II

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En un lugar como Gusu, las noticias viajan demasiado rápido. El apellido Wei no es un nombre común, menos cuando fue en su momento un nombre que anduvo de boca en boca ante un gran escándalo en el círculo que frecuenta la familia Lan y los Jiang, la familia adoptiva de Wei Ying.

Han pasado años desde la última vez que lo vio; trece años desde que un bebé se aferró a su pierna y Wei Ying tuvo que comprarle un juguete en la calle a su hijo para convencerlo de soltar su pierna. Wei Yuan tenía un año en ese entonces. Lan WangJi y Wei WuXian tenían dieciséis.

Tenían dieciséis la última vez que se vieron, antes de que Wei Ying huyera con su hijo y desapareciera de su vida, como un fantasma desvaneciéndose en la noche.

Ahora tienen veintinueve y Wei Ying ha vuelto a Gusu con su hijo, de quien ahora era su maestro de música y literatura.

WangJi observó a Wei Yuan desde su escritorio. Daba un puntapié de vez en cuando a la pata de la mesa. Su compañero de la mesa de a lado, Lan JingYi, daba rápidos golpeteos a la mesa con su lápiz mientras su rodilla se movía arriba-abajo de forma nerviosa. No es la primera vez que ve esa clase de comportamiento en los alumnos, pero si es la primera vez que lo ve en Wei Yuan.

Se aclaró la voz y los alumnos lo miraron con los ojos bien abiertos, esperando a que dijera algo.

Lan WangJi anunció: "Pueden tomar un descanso de quince minutos."

Fue como haber disparado hacia el cielo, marcando el tiempo de salida. Varios chicos, incluyendo a Yuan y JingYi se levantaron de sus escritorios y salieron del salón con las tablillas para ir al baño, el resto se estiró sobre su lugar, tomándose un momento para cerrar los ojos y respirar. Normalmente, una de sus reglas es que no se hable durante el tiempo de lectura individual para no distraer al resto y mantener la calma en el aula, aunque de vez en cuando vea a algunos mandando notas o haciendo señas entre ellos, pero hoy hubo un silencio incómodo, sin movimiento.

No hubieron señales de vida fuera de escuchar sus respiraciones y los movimientos nerviosos de los que huyeron al baño.

Cuando volvieron, Lan WangJi dio por terminada la sesión de lectura individual para comentar en grupo sobre Crónica de los Tres Reinos, pero nadie que no fueran Yuan y JingYi se veían interesados en comentar nada, mirando sus libros sin leerlos del todo. Su clase se terminó y se quedó un rato en la sala de maestros las notas de clase de uno de los grupos de último año hasta que se terminaron las clases. Se quitó su saco caqui y tomó su maletín antes de despedirse de los maestros en la sala y salir.

Cada inicio de año hacía un calor sofocante. En sus tiempos de estudiante, lo primero que hacían sus compañeros al cruzar el muro de reglas hacia la libertad, era desabotonar sus camisas y quitárselas. Wei WuXian lo hacía. Se quedaba con una playera interior blanca sin mangas e iba a comprar helado con Jiang WangYin, Nie HuaiSang y Wen Ning. Invitó a Lan WangJi varias veces, pero en ese entonces él siempre regresaba directo a su casa al terminar las clases, además de que su tío no aprobaba mucho el helado.

Sólo dos veces lo acompañó.

La primera vez deseó no haber ido. O que no los hubieran interrumpido. La novia de Wei Ying había pasado por ahí con sus amigas después de clase y Wei Ying no pudo quedarse mucho tiempo porque se ofreció a acompañarla a su casa.

La segunda vez fue cuando conoció a Yuan. Era la primera vez que el infante probaba el helado y estaba encantado, pidiendo con sus manitas y con ojos llorosos que lo dejaran probar más. Porque sí, Lan WangJi le dio del suyo. Fue ese el último día que los vio y Yuan se aferró a su pierna porque no quería que se fuera.

Si WangJi hubiera sabido que no los volvería a ver, también se habría aferrado a ellos. Lamentablemente llegó a esa conclusión años más tarde, cuando su mente se sentía menos un desastre y no estaban ahí.

Mi Corazón, Mi Trinchera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora