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Desperté por los rayos del sol dando directamente en mis ojos

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Desperté por los rayos del sol dando directamente en mis ojos. Me los tallé y me senté en mi cama mientras observaba como Chaewon dormía plácidamente en el suelo de mi habitación.

Bostecé levemente y me fui al baño a darme una ducha rápida, pues el salir y estar cerca de gente que baila sudada no es algo que me apasione.

— ¿Seo?—recién había salido de la ducha y me había enrollado una toalla cuando escuché esa voz acompañada de una cabeza asomándose por la puerta.

— ¡Chaewon! Dios mío me vas a matar.—exageré poniendo una mano en mi pecho.

— Ajá, ¿qué haces?—dijo mientras abría más la puerta.

— Ducharme, ¿que no ves?—la empujé levemente hacia fuera y cerré la puerta.— ¡Espera a que salga!—grité desde dentro.
Escuché un sonido de aprobación de su parte y comencé a vestirme.

Al salir, fui a mi habitación para no ver ningún rastro de Chaewon.
Fruncí mi ceño y bajé a la cocina, encontrándome a la antes mencionada bebiendo un vaso de leche.

— ¿Tienes pastillas para la resaca?—dijo con una sonrisa inocente.

— Si nunca he tenido ni tendré resaca, ¿por qué tendría pastillas para eso?

— Nunca digas nunca.—dijo dejando el vaso en el lavavajillas.

— Sí Chae, lo que tú digas.

Río levemente y tomó su teléfono para ver la hora.— Me iré a mi casa, seguramente mi madre me tenga ya una bronca lista.

— Fue un placer conocerte, Kim.—dije en broma mientras la acompañaba a la puerta.

— Ojalá pudiera decir lo mismo, Kang—sonrió levemente.— Hasta mañana.

Me despedí y cerré la puerta.
Suspiré levemente y fui a desayunar.
El sonido de la manilla del reloj moviéndose era otra vez el protagonista en esa casa. El sonido era nulo.

Como sábado que era y no tenía nada que hacer decidí salir a pasear pues, la última vez que lo hice fue la última vez que salí con Sunghoon.

Sunghoon.

Las escenas de anoche reinaron mi cabeza en ese instante. Con tan solo recordar su nombre se me erizaba la piel. Sus palabras, su cuadro; el cual había colgado en la pared de mi habitación.

Me vestí con algo básico y salí de casa sin rumbo alguno, simplemente andaría hasta cansarme.
Conecté mis auriculares en mi teléfono y comencé a reproducir música. Eran las doce del mediodía así que la población en la calle no era demasiada pero tampoco poca.
Se podían ver niños corriendo y jugando por la calle, ancianos andando por la acera, adultos yendo a trabajar.

Acabé en el parque en el que me encontré con Sunghoon y, de nuevo su nombre se me vino a la cabeza.
Negué repetidas veces para quitármelo de la mente y me dirigí a los columpios, sentándome en uno.

Seguí escuchando la música, sintiendo como el aire movía mi cabello levemente cuando me balanceaba hacia delante y hacia atrás.

— ¿Está ocupado?

Me sorprendí ligeramente al escuchar una voz dado que no era cualquier voz, era su voz.
Me giré y ahí le vi, con sus algunos mechones azabaches por su frente y su amplia sonrisa, sin llegar a dejar ver sus colmillos.

— Sunghoon...—murmuré para mí.— Oh, no lo está.

Éste simplemente se dedicó a sonreír y asintió, sentándose en el columpio.

— ¿Qué haces aquí? No te ves como una persona que sale por estas horas.—preguntó de nuevo.

— Y no lo soy, es solo que tenía a Chaewon en mi casa con resaca y, bueno, ya sabes.—reí levemente, éste asintió y se dispuso a mirar al frente.

— Colgué tu cuadro en mi habitación—seguí hablando— queda muy bien, me gusta.

Giré mi vista hacia él y pude verle observarme con una gran sonrisa y un lindo y destacado brillo en sus ojos.

— Pensé que simplemente lo guardarías y acabaría cogiendo polvo.

— Para nada, ¿cómo dejaría cogiendo polvo algo así?

Se hundió de hombros y volvió a sonreír.

— Seola.

Le miré atentamente esperando a que hablara.

— ¿Quieres salir esta noche?—dijo mirándome.

— ¿Esta noche?—asintió, dude por unos segundos pues se suponía que mi familia llegaría entre esta noche y mañana pero, ¿qué podría pasar?— Claro.

Sunghoon sonrió levemente y se levantó del columpio.— Me iré, debo hacer algo.

Yo asentí y me levanté para darle un corto abrazo. Sunghoon me miró cuando me separé y puso una de sus manos en mi mejilla izquierda, su mano era fría y delgada, aunque también suave.
Acercó levemente su cara a la mía y cortó la pequeña distancia que había en un corto y suave beso. Se separó y sonrió para después besar mi mejilla.

— Nos vemos a las diez, Seola.—acarició mi pelo y se fue alejando lentamente.

Por alguna razón este chico me hacía sentir extrañamente bien.

Por alguna razón este chico me hacía sentir extrañamente bien

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Es corto, es una mierda pero tenía que actualizar algo.
Mi cabeza ahora mismo está así: ◻️◻️◻️, exactamente, en blanco. 😍









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⏰ Última actualización: Sep 23, 2023 ⏰

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