Décimo octava flor.

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Nunca supo si todo lo ocurrido había sido un sueño, pero en los meses que transcurrieron después de aquello no volvió a pasarle nada similar.

Su vida había transcurrido con normalidad. Acabó sus vacaciones de enero y volvió a Seul para seguir trabajando, de nuevo adentrándose en aquella rutina diaria de llamadas, sesiones de fotos y tardes editando con Photoshop. Había vuelto a su vida normal y no había señal alguna de que aquello fuera a cambiar.

Tuvo que resignarse a la idea de que, por más enamorado que estuviera de Jimin, las cosas ya no iban a ser las mismas. Él se casaría, formaría una familia... tendría una vida aparte de él y Jungkook tendría que buscar su camino de la misma manera. Jimin había tomado la decisión de estar con otra persona, y él tendría que aceptarlo, por más que le doliera. Ya llevaba cinco años haciéndose a la idea, pero aquel sueño o lo que fuera aquello habían vuelto a meter la idea de rogar por una segunda oportunidad en su cabeza.

Pero sabía que no podría ser así. Por lo que seguir con su vida como si nada hubiera pasado era lo mejor que podía hacer.

Durante los primeros tres meses del año, su vida no hizo demasiados cambios. Su trabajo se mantuvo estable, hizo algún que otro amigo gracias a este e incluso había tenido la oportunidad de coquetear con alguna que otra persona en salidas esporádicas que había hecho algún fin de semana, pero nada había ido lo suficientemente lejos como para marcar un cambio en su día a día. Todo se había mantenido con normalidad y, aunque en ocasiones le aburría, de alguna manera sintió que no debía forzar las cosas. Para Jungkook, si algo tenía que pasar, ya llegaría su momento.

Un día como otro cualquiera, se encontraba en su pequeña oficina, aquella que solía utilizar para pasarse horas en el ordenador organizando carpetas o editando fotografías de sesiones anteriores. Era lo que normalmente solía hacer durante todo su horario laboral, pero aquel día le tocaba tener una reunión con los editores de la revista de la semana, la cual sabía que iba a ser bastante larga y solo pensarlo ya lo hacía sentirse exhausto.

Veinte minutos antes de tener aquella reunión ya había preparado todas las fotografías que había seleccionado para la edición de aquella semana, aún sabiendo que se tendría que hacer por lo menos dos selecciones más. Soltó un fuerte suspiro al acabar y al asegurarse de tenerlas todas guardadas finalmente cerró su portátil y apoyó su espalda de mejor manera en la silla, intentando relajar sus músculos al colocarse en una posición más cómoda. En aquel preciso momento, el teléfono fijo que había encima de su escritorio empezó a sonar. Y él realmente lo quiso ignorar, pero sabía que no podía arriesgarse por si se trataba de algo importante.

—¿Sí? —respondió.

Soy Joe —reconoció la voz del chico de la recepción—. Ha venido un tal... Park Jimin. Dice que es un viejo amigo y pregunta si puede subir a verlo.

El corazón de Jungkook se detuvo durante unos milisegundos.

¿Jimin?

Se quedó largos segundos en silencio, sin saber qué decir. No esperó aquello en absoluto y aún menos después de todo lo ocurrido. Era decir, ¿qué hacía allí?

Se sintió demasiado desconcertado y confuso al escuchar las palabras de aquel recepcionista. No podía ser un error, pero...

—Está bien. Dile que pase —consiguió decir.

Volvió a colocar el teléfono en su lugar.

Tuvo que pestañear un par de veces antes de reaccionar, aunque en realidad seguía sin hacerlo del todo. Jimin había ido a verlo, sin previo aviso, así de la nada... Se sintió lleno de curiosidad. Realmente quería saber el motivo de aquella inesperada visita a la vez que no lograba encontrar una explicación lógica. Ellos no habían acabado en buenos términos y no se habían vuelto a hablar desde aquel día. Además, recordó que aquel mes sería su boda y dudaba bastante que fuera a visitarlo para darle una invitación.

memories bring back to you  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora