Sirius.
Tibia.
Cálida.
Las gotas de lluvia caen despreocupadas sobre el equipaje, el paraguas y el suelo.
La lluvia de Londres es fría, a diferencia de la de aquí. Y eso, por alguna razón, le causa intranquilidad al corazón de Sirius.
El ambiente no es difícil de leer, la tensión es palpable.
Pasa un grupo de mineros, squibs o muggles, no puede diferenciarlos, pero sabe que no son magos. Los mineros los miran de reojo, se nota la curiosidad pero a la vez, se nota el miedo y el desprecio.
El mago de su lado parece indiferente a las miradas, ni siquiera voltea a verlos, o es que no los ve porque Sirius esta en esa dirección. Sea cual sea la razón, Sirius esta más que enfadado con él, así que tampoco le dirige la mirada.
— Justo a tiempo.
El mago pelinegro por fin se ha dignado a decir una palabra en las dos horas qué llevan esperando. Mira hacia el camino, que con la lluvia se ha humedecido y ahora es barro. Por el sur llega un grupo de personas cargando un par de palanquines.
Hubiera preferido ir en traslador, pero aparentemente las comunidades se las han arreglado para poner protecciones y hacer que el uso de la magia sea demasiado mínimo. Así que si, la magia estaba más que limitada.
— Sube o te dejarán.
Su voz es fría, desinteresada, siente que de una u otra manera él desea dejarlo allí, en medio de la nada. No le gusta, pero de todas formas, asiente y sube al palanquin de madera, que más parece una caja.
El interior es rústico, no se parece a los palanquines de los libros de historia. El palanquin de su esposo es diferente, es totalmente abierto y el aire ingresa con libertad. Siente o más bien, sabe que este es otro de sus castigos.
"¿Cómo llego a esto? "
Dos años antes.
— Baja a convivir, mamá y papá esperan tu presencia.
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Vuelve a mirarme, por favor. ⠸𝔰𝔫𝔦𝔯𝔦𝔲𝔰 / 𝔰𝔫𝔞𝔠𝔨
Fanfic🔗 ↳ Sirius no estaba enamorado. Severus si lo estaba. Sirius se enamoró y, en el camino lastimó a Severus y así mismo. Severus debe cumplir su labor como medimago y pocionista. Sirius se ve obligado a acompañarl...