11 | Vieja casa

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Habían pasado alrededor de unos cuatro días desde que llegué a casa

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Habían pasado alrededor de unos cuatro días desde que llegué a casa. El jefe se enteró de mi estado y me obligó junto a Jordan a quedarme en casa al menos estas 96 horas.

En todo este tiempo encerrada me ha ayudado a practicar algunos ejercicios para mí ansiedad y mi enojo. No podía echarlo a perder todo de nuevo. También había empezado a ejercitarme más, aunque algunos ejercicios se me dificultaban por la herida de bala.

Respecto a Jordan y a mí ya me acostumbraba más a nuestra cercanía y las mariposas que al principio quería ahogar se convirtieron en un panal de abejas cada que me sonríe, me mira o siquiera me toma de la mano.

Para mí era vergonzoso porque parecía una hormonada de la secundaria.

En estos momentos me encontraba en la sala de la casa haciendo pesas cuando el sonido de la puerta abriéndose resonó por toda la casa. Dejé a un lado las mancuernas para tomar un poco de agua y minutos después divisar la figura de mi compañero.

— ¿Ejercitándose? — se acercó a mi para dejar un beso en mis labios. ¡Ya cálmense jodidas abejas!

— No, solo quise sudar por diversión — sonreí sarcástica secando mi rostro con una toalla blanca para luego colocarla sobre mis hombros.

— A veces creo que tú sarcasmo es más grande tú — pinchó suavemente con su dedo índice mi frente.

— Así te gusté, Jones — le pegué juguetonamente con la toalla sacándole una risita.

— Toda la razón — tomó el otro extremo de la toalla y de un momento a otro ya yo estaba pegada contra su pecho — Y déjame decirte que te ves jodidamente bien en ropa deportiva — desvió su mirada de la mía escaneando descaradamente mi anatomía.

— Ojos arriba, Jones — tomé su mentón entre mis dedos obligándolo a mirarme de nuevo a los ojos.

Hizo un puchero — No me dejas nada fácil — se acercó más a mi rostro hasta el punto de rozar nuestras narices.

— Porque no lo soy — declaré colocando una mano en su pecho sintiendo lo tonificado que estaba para luego alejarlo de mí con una sonrisa — ¿Que has averiguado? — recogí mi cabello en una coleta alta guardando las mancuernas y el tapete negro de yoga.

Jordan dio una larga respiración al mismo tiempo que se sentaba en el sofá sacando un sobre amarillo de su bolso colocándolo en la mesita ratona.

— Pude encontrar el expediente de X — tomé la carpeta para luego abrirla notando unas cuántos papeles y su repugnante rostro en una foto — Su nombre es Cameron Lizárraga, tienen cincuenta años y por los papales es aún padre de la iglesia de White's — pausó — su cuartada es perfecta por lo que no habían sospechado de él por lo mismo —.

Dejé la carpeta otra vez en la mesa para pasar mi mirada hasta los ojos avellana de Jordan. Sus pupilas estaban levemente dilatadas y no dejaba de jugar con los anillos de sus manos.

El Misterio De Nash  ✓TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora