Capítulo 2

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Estaba sentada en el suelo con la espalda recargada en la puerta cuando el ascensor emitió un pitido anunciando la llegada de de una chica pelirroja, que traía el pelo recogido en un moño alto donde algunos de los mechones estaban sueltos y adheridos a su rostro debido al sudor, sus mejillas tenían un tono rojizo. Junto a ella se encontraba un chico rubio con una envidiable nariz recta, vistiendo unos jeans rasgados y un chaleco de cuero, este último tenía aire de ser ese tipo de chico que te dejaba sin estabilidad emocional y te mandaba directa a terapia, bastante atractivo si me lo preguntan.

Venían charlando y riendo de algo hasta que la pelirroja se percató de mi presencia.

Al principio mostró una expresión confusa pero al instante puso cara de haber recordado algo importante. Se acercó hacia donde estaba algo avergonzada.

- Disculpa, pero ¿eres Sophie Roberts?

- Si, esa soy yo.

- Mierda santa, olvide completamente que te mudabas hoy, lo lamento tanto.

- No te preocupes, no pasa nada.

- De no haberlo olvidado hubiese esperado tu llegada para darte una bienvenida adecuada. ¿Llevas mucho esperando?

- No, solo una hora y media.

- ¡NO ME JODAS! Maldita sea, soy un desastre andante.

- Y uno irremediable -habla por primera vez el rubio ganándose una mirada de la chica como si esta quisiera darle un balazo entre las cejas- Deja que me presente bonita -me dice tomando mi mano y dejando un beso en mis nudillos, lo que provoca que la pelirroja ruede los ojos- Soy Kyle Evans, amigo de Leyla, me verás mucho por aquí y no sabes el gusto que me da saber que podré ver más seguido a una chica tan bonita como tu.

- Emmm e-esto un gusto igualmente.

Estaba más que segura que en estos momentos mi cara parecía un tomate maduro, y es que me encontraba bastante abochornada, pero entiéndanme no todos los días se tiene el privilegio de que tu mano sea besada por un chico tan apuesto.

Cuando mi vista se dirigió hacia Leyla, esta tenía el ceño fruncido con una expresión que me gritaba "soy consciente de tus pensamientos sucios, pequeña pecadora". Lo cual hizo que me pusiera aun más roja de ser posible.

- Aquí tienes Sophie -Leyla se encontraba extendiéndome unas llaves- Hice una copia de las llaves del apartamento para ti hace unos días, así podrás entrar y salir cuando te plazca.

Tomé las llaves y le agradecí, a lo que ella me respondió con una sonrisa deslumbrante. Leyla abrió la puerta del apartamento permitiendonos el paso a Kyle y a mí a su interior.

El apartamento en cuestión no es muy grande pero tampoco se puede decir que sea pequeño, luce cómodo y acogedor. La salsa es espaciosa y además incluye una chimenea para las épocas frías. Los pasillos de color crema están decorados con hermosas pinturas de paisajes que supongo que están hechas por Leyla, ya que en la parte de abajo de cada una de estas se encuentra su nombre escrito.

Leyla me guía hacia mi habitación que se encuentra al fondo del pasillo. Lo primero que veo al entrar es una cama mediana de sábanas blancas y bien planchadas con almohadas que se perciben de tacto suave, al lado de la cama hay una mesita de noche y sobre esta una lámpara. La habitación también cuenta con un ventanal que da con un pequeño balcón, que sin lugar a dudas voy a decorar añadiéndole algunas plantas y además también he pensado en pintar las paredes blancas de mi color favorito, así que tendré que ir a comprar pintura lila. Frente a la cama se encuentra un guardarropa cuyas puertas tienen espejos y en una de las esquinas de la habitación hay un pequeño escritorio de madera.

- Espero que sea de tu agrado, Sophie.

- Créeme que es mucho más de lo que podría pedir. Es sencilla y bonita, lo cual la hace perfecta para mi.

Al rato, nos encontramos los tres sentados en el sofá de la sala de estar, uno al lado del otro bebiendo refrescos.

- Bueno, cuéntanos bonita ¿cómo es que decidiste mudarte aquí? -me pregunta Kyle mostrando curiosidad-.

- Elegí esta zona específicamente porque además de parecer tranquila, se encuentra cerca del instituto al que me he trasladado.

- ¡ESPERA, ESPERA, ESPERA! -exclaman Leyla y Kyle al unísono con una expresión que irradia emoción, tras quedarse unos segundos en silencio-.

- ¿Qué ocurre? -les pregunto confundida por su reacción-.

- ¿Te has trasladado al instituto El Espino? -pregunta Leyla tomándome de los hombros con una emoción que sigo sin llegar a entender-.

- Si, ¿pero puedo saber a que se deben vuestras reacciones tan efusivas?

- Porque verás bonita, da la casualidad de que nosotros también estudiamos en ese instituto -informa Kyle dándole un sorbo a su bebida- ¿Sabes ya qué clase tendrá el privilegio de que asistas en ella?

- ¿Es en serio? ¡ESO ES UNA GRAN SORPRESA! Oh, y respecto a eso esta mañana me llegó un correo electrónico de la dirección del instituto informando que asistiré a la clase A.

- ¡MIERDA SANTA! Los tres asistiremos a la misma clase.

Tanto Leyla como Kyle se mostraron contentos por la información revelada y yo me encontraba feliz por aquello, ambos me habían agradaban mucho y parecía que yo a ellos también lo cuál me puso de muy buen humor. Poco después de aquella conversación Kyle se despidió de nosotras dándonos un beso en el cachete a cada una, Leyla y yo estuvimos conversando un rato más para conocernos un poco mejor y debía de admitir que esperaba con ansias que pudiéramos llegar a ser buenas amigas. Ella era una persona que me resultaba bastante tierna y se sentía bien el estar a su alrededor.

Ahora estaba vistiendo mi pijama tras haberme dado una ducha caliente para poder relajarme e irme a la cama a descansar -no lo conseguí en lo absoluto- estaba bastante nerviosa como para dormir. Sentía a una gran aglomeración de elefantes correr dentro de mi vientre por la expectativa de mañana al ser mi primer día en un instituto nuevo.

Tras una eternidad, cuando al fin me encontraba cerrando los ojos, mi móvil empezó a sonar, maldije al diablo al que le pareció buena idea el llamarme a estas horas.

Era un número desconocido el que aparecía en la pantalla, dudé un poco pero al final me decidí por cogerlo.

- ¿Hola?

- ...

- ¿Quién habla?

- ...

- Mira imbécil o hablas o te cuelgo que por si no tienes hora en tu casa son las dos de la madrugada y hay gente que necesita dormir.

- Cariño, soy yo.

Ahora la que se quedó muda fui yo.

¡MIERDA, MIERDA, MIERDA Y MIL Y UNA VECES MIERDA!

Caos, paz y amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora