La Cafetería

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El espagueti parecía una serpiente coralillo retorciéndose hasta ser absorbida por su salvaje boca y aplastada con sus feroces dientes

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El espagueti parecía una serpiente coralillo retorciéndose hasta ser absorbida por su salvaje boca y aplastada con sus feroces dientes. Con cierta violencia un tenedor pico sobre la montaña de espaguetis cubiertos de un montón de salsa bolognesa. De inmediato el tenedor giró y se dirigió con los fideos colgándose hacía una boca que se abrió para devorar el sabor italiano. Esa boca mal hablada se ensució de la salsa roja mientras daba grandes masticadas y terminaba de pasarse el bocado.

Un nudo de saliva bajó por la garganta de Izuku al admirar aquel espectáculo. El chico de pecas y cabello verde mantuvo la boca abierta al fijarse como esa salsa se pegaba a la comisuras de la boca de Katsuki y como esos labios rosados se movían de arriba abajo hasta que la lengua salió y limpió el resto de la comida dejando su piel húmeda y brillando bajó las luces blancas de la cafetería.

¡Porqué estoy de nuevo aquí! Llevó un mes sentándome frente a su mesa mirándolo comer como si fuera un fenómeno. ¡No tiene sentido! Si me descubre creerá qué lo estoy acosando.

Izuku sintió caliente las mejillas y sus enormes ojos verdes bajaron tímidamente la mirada hacia su rollo maki qué no había tocado en toda la hora del almuerzo. Se preguntaba porque cada vez que la campana sonaba, salía del salón y perseguía al chico nuevo hasta quedar frente a su mesa solo para verlo comer.

Una parte suya se avergonzaba de aquel comportamiento. Katsuki no era un fenómeno para observarlo como si estuviera en el zoológico, aunque para algunos de sus compañeros, en la preparatoria UA, ya lo habían catalogado como un gorila esperando que le arrojen comida.

Izuku comenzó a picar el rollo maki con los palillos y se sintió enfadado por esos comentarios maliciosos. A la vez estaba lleno de culpa por observado comer como si fuera un espectáculo de circo.

Nadie debía reírse de otros pero Katsuki no pasaba desapercibido aunque lo quisiera.

Los kilos extras eran evidentes con esa barriga sobresaliente que estiraba el botón de su camisa blanca hasta el punto máximo. Su cara era redonda con unas simpáticas mejillas infladas qué achinaban más sus ojos. Sus brazos eran llenitos. Sus piernas aunque largas también tenían una forma redondeada.

Desde el primer instante en que Katsuki colocó un pie en su escuela todos los estudiantes lo miraron con morbosidad opinando de su cuerpo como si fuera público y de sus hábitos alimenticios como si fuera un criminal repugnante. La hipocresía era que no expresaban las mismas críticas con el tipo fumador, el que bebía y llegaba con resaca a la escuela, ni al fuckboy que engañaba a las chicas para acostarse con ellas. Todos alguna vez han tenido malos hábitos pero pareciera que ser gordo causa un odio sin razón.

La obesidad no se consideraba atractiva por esa razón Izuku se preguntaba qué le ocurría. Cual era la fascinación de mirarlo comer tanto como si fuera una chica sexy haciendo mukbang . La escena de un gordo comiendo para muchos era una escena mórbida pues de manera malvada casi placentera lo imaginaban caer de algún ataque cardíaco a mitad de un bocado como si por ser gordo era una persona que se le podía desear la muerte y excusarse detrás de su condición. A pesar de ese acto cotidiano y carente de empatía a Izuku le ocurría lo contrario.

ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴅᴇ ᴇsᴄᴜᴇʟᴀ | ᴏɴᴇsʜᴏᴛsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora