Capítulo 6

9 2 1
                                    

- ¿Y a dónde vamos a ir? -me encontraba cuestionando a Jake curiosa por conocer el paradero al que nos llevaría nuestra pequeña travesura-.

- No lo sé -se limitó a contestar-.

- ¿Cómo que no lo sabes?

- Pues como te acabo de decir, no lo sé, la verdad no tenía planeando ir a algún sitio en concreto. Solamente pensaba en vaguear por las calles de la ciudad.

Al poco tiempo de salir del instituto, Jake y yo nos cruzamos con un parque infantil que se hallaba cerca de nuestro bloque de pisos y decidimos sentarnos sobre un pequeño banco para matar el tiempo mientras observábamos a algunos niños gritar y correr de un lado a otro.

- ¿Hay algún sitio al que te gustaría ir a ti duendecillo?

Me dispuse a devorarme los sesos intentando pensar en algún lugar que quisiera visitar hasta que recordé como anteriormente había ideado el decorar mi habitación.

- Estaba pensando en decorar mi habitación así que quisiese visitar algunas tiendas para comprar algunas cosas.

- Vaya, estoy empezando a sentirme algo especial para ti duendecillo  -alcé las cejas sorprendida por lo engreído que cada vez más resultaba ser a medida que pasaba más tiempo con él, en cambio Jake me dedicaba una sonrisa que ocupaba su rostro al completo y acabó agregando- es decir, me estás pidiendo a mí y no a otra persona el que te acompañe de compras así que como quieres que no me sienta especial para ti.

- Sí, te considero alguien especial -me observó entre confundido y sorprendido evidentemente no esperaba esa respuesta de mi parte así que me apresuré a explicarme- te considero especialmente imbécil.

El bufó con una mueca de resignación mientras que yo no pude evitar el comenzar a reírme como loca, claro eso fue hasta que se me escapó uno de mis clásicos gruñidos de cerdito en medio de la risa. Mi rostro ardió de la vergüenza y me lamenté interiormente por formar parte de ese grupo de personas que gruñen como cerditos al reír.

En el siguiente momento, tuvieron lugar las carcajadas de Jake que no cesaron hasta que le di un buen tirón de orejas.

- Oye, sueltáme bruta, me vas a arrancar mis hermosas orejas.

- Mejor, así aprenderás a no burlarte más de mi -le dije soltándolo para que dejara de chillar ya que la gente que estaba pasaba por la zona empezaba a mirarnos como si de bichos raros tratásemos-.

- Realmente debes de ser la más grande fan de peppa pig -comentó en un tono de diversión mientras miraba al suelo como si este fuese de lo más interesante-.

- ¿Perdón? ¿Qué dijiste?

- Ya me entiendes.

- No, no lo hago.

- Me refiero a que no solo llevas ropa interior con estampado de peppa pig sino que también roncas como peppa pig al reír. Empiezo a sospechar que tu comida favorita también debe de ser peppa pig -confesó mientras comenzó a reír de nuevo como si hubiera contando el mejor chiste de todos los tiempos-.

- Entonces... esto quiere decir que me viste caer esta mañana ¿no es así?

La risa de Jake cesó dando entrada a un ambiente completamente diferente al anterior en este reinaba el silencio. Sus ojos café estaban abiertos como platos procesando lo que acababa de salir de su bocaza.

- Estoy esperando una respuesta de tu parte Jake -le dije tratando de hacer un gran esfuerzo en sonar calmada, cosa que no conseguí-.

- Quizás -dijó girando su rostro lentamente hacia mi-.

- ¿Quizás qué?

- Quizás eso.

- ¿Quizás eso qué? -le cuestioné claramente enojada y supuse que el percibió mi enfado por la expresión que se encontraba en su cara como si comprendiera el que ya no valía la pena seguir evadiendo el tema ya que no tenía ninguna escapatoria-.

- Si, si te vi. Pero antes de que me ataques piensa en el lado positivo duendecillo.

- Ilumíname porque yo no logro entender cuál es el lado positivo de toda la jodida mierda que ocurrió.

