Capítulo #3

17 1 1
                                    

Me despierto sobresaltada. La confusión nubla mi mente. Poco a poco abro mis ojos, estos pesan demasiado. Cuando están abiertos lo primero que veo es un ventanal enorme que permite ver los árboles afuera, la suavidad sobre la que mi cuerpo yace es acogedora y reconfortante.

Estoy acostada sobre una cama.

Los recuerdos de lo que ha sucedido me golpean de repente, no sé dónde estoy. Me levanto de forma abrupta y la punzada de dolor en mi abdomen me detiene. Retiro la sábana que cubre mi cuerpo y noto la venda que rodea la herida. Estoy desnuda, solo tengo puesto mi tanga de encaje blanco. Observo mi entorno, notando la habitación.

Es amplia, todo es de madera y piedra. La habitación se siente fresca y acogedora. Todo es verde, me encanta la sensación de naturaleza que transmite. Necesito comprender dónde estoy, así que retiro la sábana de mi cuerpo, apoyando los pies sobre el suelo que es de madera.

Estoy desnuda, no puedo salir así. Observo cerca de la cama, que hay una silla amplia con una almohada y sabana, sobre esta hay lo que parece ser una camisa de color negro. Camino hacia ella y la tomo. Es de hombre.

Una punzada de inquietud me recorre.

Me coloco la camisa, el olor que está impregnado en ella es cautivador, pero a la vez reconfortante. Me queda gigante. Camino fuera de la habitación. Parece que estoy en un segundo piso, así que continuo por el pasillo llegando a las escaleras que dan al piso de abajo.

Mientras bajo estas apoyándome en la pared de piedra, me fascino con todo lo que veo. Es muy natural todo. Al llegar al final de las escaleras, escucho las voces. Voces de hombres y una mujer. Eso me relaja en gran parte, aunque no estoy del todo tranquila, no sé dónde estoy, ni qué lugar es este.

Camino por el pasillo siguiendo el sonido de las voces que cada vez se escuchan con mayor claridad. Al llegar al final del pasillo un enorme espacio se abre ante mis ojos, todo es del mismo estilo, una sala cubierta de sofás, una chimenea y la cocina más increíble que he podido contemplar. Entonces los veo.

Una mujer entre los cuarenta, de mi estatura, tiene el cabello negro hasta los hombros, conversa con dos hombres, el más alto la rodea con un brazo, la forma en que la sostiene indica que son algo cercano, mientras el otro hombre es uno centímetros más bajo. Hay alguien más, el hombre que se alza sobre todos ellos está de pie frente a la venta observando hacia afuera.

Lo veo como inclina el rostro ligeramente en mi dirección, como si pudiera sentirme. Pero, aun así, no voltea del todo.

- ¿Dónde estoy? - interrogo con voz baja, las voces se detienen y todos giran a observarme, menos el hombre misterioso. Los tres me observan con interés y curiosidad. El silencio cubre el lugar, mientras los observo y ellos a mí.

-No te asustes, estás en un lugar seguro – transmite la mujer mientras se acerca hacia donde estoy. Su voz es dulce y tranquilizadora, la forma en la que me observa es relajante – Yo soy Ayla, él es mi esposo Elijah – explica señalando al hombre que la rodeaba con su brazo, luego señala al otro hombre – Él es Ezra, mi cuñado y mi hijo Askel – indica al hombre misterioso que aún no se gira en nuestra dirección.

-Soy Ágata... ¿Cómo llegué aquí? Recuerdo que...el accidente- murmuro mientras intento hacer memoria de todo lo que sucedió, es confuso.

-Así es querida, tuviste un accidente – afirma la mujer mientras me observa con cariño y tristeza. Una punzada de dolor me recorre la herida.

-Será mejor que te sientes, aun estas muy débil – sugiere Ezra, es hombre de piel blanca, cabello negro y ojos verdes. Cómo esmeraldas. Me recuerdan al collar de Bianca. Me observa con confusión y curiosidad.

Dentro del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora