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Recuerdo el día de mi primer enlace

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Recuerdo el día de mi primer enlace. La iglesia era un mantel blanco estirado sobre una silla de la señora Midoriya. El lugar permaneció a oscuras y de pronto una serie de luces de navidad se extendieron por el comedor e iluminaron cálido el lugar.

Deku llegó a la entrada de la ficticia iglesia, llevando un ramo de girasoles de plástico en sus manos. Su cara infantil era dulce y sus pecas se veían caramelizadas bajo el amarillo de las luces.

—Kacchan, ¿quieres jugar? —preguntó y su cabello de estambre verde resaltó ante mis ojos.

—Si. Si quiero. —respondí como de costumbre.

Enseguida Deku me pegó brusco un moño negro de velcro que quedo chueco en mi cuello.

—Tu seras mi alfa y yo tu omega. ¿Quieres casarte conmigo?

Asentí efusivo y mis mejillas tiernas y rosadas se levantaron a causa de una sonrisa enorme . Mis ojos rojos se encendieron como caramelos.

Nuestras madres contemplaban divertidas desde la sala las nupcias de sus retoños de cinco años. Recuerdo a mi madre llevarse una mano en el pecho y suspirar:

"Que tiernos son, imagina si un día se casaran de verdad".

Aquel tiempo la ceremonia la llevó acabo un conejo tuerto con sombrero de copa y el peluche de AllMight fue nuestro padrino. Entonces al terminar de decir los votos, pregunté:

—¿Y que se hace después de casarse, Deku?

—¡Nos enlazamos! —exclamó alegre arrojando como una autentica novia los girasoles amarillos y me soprendió con un inocente beso en la boca —¡Listo, Kacchan ya tenemos un lazo!

Mi cara se puso roja. Mareado vi como las luces de navidad al fondo parecieron coronar de estrellas su cabello de estambre entonces me repuse y devolví el beso. Y ambos sonreimos con una estúpida felicidad.

*

Tercera Parte.
Otoño de improvistos.

Las hojas amarillas y naranjas caían formando un camino marchito hacia la escuela. El viento frío me golpeaba las mejillas mientras que la cola de mi bufanda se estremecía como un banderín de guerra. Detrás de mí, oí como sus zapatos rojos crujían veloces en las hojas secas  y su aroma a menta me acorralaba. Mis pisadas avanzaron el doble acompañado de una punzada terrible en el pecho.

—Kacchan, por favor entiende —suplicó mientras torpe trataba de alcanzarme.

Su comportamiento de "chico bueno" me irritó. Parecía que intentaba comprenderme que ya no quería jugar pero en el fondo me retenía como su "muñeca erótica" favorita.

ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴅᴇ ᴇsᴄᴜᴇʟᴀ | ᴏɴᴇsʜᴏᴛsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora