02|| La oscuridad acecha

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Estaciono el auto frente a la enorme casa de Eduard. Tiene una estructura moderna y extensos ventanales, rodeada de un inmenso bosque que le da un aire de aislamiento.

Bajo del auto, tomo a Jack de la correa y agarro la mano de Theo. Subimos las rústicas escaleras de madera y observamos el recorrido de pasto y flores hasta llegar al ingreso principal de la casa. Theo intenta tocar el timbre, pero no lo alcanza, así que lo levanto un poco y lo acerco.

Sus piecitos se balancean alegremente cuando sus pequeños dedos tocan el timbre plateado. El sonido del timbre se pierde por la casa y el silencio se hace presente.

_Vaya ¿qué tenemos aquí? _ dice Eduard con una sonrisita al abrir la puerta. Viste un pijama con estampados de una banda conocida en Argentina como Soda Stereo, pantuflas y una remera de la selección de fútbol Argentina. Ah, y por supuesto, no podía faltar el mate en su mano. Y su cara... Oh, cuánto lo había extrañado, mi viejito fortachón.

_ ¿Qué esperas para abrazarnos? ¿Una invitación? _ bromea Theo con sarcasmo, extendiendo sus brazos hacia el_. Excepto a mamá, tendrías que esperar mucho, ya que tiene una larga lista de pretendientes..._ añade, lanzándome una mirada que deja en claro que no le agradan las propuestas que me hacen algunos caballeros.

Eduard suelta una sonora carcajada y da tres pasos hasta llegar a nosotros, no pierde el tiempo en abrazarnos a los dos fuertemente.

Nos adentramos en el living cocina, envueltos en carcajadas, mientras el caos de la cocina se presenta ante nosotros: la mesada y la mesa, repletas de bolsas de comida que ha comprado Eduard. Aunque él vive solo, se compra el mercado entero.

_ ¿Y cómo te va en la escuela? No nos vemos desde hace, ¿3 años? _ le pregunta Eduard, sosteniendo la mochila de Theo, tarándola en un sillón cercano.

_Son cinco añitos_ corrige Theo, mirándolo con ojos esperanzados._. ¿Por qué no fuiste a verme antes? Podrías dormir conmigo, tengo una cama súper grande de Batman, es genial y cabemos los dos_ propone con una sonrisa tímida, antes de bajar la mirada, con un brillo triste en sus ojos.

Eduard me mira, triste. Por no poder explicarle ciertas cosas a su nieto.

Han pasado algunos años desde que no nos vemos, él se mudó con mi madre a Argentina. Ambos se la pasaron haciendo lo que más les gusta: ella perdida en su baile y él siempre con su música, acompañándose. Aunque mamá ya no está, cada paso de baile y cada nota que suena me la traen de vuelta, como si nunca se hubiera ido.

La distancia que tomamos fue difícil, Eduard no tolera ver a Rick, y yo no quería volver a esta casa, la que compartió con mi madre.

Y tampoco estoy segura si en su momento, hubiera podido verla. Me sigo sintiendo abandonada, pero estoy feliz porque haya perseguido sus sueños. Ella sí pudo.

_Tuve algunos problemas, pequeño Batman, y tu abuela ya no está para ayudarme_ dice con pesar.

Theo baja la mirada hacia sus pies, titubeando, buscando las palabras adecuadas. Con un suspiro suave, alza la vista y dice con una voz pequeña pero firme:

_No sé si el dolor en nuestros corazones es igual de grande por la partida de la abuela Irene, pero nosotros todavía estamos aquí, mamá y yo. No estás solo, aunque soy chiquito, tengo un corazón gigante y muchas ganas de ayudar. Si alguna vez te sientes perdido, recuerda que puedes contar conmigo. Somos una familia, y tú eres una parte muy importante de ella, igual que la abuela Irene siempre lo será en nuestros recuerdos.

Eduard le sonríe con mucho cariño y afecto, lo atrae hacia su cuerpo y abraza fuertemente. Mi mirada se encuentra con la lagrimosa de Eduard y vi un sentimiento tan hermoso, íntimo, familiar.

Dione ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora