Capítulo 3

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UN GOLPE seco llamó la atención de Lena, que levantó la vista y encontró la figura de Kara en la puerta de su despacho. Tragó saliva. - ¿Qué es lo que quieres?

Kara dio un paso al frente, tenía las cejas arqueadas. - ¿Es así como saludas a una vieja amiga? Al fin y al cabo, no somos extraños.

-Ha pasado mucho tiempo. Para mí, eres casi una desconocida.

Kara vaciló un instante. Ladeó la cabeza un poco. -No sabes cómo me siento. Lena. Esas palabras, y el tono apagado que empleó al decirlas, intimidaron a Lena. Pero eso no fue nada comparado con lo que sintió cuando se acercó a la mesa. El pánico se apoderó de cada poro de su piel.

Entonces, se volvió repentinamente. Lena durante apenas unos segundos, experimentó un poco de alivio. -Espérame, volveré enseguida -susurró Kara antes de cerrar la puerta.

Lena atisbo una pincelada azabache mientras Mon-El, aparentemente indignado, pasaba por delante a toda prisa. Entonces la puerta volvió a cerrarse, Kara giró sobre sí misma y deshizo el camino hasta que se situó frente a ella, del otro lado de la mesa.

Entonces dirigió su temible mirada, zafiro y amenazadora, sobre ella y Lena sólo pudo pensar en la terrible presión que se le vino encima.

Una presión que nacía de la confrontación directa con esa mujer, su primer amor y su primera amante. Una presión que crecía ante la confirmación de que Kara formaba parte del mundo de Lar Gand y nunca había sido parte de su vida. Una presión que nacía del secreto que se interponía entre ellos como un abismo.

-Lena...

Ella cerró los ojos. Pronunciaba su nombre del mismo modo en que lo había hecho en el pasado, acunando cada sílaba con su intenso acento mediterráneo. Nunca nadie había dicho su nombre como Kara durante aquellas semanas en Creta. Había logrado que se sintiera muy atractiva.

Pero ahora no podía permitir que eso la afectara. Era una mujer madura y esa clase de emociones pertenecían a la adolescencia, las vacaciones y las promesas eternas. Algo que había superado por completo.

-Lena.

Tomó aire, abrió los ojos y adoptó una expresión forzada de profesionalidad.

-Supongo que necesitarás comprobar las cuentas para hacerte una idea del estado de la empresa -dijo-. Nuestra situación impositiva y todo eso.

-Ya habrá tiempo para todo eso -replicó, algo desconcertada.

-Bien -señaló Lena, demasiado alterada-. Ahora mismo estoy bastante liada... ¿Podría llevarte las cuentas más tarde? Supongo que querrás resolver este asunto y regresar a Krypton lo antes posible.

Kara entrecerró los ojos mientras se inclinaba hacia delante apoyada en la esquina de la mesa, demasiado cerca.

-Ya veo que estás en medio de algo muy importante -suspiró con complicidad y asintió con la mirada fija en la pantalla del ordenador.

Ella siguió el gesto de Kara y se ruborizó, segura de que el color de sus mejillas hacía juego con la tubería que dibujaba un sendero cúbico en el monitor.

Alargó la mano en un impulso automático, pero abortó esa acción y alejó la mano del teclado. Sería mucho mejor eso que la imagen del escritorio, donde resplandecía una fotografía de Liam. Levantó la vista hacia ella y respiró hondo, ansiosa por desviar la conversación hacia un territorio más seguro.

-Estaba pensando...

Kara arqueó ambas cejas al unísono, se inclinó un poco más para robarle un bolígrafo que tenía sobre la mesa y su proximidad empapó los sentidos de Lena con la fragancia dulce de la colonia que revestía su inconfundible esencia. Durante unos instantes se quedó sin aire, la mente en blanco, y se limitó a observarla mientras tamborileaba con la estilográfica sobre los dedos de su otra mano.

Secretos de Amor y PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora