Capítulo 7. El ritual

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Un grito de pánico agudo sacó a Mateo de sus pensamientos. Marina se había despertado y estaba sacudiéndose intentando escapar de las correas que la ataban al altar. Esto hizo detener los rezos. El mexicano miró su reloj. Parecía que el momento había llegado. Miró a Guillermo y le dijo algo que Mateo no pudo oír desde su escondite. En ese momento Guillermo y dos monjes más desataron a Marina, que luchaba por soltarse pero los hombres eran mucho más fuertes. El mexicano dio órdenes a dos monjes de ir a buscar algo y los dos hombres salieron en dirección al escondite de Mateo. Por suerte pasaron de largo y Mateo decidió seguirles sin ser visto. Tenía que entrar en acción lo antes posible. Mateo recogió dos grandes piedras del suelo y cuando esos dos hombres ya no estaban a la vista de los demás se acercó por detrás de ellos y los dejó fuera de combate. Se sorprendió de que fuera tan fácil pero enseguida pensó que una piedra siempre tiene las de ganar contra un cráneo al que cogen por sorpresa. Al ver que esos dos hombres no volvían el mexicano mandó a otros dos a por ello porqué el tiempo se les estaba terminando. Mateo repitió la estrategia de las piedras y la sorpresa y dejó el problema en ocho contra uno (dos si conseguía que Marina colaborase). Cuando Mateo volvió a su escondite vió al mexicano enfadado al ver que los monjes no volvían.
¡¡¡Falta 1 minuto para las 12 inútiles!!! Ya sabía yo que no me íbais a servir para nada. No tenéis lo que hay que tener. Al menos participaréis en el sacrificio.

El mexicano entonces sacó una pistola automática de debajo de su túnica y empezó a disparar con mucha habilidad. 4 monjes murieron al instante y los otros 4 mientras corrían alejándose. Estaba claro que el mexicano era un gran tirador. Guillermo sin embargo consiguió huir.
Mateo pensó que no había mucho tiempo y la situación había quedado en un uno contra uno. Pero el mexicano tenía una pistola y gran habilidad. Mateo solo el factor sorpresa.
En ese momento el mexicano agarró con más fuerza a Marina y la arrastró hacia el pozo de lava. Era ahora o nunca. Mateo salió de su escondite y corrió hacia el mexicano. Consiguió golpearle por la espalda tirándolo al suelo. Marina pudo soltarse y la pistola salió por los aires cayendo al pozo. El mexicano pudo levantarse y empezó una pelea a puñetazos con Mateo. El mexicano era mucho más grande y tenía ventaja por lo que terminó tumbando a Mateo que quedó boca arriba al borde del pozo de lava. El mexicano se rió y le dijo a Mateo que se despidiera de la vida. Con un pequeño empujón iba a ser muy fácil tirar al taxista al pozo. Mateo cerró los ojos y en ese momento oyó un golpe seco. Tuvo tiempo de abrirlos para ver como el mexicano caía al pozo y se hundía en la lava. Aún asustado, Mateo giró su cabeza y vió a Guillermo de pie con la mirada fija en la lava. Se produjo un largo silencio hasta que Guillermo tomó la palabra:
Tranquilos, todo ha terminado. Nunca pensé que esto pudiera llegar tan lejos.
Mateo se puso de pie y ayudó a levantar a Marina que aún estaba en el suelo. Los tres juntos subieron hasta el bar que todavía estaba cerrado y salieron a la calle. Mateo sacó su móvil del bolsillo. Miró la pantalla y dijo:
Las 00.23 horas. El móvil funciona y parece que el mundo no se ha acabado. Vayamos hasta ese policía de la esquina y digámosle que eche un vistazo en el sótano del bar Absenta que hay una fiesta de fin de año un poco pasada de rosca.
Los tres chicos sonrieron con alivio y Marina ya más tranquila les dijo:
Bueno, ¿Qué pasa?, ¿Nadie va a invitarme a una copa de cava?

FIN

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La extraña desaparición de la bailarina MarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora