EL LUNES por la mañana, Lena se dirigió a la oficina con el firme propósito de aclarar las cosas. El domingo, mientras limpiaba la casa, jugaba con Liam en el parque o lo ayudaba con los deberes, había planeado cuidadosamente qué le diría a Kara y cómo le confesaría que tenía un hijo.
Había pensado en todo. Había memorizado cada frase y tenía prevista cada respuesta por parte de Kara. Había cubierto todas las eventualidades. Estaba lista para cualquier contingencia.
Lena respiró hondo y abrió la puerta. Sabía que no resultaría sencillo, pero nada le impediría contarle la verdad a Kara. A la menor oportunidad, se colaría en su despacho y lo explicaría todo.
Tragó saliva. Sentía la garganta seca ante la idea de quedarse encerrada a solas con Kara en su despacho. Notó cómo se le aceleraba el pulso. Quizás no fuera tan buena idea, después de todo. También podía invitarla a un café en el local de enfrente, en una mesa tranquila. Al menos estarían en público. Y Kara no podría arrinconarla contra la pared.
Más tarde, la decisión sería sólo suya. Si deseaba conocer a su hijo, ella hablaría con Liam y arreglaría un encuentro. Y si se negaba a asumir esa responsabilidad, no insistiría. Pero al menos habría hecho lo más correcto.
Estaba allí, sentada en el espacioso despacho que había pertenecido a Lar, cuando ella llegó. Las persianas venecianas que cubrían las paredes de cristal estaban abiertas y supo, de modo instintivo, que Kara había notado su llegada y estaba mirándola.
—Lena -el rico acento kryptoniano de su voz confirmó esa sospecha mientras envolvía el ambiente del despacho-. Buenos días.
Lena se detuvo frente a la puerta abierta y volvió la mirada. Kara devolvió la mirada desde detrás del inmenso escritorio de madera. Una persona a menudo podría perderse tras esa mesa, pero no era su caso. El escritorio se adecuaba a sus dimensiones y el conjunto ampliaba el alcance de su poder y su influencia. Era una mujer acostumbrada a mandar. Un hombre que había nacido para ostentar el poder.
Lena reprimió la quemazón en su garganta. A pesar de todo lo que había visto en el pasado, nada se comparaba con ese instante. Ella bajó la cabeza en señal de asentimiento, incapaz de sonreír.
-Buenos días -dijo con timidez, consciente de que había poco de bueno, pero tomó aire mientras entraba en el despacho-. Necesito hablarte. ¿Tienes un minuto?
-Adelante -dijo mientras sostenía la pluma sobre unos documentos-. Yo también necesito hablarte. Mañana no estaré aquí.
Lena pensó, emocionada, que se marchaba. Experimentó una oleada de emociones diversas entre la alegría, la desilusión y, sobre todo, un gran alivio. Ya no soportaría la presión de su presencia diaria en el trabajo. Y con ella se marcharían los recuerdos que su llegada habían reavivado. Además, ya no tendría que hablarle de Liam...
— ¿Te marchas? ¿Vuelves a Krypton?
Kara dejó la pluma sobre la mesa y esbozó una leve sonrisa
-Eso te complacería, ¿verdad? ¿Te gustaría que desapareciera y relegarme así al pasado, una vez más?
Ella tragó saliva. Las palabras de Kara se parecían demasiado a la verdad.
-Lamento desilusionarte. Estaré fuera una semana, más o menos. Creo que ya es hora de que conozca todas las propiedades de CatCo antes de que tome ninguna decisión a largo plazo. ¿Cuántos terrenos nos pertenecen, desperdigados a lo largo de National City? ¿Doce o trece?
-Catorce, en total. Eso si cuentas el centro comercial que la compañía ha inaugurado hace poco en Perth -señaló Lena.
- ¡Ah, catorce! —se tomó un segundo-. Quizás me ausente algo más de una semana. Pasaré algunos días en cada ciudad y hablaré con los encargados. Pensé que Mon-El me acompañaría, pero prefiere quedarse. Tiene un proyecto entre manos y necesita tu ayuda, según me ha dicho.
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Secretos de Amor y Poder
FanfictionEra la madre de su hijo... pero ahora era también su jefa. Lena Luthor se había quedado destrozada al verse obligada a marcharse de Creta... estando embarazada de su amante kriptoniana. No había podido olvidar las noches que había compartido con Jar...