Capítulo 1

36 4 0
                                    

- ¡SEÑORITA!

- ¿¿Qué sucede?? ¿Por qué diablos me grita?

- Ya hemos llegado a su destino -me comunica el taxista de poco más de cuarenta años observándome irritado- No tengo todo el día, debe de pagarme o ¿acaso no trae dinero? Déjeme decirle que la demandaré si no me paga.

Algo molesta por su actitud me bajo del taxi después de pagarle, saco mis maletas y me dirijo al bloque de pisos que tengo en frente de mi.

Me siento nerviosa y emocionada a partes iguales debido a lo que puede significar esta experiencia nueva, solo espero que el haberme establecido en un lugar completamente desconocido para mí haya sido una buena idea.

Tras poner fin a mi relación con la rata tóxica y manipuladora de Noah decidí no solo cambiarme de instituto sino también de apartamento en una zona nueva. Encontré uno que me queda a diez minutos en pie de mi nuevo instituto y según tengo entendido tendré que compartirlo con una chica de mi edad que si mal no recuerdo se llama Leyla.

Entro al ascensor practicando en mi cabeza las diferentes formas en las que podría presentarme a mi compañera de piso y con la duda instalada sobre cuál de todas ellas sería la más adecuada, me gustaría poder tener una buena relación con ella y de ser posible llegar a ser cercanas.

Siempre se me ha dado mal el socializar con los demás, cada vez que se me ha ofrecido dicha situación mi mente simplemente se queda en blanco y las palabras se niegan a salir de mi boca, el pánico se apodera de mí, el miedo de que cualquier mierda que diga me convierta en el producto de las burlas termina por invadirme. Las pocos amistades que conservaba se apartaron de mi lado gracias a mi querido y marvilloso exnovio Noah -entiendan el sarcasmo, por favor y gracias-.

El pitido anunciando la abertura de las puertas del ascensor me despierta de mi estupor. Salgo del ascensor arrastrando mis maletas conmigo y me paro justo delante de la puerta del apartamento que a partir de hoy se convertirá en mi nuevo hogar, tomo varias respiraciones para calmar mis nervios antes de tocar el timbre.

Llevo esperando una hora frente a la puerta.

Toqué varias veces pero nadie me abrió, ni siquiera se logra escuchar un jodido ruido del otro lado que me haga saber si hay alguien dentro o no. Encima para mi mala suerte no logro ponerme en contacto con Rebecca -la dueña del apartamento-.

Vuelvo a tocar una vez más pero nada, ya perdí toda esperanza de que me abran. Desesperada empiezo a aporrear la puerta.

- No hay nadie.

Me doy la vuelta lo más rápido posible y dirijo mi vista hacia el lugar de donde salió aquella voz masculina y algo áspera.

Me encuentro con un chico apoyado en la entrada del apartamento de al lado. Es bastante más alto que yo, con un cuerpo voluptuoso y lleno de tatuajes, en la aleta izquierda de su nariz se halla un aro negro. Sus mechones azabache se encuentran desordenados y debajo de sus ojos café hay ligeras bolsas moradas, solo lleva puestos unos jodidos pantalones deportivos dejando el resto de su cuerpo al descubierto.

- ¿Apreciando las vistas?

Sus palabras consiguen sacarme de mis pensamientos que si debo de ser sincera estaban vagando por terrenos bastantes cuestionables.

- Oh disculpa, esto... yo... -ven de lo que les hablaba, demonios no soy capaz ni de hablar coherentemente- mi nombre ser Sophie -maravilloso Sophie, acabas de llegar y ya te has puesto en ridículo-.

El chico comienza a analizarme observándome de abajo a arriba de manera curiosa haciéndome sentir incómoda bajo su mirada.

- Bien Sophie, cuéntame ¿puedo ayudarte en algo?

- B-bueno yo...

- ¿Tú?

- Verás es que a partir de ahora voy a vivir aquí -le digo señalando a lo que se supone que es mi apartamento-.

- Así que serás mi nueva vecina.

- Supongo que si, es que llevo esperando durante una hora y ya he tocado varias veces y nada -ambos nos quedamos en silencio él detallándome y yo terminando por analizar todo lo horrible que es la situación- ¡OH DIOS MÍO! ¿Y SI ME HE EQUIVOCADO DE EDIFICIO? O MUCHO PEOR ¿Y SI ME HAN ESTAFADO? ¡DEMONIOS, PAGUÉ POR ADELANTADO!

Me callo al escuchar que el desconocido se ríe, ¡SI COMO LO LEEN EL MUY CABRONAZO SE ESTÁ RIENDO DE MI DESGRACIA!

- ¿Se puede saber de qué te ríes? Yo no le encuentro lo gracioso a la situación.

- Oh joder, claro que lo es, lo que sucede es que tú no te has visto parecía que ibas a sufrir un infarto en cualquier momento. De todos modos si es que no te has equivocado de edificio ni te han estafado como dices, hoy me desperté con la suficiente amabilidad como para informarte de que Leyla no aparecerá hasta dentro de aproximadamente veinte minutos -confiesa observando la hora en su móvil- La pelirroja siempre asiste a sus clases de ballet a esta hora.

- Entiendo, muchas gracias mmm... ¿cómo dijiste que te llamabas?

- Ni siquiera me presenté, pero supongo que el momento idóneo para hacerlo es ahora -me dice extendiendo su mano, la cual dudo en tomar pero segundos más tarde acepto ya que no quiero quedar como maleducada- me llamo Jake Murphy.

- Un placer Jake, espero que nos llevemos bien.

- El placer es todo mío, duendecillo.

- Bien... Espera ¿cómo me llamaste?

- Te dije duendecillo -me dice como si aquello fuese muy divertido, cuando esto es de todo menos divertido- ¿Por qué? ¿Hay algún problema?

- Sí, si lo hay porque a no ser que tengas algún tipo de problema auditivo que en cuyo caso te puedo pasar el contacto de un buen otorrino -él no deja de mirarme como si nos encontráramos en un circo y yo fuera el payaso, lo cual me está empezando a molestar como la mierda- te haré el favor de recordarte que me llamo Sophie.

- ¿Ah si? Es que con esa cara y ese cuerpo te queda mejor el que te llamen de duendecillo.

- Pues a ti te queda mejor el que te llamen de energúmeno -le espeto ya cabreada e indignada, pero ¿quién se cree qué es para hablarme así? Recién nos conocemos-.

Jake abre la boca para decir algo más pero el sonido de una notificación de su móvil lo distrae de su objetivo, se queda observando algo en este que vete tu a saber lo que será, después de varios segundos fija su mirada café en la mía verde grisácea.

- Me temo que tendré que irme dejándote en la miseria al no poder hacerte más compañía -suelta el muy engreído- Nos vemos duendecillo.

- No te preocupes por mí que estaré perfectamente bien sin tu compañía. Adiós energúmeno.

Caos, paz y amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora