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La cafetería estaba llena, como todas las mañanas de verano

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La cafetería estaba llena, como todas las mañanas de verano. Estaba super atareada, tomando pedidos, llevando las ordenes a la cocina, llevando las comidas a las mesas, en fin, corriendo de aquí para allá.

La campanita que indicaba un nuevo cliente, sonó, suspire frustrada, miré la puerta y vi al desconocido que venia todos los días a esa misma hora, el era alto, con un hermoso cabello ondulado, color castaño oscuro, unos hipnotizantes ojos grises metálicos, y sus labios de un tono rosáceo medios resecos, con un arito en medio, de color negro y su color de tez color durazno pálido.

Era raro, todos los días llegaba a la cafetería con una libreta y su lapicera, ademas de su laptop en mano; Se sentaba en la misma mesa todas las mañanas, y si esta estaba ocupada, esperaba pacientemente junto a ella hasta que la gente se levantara y se fuera.

Siempre vestía muy elegante y hoy no era la excepción. Estaba con unos pantalones de vestir negros, que lo hacían ver mas alto y delgado, una camiseta en un gris oscuro, marcada al cuerpo haciendo notar su cuerpo bien formado, por dentro del pantalón y un saco a mismo tono de la parte de abajo, largo por las rodillas.

No me había dado cuenta que me lo quede mirando muy fijamente, hasta que mi compañero de trabajo y mejor amigo me dio un pequeño empujoncito. Reaccioné al instante y lo miré, soltando un leve chillido por el susto.

-¡Mierda, Mateo, ¿Porque me empujas?! -Me lleve una mano al pecho y suspire, mientras lo veía que se carcajeaba por lo bajo, hundí el entrecejo y me cruce de brazos, indignada- ¿Qué te causa gracia? ¿Ah?

El solo siguió riéndose y me dio una libreta.

-Toma Hannah, anda a tomarle el pedido al cliente -Me tendió su libreta y yo la tomé de mala gana, lo mire con los ojos entrecerrados y lo apunte con mi dedo indice. -Dale, se nota que te llama la atención, no sabes disimular -Rió nuevamente y yo bufé molesta y rodé los ojos, comenzando a caminar hacia el desconocido.

-Que te coja un pandillero malvado y después te robe los órganos -murmure por lo bajo, pero el me escucho y se carcajeo mas fuerte.

-¡Yo también te quiero, Hanny! -grito el en medio de todo el ruido de la gente hablando y yo le enseñe el dedo de en medio mientras llegaba a la dichosa mesa.

El chico estaba de espaldas a mi, sentado en su sitio de siempre, tenia los pies estirados bajo la mesa y tecleaba con rapidez en su computadora. Cuando llegue, cerró la laptop rápidamente y me miro a los ojos, me sentí hipnotizada por una fracción de mili segundos, hasta que me saludo de una manera tosca y algo descortés

-Hola niña -Dijo y yo respondí de buena manera.

-Buenos días, señor -Respondí en un asentimiento de cabeza. -¿Qué va a pedir hoy?

-Tráeme un café latte, con dos medialuna -exigió y yo asentí y lo anote en mi libreta, junto al número de su mesa.

-Claro, ¿algo mas? -Pregunte, como siempre hacia, aunque sabia que nunca pedía nada mas que eso, yo ya tenia su pedido memorizado.

The first love of my lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora