.

Caigo boca abajo sobre este, lo que hace que el metal en mi abdomen se hunda más en mi piel, sollozos de dolor me recorren mientras doy la vuelta en el suelo quedando boca arriba. Mi cuerpo está sucio de barro, el frío comienza a calar fuera y dentro de mí, siento como se apodera de mi alma.

Se que, en este punto, moriré. Lo presiento.

Así que dejo mi vista fija en el cielo, que está oscuro y solo se ilumina con los rayos que se forman en él. Hasta que mi vista es atraída por otra cosa. Que me hace quedar completamente paralizada. Un animal está sobre mí, justo encima de mi cabeza, solo cuando abre la boca gruñendo y veo sus afilados dientes, logro distinguir de qué se trata.

Un tigre de bengala.

Gruñe sobre mi rostro, el miedo recorre mi cuerpo. No tengo donde huir, ni fuerzas para hacerlo. Dejo salir un sollozo cuando me rodea, y se coloca sobre mi cuerpo. Baja su cabeza con una expresión feroz, lo que me paraliza son sus ojos.

Azules, dos pozos recubiertos de oscuridad.

Me pierdo en sus ojos, mientras la lluvia nos baña, mientras el frío sigue gobernando mi cuerpo hasta dejarlo por completo entumecido. Mis ojos comienzan a cerrarse, lo mejor es sucumbir a la inconsciencia.

Así me ahorraría el dolor que me va a ocasionar este animal en unos segundos. Cuanto horror, mis ojos están a punto de cerrarse por completo, cuando el tigre deja salir un gruñido feroz.

Es aquí cuando me despierto. Salto de la cama con el corazón latiendo a mil, la piel cubierta de sudor. Junto con una sensación extraña que no logro identificar. Un trueno suena, seguido de un relámpago que ilumina la oscuridad de mi habitación.

Salto de la impresión, tocando mi abdomen que está completamente libre de cualquier herida. Caigo de espaldas hacia la cama, apoyando una mano sobre mi pecho sintiendo los latidos de mi corazón.

Siempre el mismo sueño, siempre despierto en la misma parte.

Siempre miedo. 



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