📌Capítulo 8📌

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—Kris, despierta. — dijo una grave voz mientras le sacudía el hombro— Venga, Kristal.

Abrió los ojos lentamente, intentando divisar lo que estaba a su alrededor. Roch andaba hablando con un hombre vestido con una bata blanca, un médico, mientras que su hermano gemelo, Kristian le despertaba.

Sí, gemelos.

El doctor y Roch se despidieron con un asentimiento de cabeza. A su lado, su hermano soltó un suspiro de alivio al ver que despertaba.

Rochelle, al verla, igual se encaminó, aliviada.

—¿Qué pasa?

—Te has desmayado, Kristal.

¿Desmayarse? ¿Qué...? ¡Mierda!

—Saúl —murmuró —¿Ya lo sabe? —preguntó directamente a Roch señalando a su hermano.

—No me quedó otra opción.

—Rochelle, ¿nos podrías dejar solos un momento?— Asintió, dudando, cuando Kristian se le acercó—¿Por qué le has mentido?

—Por favor, Kristian, sabes perfectamente que estoy horrible, fea, demasiado delgada, sin cuerpo alguno y un montón de adjetivos más que me llevaría todo un día mencionando.

—¿En serio? ¿Eso es lo que crees de ti misma?

—No es lo creo, es lo que soy. —suspiró—No sirvo, Kristian. Nadie me necesita. Nadie se fijaría en mí por más lo que intentara. No tengo sentido alguno. Soy fea, nadie quiere a una fea a su lado. Si al menos tuviera cuerpo o dinero, pero ni eso.

—No, Kris. En este mundo de mierda todo es la superficialidad e hipocresía. Nadie se clasifica por ser lindo o feo, ricos o pobres, todos somos iguales. Tenemos nuestras diferencias, virtudes y defectos, y hay que aprender a aceptarlos y vivir con ellos. Al que no le gustes, tal y como seas, no te merece Kristal. Y créeme cuando te digo, que él si te querrá como sea. — le pasó un dedo por debajo del ojo, quitándole una lágrima—No llores más, hermanita.

No se había dado cuenta de estar llorando, hasta ese momento.

—Vaya, tenemos un poeta en la familia.

—¿En serio?¿Quién?

Le dió con un puño en el hombro por gracioso. A lo que él río. Esas simples palabras le animaron bastante. Cosa que no admitiría.

—Gracias.

—Soy tu hermano, Kris. No tienes nada de que agradecerme. Solo te dije la verdad, y la verdad no se agradece.

Saúl

Ya estaba de nuevo en la revista, aún le quedaba algunos asuntos por resolver. Entre ellos evitar que Alexander Viem, comprara la revista. Convocó reunión al instante en que llegó.

Todos estaban ya en la sala. Inquietos por saber el por qué de esa reunión.

—¡Ya callense!

Llevaba minutos intentando hablar, pero no se lo permitían.

—¿Recordáis esa reunión de por la mañana, ayer?

Todos asintieron

—Era porque "Fashion" quiere quedarse con nuestra revista después de cerrar.

Todos volvieron a hablar como locos

—¡Silencio! —Todos callaron—No sucederá. Yo no lo permitiré. Pero para eso necesito vuestra ayuda.
Den más de vosotros mismos. Esfuerzence, por favor. ¿Me ayudaréis?

La Belleza No Es Esencial Donde viven las historias. Descúbrelo ahora