Los aplausos comenzaron a resonar por todo el salón y al momento en que cesaron los músicos volvieron a acompañar el ambiente con la melodía de un tango, de esos que los que no saben bailar utilizan para balancearse de lado a lado. Una escena bastante graciosa para Cristian, que, si bien no es gran maestro en el baile, podría defenderse si deseara sumarse a las parejas en la pista.
Aprovechó a agarrar una copa de vino de una de las mesas de la esquina, entre dos puertas donde pasaban los meseros, para escabullirse entre el gran pasillo conector a una escalera con escalones de cerámico azul y baranda de metal, donde se quedó para observar desde arriba a los presentes moverse al ritmo de los bandoneones y el piano.
Se preguntaba cuánto iba a durar el evento, sus huesos le andaban rogando por una cama mullida y buenas horas de sueño. Si no fuese por ello, él estaría aprovechando la velada. Volvió a tomar otro sorbo a su copa de vidrio, mientras sus ojos se desviaron a la figura del muchacho este con una corona de flores yendo y viniendo de lo que supone que es la cocina con más bandejas de aperitivos para los invitados.
En esa distracción, no vio cuando apareció un chico corriendo a toda velocidad desde la planta superior, tanta que ni este calculó bien que podría chocar al cordobés con la fuerza suficiente para desestabilizarlo y casi hacerle tirar el vino. Agradeció que sujetó el tallo con todas sus fuerzas para evitar que el material se estrellase contra el suelo.
—¡Disculpa! —Oyó disculparse al chico de probablemente su edad, un poco más bajo que él y cuyos ojos de cervatillo muerto le pedían que no se enoje con él desde la planta baja. No pudo ni reaccionar que este se metió a la cocina rápidamente obteniendo los regaños del mismo tipo con la corona de flores.
Ahí descubrió que el descuidado corredor se llamaba "Enzo".
De repente, le tomó por sorpresa como el anfitrión se giró a verle, clavándole sus profundos orbes cafés por unos segundos que se sintieron eternos hasta que el mismo cortó la conexión dando un vistazo a sus espaldas antes de sonreírle ladinamente, como si también quisiera disculparse por lo ocurrido anteriormente. Y él, con la inesperada necesidad de hacerle saber que no se preocupe, le quiso devolver el gesto. Sin embargo, cuando fue consciente de su deseo la figura del entrerriano se perdió entre las personas en el salón principal.
Habrá sido el alcohol en sangre que las diversas plantas en macetas decorando aquel pasillo se volvieron más verdes, más vivaces a sus ojos, que el amarillo en las paredes lucía más llamativo y la melodía interpretada por los músicos en aquel improvisado escenario hecho de tablones se convirtió en una hipnótica fuerza que le llamaba a unirse a las demás personas allí reunidas, bailando sonrientes, divirtiéndose en cada paso y giro cumpliendo a rajatabla aquel discurso del principio.
Sus pies se movieron en automático por los escalones bajando hasta la planta baja. Allí, entre los cuerpos moviéndose de un lado a otro, buscando al anfitrión en ese circo de gente importante, intentando recordar algo más que la sonrisa que le concedió no hace mucho, chocó con varios hombros trajeados y se ganó varias caras llenas de molestia a medida que se las iba llevando por delante en su búsqueda.
Seguramente estaba siendo un obstinado en su capricho de volver a encontrar a este muchacho que había dejado una impresión más fuerte de lo que él era capaz de admitir; sin embargo, su afán era mucho más fuerte que cualquier rastro de raciocinio en su cabeza en aquel momento.
Tomó de un saque lo último que quedaba de vino en su vaso, antes de girarse en su lugar, para encontrarse de repente al anfitrión, cuyo rostro se iluminó al posar sus ojos en él.
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PAUSADA| PERFIDIA [ L. Martinez x C. Romero ]
Historical Fictionperfidia Del lat. perfidia. "Per", que puede traducirse como "transgredir" o "ir más allá". "Fides", que es sinónimo de "fe" o "confianza". 1. f. Deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida. Donde en una Argentina agitada por el inminente...