Kara sostuvo el sobre cerrado en la mano, pero no apartó la mirada de Lena. Ella esperó mientras la carga de adrenalina que recorría su cuerpo en lo que suponía un golpe definitivo se evaporaba a medida que el tiempo se dilataba entre ellas. Finalmente habló con un tono bastante imperativo. -No puedes marcharte-
-Ábrelo -instó Lena-. Léelo.
-No puedes dimitir -insistió.
-No me quieres aquí. Has dejado muy claro que no me consideras cualificada para el puesto. Bien, estás en lo cierto. Te quedarás más tranquila si contratas a otra persona.
-No crees en lo que dices -replicó con escepticismo y ladeó la cabeza.
- ¿Y qué importa lo que yo crea? -se encogió de hombros-. Te facilito las cosas y presento mi dimisión. Ahora eres libre para buscar una persona en la que confíes plenamente para este trabajo.
Kara entrecerró los ojos en un gesto calculado, peligroso y entonces, sin desviar la mirada, rasgó el sobre en dos mitades.
- ¿Qué estás haciendo? -gritó Lena con incredulidad mientras Kara hacía trizas el papel y tiraba los restos con un gesto de la muñeca en dirección a la papelera.
-Muy sencillo. No acepto tu renuncia. Así que te quedas
-Me marcho. Sacaré otra copia y tantas como sean necesarias -señaló.
-No te molestes -apuntó Kara-. Correrán la misma suerte.
-No puedes obligarme a quedarme -protestó.
-No hace falta. Ya te has encargado tú misma.
— ¿Qué quieres decir?
-Está claro. Tienes un contrato, Lena. Un contrato por dos años del que sólo has cumplido seis meses. Tienes una obligación con la empresa.
-No he firmado ningún contrato contigo -espetó, enojada.
-Tienes un contrato en vigor con Empresas CatCo y, a día de hoy, eso significa que tienes un contrato conmigo -recordó Kara.
-Pero no quieres que me quede aquí. ¿A qué viene todo esto?
-Conoces la empresa, Lena. Incluso cuando encontremos un contable cualificado para que ocupe tu puesto, tu experiencia resultará de mucha ayuda para labores de secretariado y... -sus ojos lanzaron un destello lascivo- otras tareas en las que requiera tus servicios.
Lena sintió que se quedaba sin aire. El pulso latía en sus venas con una violencia desatada mientras el significado oculto de sus palabras cobraba sentido.
-Supongo que es una broma -susurró en un tono tan débil que reflejaba a la perfección el estado de su alma.
-Lena -señaló en el mismo tono que se emplearía para explicarle a un niño alguna noción muy básica-, ya tendrías que saber que siempre hablo en serio.
Lena comprendió la gravedad de sus palabras cuando observó las facciones rígidas y tensas en el rostro de Kara, La arrogante inclinación de la mandíbula y la leve hinchazón de las aletas de la nariz reflejaban con nitidez la seriedad de esa afirmación.
¡Pero no poseía el monopolio en el arte de la severidad! Ella respiró hondo y fortaleció su ánimo, consciente de la batalla que se estaba lidiando en ese momento.
-No asumas que por el hecho de que tenga que quedarme voy a aceptar funciones que no me corresponden —dijo-. No lo haré.
Kara sonrió, se apoyó en el mostrador y retorció la correa del reloj con la mano libre en un gesto de presumible aburrimiento. El hecho de que exhibiera su buen humor sólo sirvió para que Lena se encolerizara. Haría cualquier cosa para borrarle esa estúpida sonrisa de la cara.
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Secretos de Amor y Poder
FanfictionEra la madre de su hijo... pero ahora era también su jefa. Lena Luthor se había quedado destrozada al verse obligada a marcharse de Creta... estando embarazada de su amante kriptoniana. No había podido olvidar las noches que había compartido con Jar...