📌Capítulo 6📌

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Kristal

Comenzaba su día como siempre, fajada con Roch para despertarla, si es por ella nunca iría al aeropuerto donde trabaja.

Ya estaba camino a la revista, un poco nerviosa. Hoy Saúl había avisado que habría una reunión a primera hora, quería ideas buenas y originales de parte de todos, pero ella no tenía nada...

Se dió la vuelta asustada al sentir una mano en su hombro sacándola de sus pensamientos, era Mateo...de nuevo.

—Hola, Jackson —le saludó alegre

—Hola, Mat, no me vuelvas a llamar Jackson —lo acusó

—¡Pero si es un apodo precioso!

—Preciosa estará tu cara cuando te la restriegue contra el palo de la corriente.

—Vale, vale —sin embargo no pareció importarle demasiado.

—Venga, crucemos.

Ya había entrado y fue a su escritorio a guardar las cosas y organizarlas antes de la reunión. Ya le habían dado papeles para traducir y revisar. Aunque no quisiera admitirlo, le gustaba ese trabajo. Al menos podía ser útil allí.

Saúl

Acababa de llamar para darle inicio a la reunión. Yacía sentado esperando que los demás llegaran. Estaba ansioso por saber sus propuestas y su reacción al decirles lo que pasaría si no llegasen al primer lugar. Sí, se los contaría. Cree que es la mejor  forma, así darían más de sí mismos para mantener la revista en pie y no cayera.

Iban llegando uno por uno, hasta que no entró nadie más. Se levantó y empezó a mirar a los presentes en la sala, faltaba alguien, estaba seguro, pero no recordaba.

Al final optó por preguntar recibiendo asentimientos como respuestas.

Comenzaron a hablar sobre las ideas y el escuchaba atentamente a todos y cada uno. Pero perdió la concentración cuando vió que quien llegó tarde había sido la Kristal esa. Llegaba casi quince minutos tarde.

La dejó pasar, no quería discutir, no en esos momentos.

Las ideas no eran malas, pero sí comunes, ya todos habían propuesto algo y al parecer ya no tenían más ideas.

Decidió darles tiempo para pensar más y con lo que quedaba dar la noticia.

—Antes de que os vayáis, quiero aununciaros que el consejo de dirección ha tomado una decisión, si no llegamos a primer lugar antes del aniversario, la revista LUEM cierra para siempre.

Empezaron a surgir muchos murmullos en la sala, murmullos que le aturdian.

—¡Callaos! Lo que hay que hacer es esforzarse más para que eso no suceda y podamos seguir. ¿Alguna duda?

—¿Y si no lo logramos?

—Lo vamos a lograr. Todos juntos, somos un equipo. Es normal que ahora estéis nerviosos. Yo les voy a exigir a vosotros el doble de esfuerzo, y vosotros mismos os tendréis que apoyar. Tendremos que quedarnos hasta tarde si es necesario. Lo que sí no puede suceder, es darnos el lujo de equivocarnos. Todo debe salir lo más perfecto y pronto posible. No se separen, sólo eso les pido. ¡Arriba equipo que lo vamos a lograr! Ya podéis salir.

Iban saliendo uno por uno.

Sintió algo bribrando en el bolsillo de su pantalón. Le llamaban, era el director.

—¿Sí?

—Buenos días, Saúl

—Buenos días. ¿Que desea?

—Llamo para informarle que habrá una reunión esta tarde aquí y usted está obligado a asistir. El vuelo ya está listo, sale dentro una hora. Vuelves hoy mismo.  Es el aeropuerto central. Te esperamos.

Y colgó.


Kristal

No había dicho una palabra en la reunión, si las miradas mataran, ella ya estaría sepultada. Por suerte Saúl, por algún motivo, no le regañó.

Tenía que pensar en propuestas. Tanta mala suerte tiene que en el primer trabajo donde la aceptan lo cierran. Por lo tanto, tiene que colaborar en el trabajo. Tiene, sí, no perderá su trabajo. De eso está segura.

Sintió unos pasos apurados saliendo de la sala de reuniones, supo que era Saúl, era el único que quedaba.

—Chicos, me han llamado que tengo que ir a una reunión en NY así que por hoy no podré estar presente. Sigan trabajando.

Se puso a hacer los papeles que le habían dado. Estos estaban un poco más difíciles.

Ya estaba cansada de tanto trabajar así que se tomó un descanso, aprovechó para llamar a Roch, pero ella no atendía al teléfono.


Saúl

Cogió un taxi directo hacia el aeropuerto, la cola para el pasaje no fue muy larga. Casi enseguida montó en el avión. Una de las azafatas, de pelo rubio, bajita y delgada le indicó cual era su asiento. Estaba en la parte VIP, hacia allá se dirigió. Otra azafata le atendió y me señaló el asiento.

Ya llevaba al menos entre cuarenta y treinta minutos.

El estómago le rugía, por suerte se percató que una azafata iba por detrás repartiendo merienda. Llegó a el. La miró un momento y se ha quedado boquiabierto.

—¿Kristal?

—R

La Belleza No Es Esencial Donde viven las historias. Descúbrelo ahora