- Pues para tu información has contribuido a una gran causa benéfica. No sé si seas consciente de la cantidad de estudiantes que se encontraban amargados a causa de su deprimida y lamentable vida, pero llegaste tú y le diste color a su vida con tu maravillosa caída, alegraste sus días e incluso incluyendo el mío, resultaste ser como un ángel caído del cie...

No lo dejé terminar e impacté mi puño contra su torso, el empezó a pegar chillidos quejándose del dolor alegando que era una salvaje, pero me valía mierda.

- ¿Quién carajos te crees crees que soy? ¿Un payaso? -el pareció dudar en responder pero cuando le lancé una mirada fulminante empezó a negar frenéticamente- Aquí el único payaso que hay eres tú, energúmeno.

- Si, pero tú más mi duendecillo amante de peppa pig.

Él se levantó y echó a correr al notar mis intenciones de querer jalarlo nuevamente de las orejas, el muy energúmeno pensó que se había salvado ya que recorrida una distancia se detuvo y miró hacia atrás pero para su completa sorpresa se encontró conmigo corriendo detrás suyo más que dispuesta a cumplir mi propósito.

Estuvimos corriendo hasta llegar al bloque de pisos donde al entrar Jake optó por tomar la vía de las escaleras y se apresuró a subirlas de dos en dos, yo le seguí pero apenas y podía subirlas sin tener que detenerme a cada cinco segundo para tomar aire además de que mis piernas cortas y mi condición poco atlética no me ayudaban en absolutamente nada.

Cuando conseguí llegar a nuestra planta, observé como Jake se metió a toda prisa en su apartamento, no sin antes observarme con una sonrisa victoriosa para luego arrugar la nariz y sacarme la lengua, cuando quise acercarme a él cerró la puerta de un portazo.

Fastidiada por su comportamiento infantil ingresé a mi apartamento y lo primero que hice fue desnudarme y meterme en la bañera para aliviar un poco del cansancio que sentía, poco a poco mi cuerpo iba relajándose a causa del agua cálida que me envolvía.

Al rato de estar pensando en todo y nada no pude evitar sonreír al recordar la persecución de Jake que había realizado, seguramente tuvimos que vernos como estúpidos para la gente que nos llegó a ver sin embargo la compañía de Jake me había animado bastante a pesar de que me resultara una persona irritante la mayor parte del tiempo. Al salir de la ducha, sequé mi pelo dejándolo suelto y esta vez opté por ponerme una camiseta holgada de color beige y llevar unos pantalones de algodón negros.

Estaba atando los cordones de las deportivas blancas que decidí calzar cuando el timbre sonó. Se suponía que Leyla y Kyle seguían en el instituto así que extrañada me acerqué a ver quien era. Mi duda se resolvió al contemplar al energúmeno de mi vecino por la mirilla de la puerta.

- ¿Vienes a recibir tu jalón de orejas? -le cuestiono intentando mostrarme fastidiada aunque en el fondo debía de admitir que encontraba la situación un poco divertida pero solo un poco-.

- Yo sé que te mueres por volver a tocar mis orejas, pero podemos dejar eso para después por ahora solo voy a acompañarte para ir de compras.

- Creí que no querías ir como corriste a esconderte en tu apartamento justo como lo haría un cobarde -le reclamé queriendo provocarlo un poco-.

- No soy un cobarde duendecillo, solo fui a por nuestro transporte.

Fruncí el entrecejo con confusión, confusión que se borró  cuando lo vi sacar un skate que traía oculto tras su espalda.

- Duendecillo te presento a mi lindo bebé, no hace falta que digas nada ya sé que es precioso además nos llevara hasta nuestro destino.

- ¿Vamos a ir los dos montados en eso? -el asintió repetidamente con emoción- ¿No crees que es muy pequeño para que vayamos ambos? -esta vez negó frenéticamente con el ceño fruncido sacándome un suspiro-.

Solo rogaba por que el resto del día no fuera tan horrible como las horas transcurridas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 11, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Caos, paz y amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora