Primera flor.

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Jungkook por fin se sintió feliz en mucho tiempo después de saber que podría pasar el fin de año con su familia, en su ciudad natal. Hacía un par de años que a causa de su trabajo había tenido que quedarse en Seul, sin poder disfrutar de la compañía de su madre y su hermana, quienes siempre lo acompañaban en aquellas festividades. Y aunque ya se había perdido Navidad, viajó feliz hasta Busan solo con saber que podría celebrar el comienzo de año como estaba acostumbrado a hacerlo. La cena de su madre, las copas hasta medianoche y los abrazos en cuanto el reloj marcaba las doce.

No fue de extrañar que en cuanto llegara a casa su madre lo enviara al supermercado a comprar un par de cosas que se había olvidado y que necesitaba para la cena, siempre entre risas y halagos exagerados para poder convencerlo. Por ello apenas tuvo tiempo a quejarse que ya estaba de camino al supermercado más cercano, el cual apenas estaba a dos calles. Al llegar saludó a algunos empleados que conocía de toda la vida, sintiéndose bastante nostálgico al escuchar cómo les iba todo y al explicarles qué estaba haciendo él con su vida.

Había acabado la carrera y el máster hacía ya dos años, consiguiendo un buen trabajo a los pocos meses gracias a su gran talento como fotógrafo. A sus veinticinco años se había convertido en uno de los profesionales en fotografía más demandados del país, incluso para revistas de nivel mundial. No podía quejarse en absoluto de su vida laboral, era probablemente lo que mejor le iba en su vida.

Porque su vida amorosa... era totalmente nefasta. Había tenido un novio y dos novias en lo que iba de año, rompiendo con una de ellas hacía apenas dos semanas. Él realmente hacía todo lo posible para mantener sus relaciones, pero nunca conseguía congeniar con nadie al cien por cien; sentía que no eran lo suficientemente reales, que les faltaba algo que por más que lo intentara, no conseguía encontrar. Cada día que pasaba se daba cuenta que probablemente acabaría muriendo soltero.

—¡Lo siento! —exclamó una persona a su lado que accidentalmente se había tropezado con él, apenas chocando su hombro con el de Jungkook y empujándolo levemente.

No pudo evitar quedarse parado en cuanto vio de quien se trataba. Dios, él... no lo veía desde hacía años. Aquel joven de cabellos castaños y ojos azules del cual una vez estuvo tan enamorado, enfrente suyo después de no haberlo visto durante tanto tiempo.

—¿Jungkook? —ladeó la cabeza, mirándolo fijamente y deteniéndose delante suyo.

—¿Jimin? —preguntó con el mismo tono.

El nombrado sonrió de manera dulce.

—Hacía muchísimo que no te veía por aquí, ¿qué es de tu vida?

Jeon respiró hondo antes de contestar

—Bueno, ahora vivo en Seul —le explicó—. Trabajo en la revista Vogue, aunque de vez en cuando también ayudo a otras empresas como trabajo extra —sonrió orgulloso.

De repente, el ambiento se tornó tenso y su sonrisa desapareció cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir. Jimin tosió un poco antes de hablar.

—Vaya, veo que realmente te ha ido bien. Me alegro.

—Y... ¿cómo te ha ido a ti? —preguntó rápidamente para cambiar de tema.

—Bastante bien, bueno... —alzó su mano para poder enseñarle el precioso anillo que llevaba puesto, dorado con un brillante diamante en medio—. Me voy a casar.

El corazón se le detuvo.

Tragó saliva al momento y pestañeó un par de veces antes de coger aire e intentar sonreír de alguna manera. No se esperó aquella noticia en absoluto y no sabía cómo debía reaccionar.

memories bring back to you  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora