Danmachi +18

Astrea-Sama...

¡Tijerazos!

Nos situamos en Orario, 6 años antes de los eventos de un peliblanco...

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Hace seis años, en los pacíficos jardines del santuario de Astrea, Ryuu Lion, una joven elfa con un fuerte sentido de justicia, encontraba un refugio en el santuario de su diosa. La vida en Orario estaba llena de desafíos, pero la paz del santuario le ofrecía un respiro necesario.

El sol se estaba poniendo, bañando el santuario con una cálida luz dorada. Las flores de cerezo esparcían sus pétalos por el aire, creando una atmósfera de calma y belleza. Ryuu se encontraba en medio del jardín, sus ojos cerrados y sus sentidos abiertos, sintiendo cada brisa, cada aroma, tratando de calmar su espíritu después de un día lleno de aventuras.

Astrea, la diosa de la justicia, observaba a Ryuu desde la sombra de un árbol cercano. Admiraba la dedicación y la determinación de la joven elfa, su compromiso inquebrantable con la justicia y la paz. Con el paso del tiempo, Astrea había desarrollado un profundo afecto por Ryuu, encontrando en ella una compañera digna y una amiga cercana.

Decidió acercarse, sus pasos silenciosos como una brisa. "Ryuu," dijo Astrea suavemente, su voz como un susurro en el viento. "He notado que has estado perturbada últimamente. ¿Te gustaría compartir tus pensamientos conmigo?"

Ryuu abrió los ojos lentamente, encontrando la mirada de Astrea. "Diosa Astrea," respondió, inclinando ligeramente la cabeza en señal de reverencia. "Es solo que a veces siento el peso de nuestras responsabilidades. Pero estar aquí, en este lugar de paz, me ayuda a recordar por qué luchamos."

Astrea sonrió con calidez, sentándose junto a Ryuu. "Este santuario es un reflejo de la armonía que buscamos traer al mundo. Y tú, Ryuu, eres una parte esencial de esa misión. Tu fuerza y tu corazón me inspiran cada día."

Ryuu se sonrojó ligeramente ante las palabras de su diosa. "Gracias, Astrea. Tus palabras me dan fuerzas para seguir adelante."

Astrea alargó una mano, tocando suavemente la mejilla de Ryuu. "Siempre estaré aquí para apoyarte, Ryuu. No olvides que no estás sola en esta lucha."

El toque de Astrea envió una chispa a través de Ryuu, algo más allá de la simple gratitud. Sus miradas se encontraron, y en ese momento, algo más profundo y personal comenzó a florecer entre ellas, una conexión que ninguna de las dos había anticipado.

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Después de su encuentro en el jardín, Ryuu se dirigió a la casa de la Familia Astrea, donde la calidez del hogar y la compañía de sus compañeras la esperaban. La casa estaba llena de vida, con risas y conversaciones animadas que llenaban el aire.

Ryuu se reunió con sus amigas en la sala principal. Kaguya y Lyra estaban discutiendo tácticas de combate, mientras Neze y Iska compartían historias de sus últimas aventuras. Alise Lovell, la líder de la Familia Astrea, se acercó a Ryuu con una sonrisa amigable.

"Lion, te ves pensativa. ¿Todo bien?" preguntó Alise, su voz suave y llena de preocupación genuina.

Ryuu asintió, pero la mirada penetrante de Alise no dejó escapar nada. "He estado reflexionando sobre algunas cosas," respondió Ryuu, tratando de sonar despreocupada.

Alise tomó a Ryuu del brazo y la llevó a un rincón más tranquilo de la casa. "Vamos, cuéntame qué pasa por esa cabecita tuya," dijo Alise, con un tono que no admitía réplica.

Ryuu suspiró, sintiendo el peso de sus pensamientos. "Es sobre Astrea," comenzó, mirando a Alise a los ojos. "Últimamente, he sentido algo más que devoción hacia ella. Hay algo en su presencia que me conmueve profundamente, más allá de la reverencia."