Lirios soleados [TanjiKana] Pedido #2

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Kanao Tsuyuri era una de las bellezas de la Academia Kimetsu, tan inalcanzable para muchos, un simple trofeo para otros que ansiaban tenerla entre sus manos y poder decir que habían logrado conquistarla, presumir entre sus amigos que ellos habían hecho una hazaña. Cómo si el amor fuera un mero juego y la hermosa chica un premio. ¿Por qué las personas eran tan crueles? No importaba de la manera que fuera, de alguna manera u otra a nadie aparte de su familia adoptiva tomaba en cuenta sus sentimientos, tal vez ni ella misma lo hacía.

Parecía una simple muñequita que sonreía y nada más. Al parecer a la mayoría les gustaba que fuera así, nadie le preguntaba ¿Que es lo que quieres? ¿Cuál es tu mayor anhelo? A pesar de portarse amablemente con ella las demás chicas de la academia no sabían como relacionarse socialmente con ella. Y no le molestaba eso, tal vez ese fue el motivo por el cuál se había metido al club de jardinería. Algo que no podía negar era su amor por aquellas plantas y sus favoritas; las hermosas flores, con un aroma atrayente y tan delicadas. Le agradaba cuidarlas y pasar sus tardes observándolas. Mirarlas crecer, desde una pequeña semilla hasta una hermosa planta. Además le gustaba la tranquilidad del lugar, lo único que hacían los miembros del club eran cuidar a las plantas, traer nuevas semillas o plantas cada viernes, sembrarlas y observar el avance que hacían.

No importaba si eras callado, hablador, gruñón o amable. Mientras que te gustará cuidar flores y te interesaras en ese aspecto a nadie le incomodarías. Por ejemplo Aoi, una chica de su mismo año que compartía su pasión, ella tenía un carácter fuerte, pero cuándo cuidaba el jardín podías verla trabajar con delicadeza y amor. Por eso su hora favorita era cuándo el timbre sonaba, dando a entender que era la última hora y tocaba pasar tiempo en los clubes.

Aparte de eso Kanao tenía otra cosa que le gustaba. Pasar el tiempo con un pelirrojo que le recordaba al sol en el atardecer, aquellos tonos rojizos y la sonrisa que le había mostrado, había algo que le había llamado la atención desde el inicio. Realmente no sabía el porque, pero aún recuerda el día en el que lo conoció. Cuándo pensaba en eso una suave sonrisa se instalaba en su rostro, se sentía en calma cuando pensaba en él.

Fue un viernes por la tarde, ese día se había quedado más tiempo de lo normal cuidando el jardín. Pues junto con Aoi habían notado que las Gardenias estaban comenzando a marchitarse, preocupadas ambas se dedicaron a cuidarlas, cortando las hojas secas y revisando la tierra. Una hora y media después la otra chica se disculpo, pues tenía que volver temprano a su hogar, sino se metería en problemas. Kanao se despidió de ella sin ningún impedimento y luego se dispuso a leer unos libros de Botánica del club para averiguar que le ocurrían exactamente a las flores y encontrar una solución. 

Recogió uno de los mechones que le tapaban el rostro mientras que se había arrodillado en el suelo a observar las flores de cerca, las Gardenias podían sufrir de distintas enfermedades, cómo hongos, insectos o pequeñas plagas. Había tomado una de las hojas, cuándo escuchó la voz de un chico. — ¡Disculpe, la molestia! Soy Tanjiro Kamado y encontré estás flores afuera del club, ¿está bien que las traiga? — Lo primero que observo Kanao fueron las flores que llevaba el muchacho en sus manos, no se había dado cuenta que los Lirios que junto a Aoi habían pedido estaban afuera. Luego sus ojos se dirigieron al rostro ajeno, una cicatriz que cubría su frente, unos extraños pendientes y ojos de un color rojizo que le recordaban a las amapolas rojas que tanto le había costado cultivar.

— No es una molestia, puedes dejarlas allí. — Habló en voz baja sin señalar algún lugar en especifico, así que el peliburdeo tuvo que observar cuál era el mejor lugar para dejarlas. — Está bien, las dejaré aquí ¿cómo se llaman?— Tanjiro preguntó esperando que tal vez la de cabello negro le responda. Kanao pudo escuchar cómo el contrario acomodaba las flores y también su pregunta, mientras eso ocurría pudo notar que en las hojas de las gardenias habían unos puntitos blancos. Cuándo levantó la mirada notó cómo el contrario había terminado de acomodarlas. — Gracias... — No quería tener una larga conversación, pues estaba concentrada en aquellas flores.

Kimetsu no Yaiba Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora