El salón de clases

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Todo inició con un juego de niños

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Todo inició con un juego de niños. A los cinco años conocí a Deku en el jardín de niños mientras se divertía con una muñeca vestida de tul rosa. El sonido ingenuo de su risa infantil alrededor de conejos de peluches, tapetes de colores y un aroma a crayon me atrajo hacia él. Me acerqué curioso a ver su cabello de estambre verde como si fuera un pequeño gato rubio.

—¿Quieres jugar al papá y a la mamá? —recuerdo el sonido de su voz dulce y chillona —Tú puedes ser el papá y yo la mamá —dijo tímido y me ofreció su muñeca vestida de rosa.

—Si. Si quiero —respondí con una sonrisa gigante y mi corazón sonó como tambor.

Como adivinaría que años mas tarde un "Si. Si quiero" sería el error que me jodería al ser su compañero de juego. Un juego que de rosa e infantil no tenía nada.

*

Primera Parte.
Primavera Sexual.

Era un lunes por la mañana,  los arboles reverdecían y las flores se veían abiertas y de colores empalagosos, me dirigía al escuela junto a Kirishima. El día parecía muy cotidiano incluso aburrido pero eso cambio muy pronto. Al abrir mi casillero para guardar mis zapatos y usar los exclusivos de la escuela, una carta tímida se deslizó por la rendija del metal y cayó como una mariposa rosa a mis pies.

—¡Oh! ¿Una confesión? —dijo sorprendido Kirishima.

—¿Una carta de amor? Eso es tan anticuado —dije malhumorado como de costumbre y brusco levanté el sobre para abrirlo, esperando una extensa palabrería cursi.

Rompí el sobre y mis ojos rojos hallaron una simple línea de letras en el espacio blanco de una tarjeta. Al leer la pequeña oración mis pupilas rojas se convirtieron en dos puntos confusos. Kirishima se asomó curioso sobre mi hombro y también se quedó mudo.

La tarjeta blanca contenía un manuscrito torpe de letras rojas que decía:

"Sé mi alfa, por favor".

—Debe ser un error —intervino Kirishima al olfatear el contraste evidente entre la palabra "alfa" con mi ligero aroma a orquídeas rojas.

—Esto es una estúpida broma —dije al leer, sin que Kirishima se diera cuenta, el reverso que decía:

"Si aceptas, cuando se terminen las clases espera hasta que el salón se vacié..."

Rompí la tarjeta en pedazos y la bote a la basura. ¡Quien era el imbécil que la escribió! Aunque era un omega y la sociedad tenía un estereotipo de delicadeza y sumisión, yo era rudo y muy orgulloso. Alguien se estaba burlando de mi y no lo iba a permitir. 

ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴅᴇ ᴇsᴄᴜᴇʟᴀ | ᴏɴᴇsʜᴏᴛsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora