Capítulo 10

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Nuevamente estaba tirado en el "sofá depresivo" según mi superior, navegando entre mis contactos hasta dar con el que quería. El nombre de mi salvador se dio a ver entre los pocos contactos de mi celular, así que no dudé al presionar el icono de llamada. Esperé hasta que la voz sonó al otro lado.

- ¿Atsushi-kun? -

- Ranpo-san, necesito su deducción urgentemente -

La voz de la otra llamada soltó un largo suspiro y volvió a hablar - Sé que es lo que quieres. Ahora, ¿qué obtengo yo al ayudarte? -

- Convenceré a Yosano-sensei de que te lleve a esa exposición de dulces en Yokohama a la que el jefe no te dejó ir el año pasado - Si había algo a lo que Ranpo no podía negarse era a: Los dulces, Poe y a Poe con dulces.

- Bien, eso es suficiente. Lo que debes hacer es muy fácil. El perro de la mafia lo que quiere es ser aceptado, entonces debes hacerlo, porque de no ser así, él te apartará para no enamorarse y sufrir más de lo que ya sufre actualmente. Ese no es el problema. El problema aquí es que tú aún dudas de tus sentimientos, ¿o me estoy equivocando, Atsushi?

No podía refutar ninguna de las palabras de Ranpo. Tenía razón en cada una de sus palabras. No sabía con exactitud qué es lo que sentía por Akutagawa.

Quería tenerlo a mi lado por siempre, ser egoísta por primera vez en mi vida y sólo pensar en mí y nadie más, pero las dudas me comían vivo. ¿Cómo se siente Akutagawa con esto? Con mi egoísmo, lo único que hago es confundirlo más. No se sentía para nada bien hacerlo.

No me entendía. Mis pensamientos parecían dividirse en distintas posturas que chocaban constantemente, generándome dolores de cabeza insoportables y un hueco en el pecho que no se llenaba con nada.

Traté de ordenar mis alborotados pensamientos.

¿Qué es lo que quería? A Akutagawa. Al menos eso era algo en la que mis contrapartes estaban de acuerdo.

¿De qué manera lo quieres? No tenía ni la menor idea de una respuesta a mi propia pregunta. Al menos no había una respuesta concreta por parte mía.

Tantos pensamientos rondando en mi mente, cada uno más atormentador que el otro, hicieron que perdiera la noción del tiempo y el espacio, olvidando también que Ranpo aún esperaba una respuesta de mi parte, la cuál nunca llegó.

¿Qué siento por ti, Akutagawa?

~

Hoy era otro día en el que tendría que estar cerca de aquella mujer de cabello rosado teñido. Quizás era yo, que me había despertado con el pie izquierdo o quizás era esta mujer que hoy se levantó más insoportable que nunca.

Estaba casi colgada de mi hombro tratando de joderme más de lo que ya estaba. Su voz era pegajosa cual chicle, slime, miel, semen o cualquier otra maldita cosa que sea pegajosa y difícil de quitar.

- Lindo, ¿eres japonés verdad? ¿Te debería llamar Senpai? - Preguntó mientras pestañeaba más de lo normal en un intento claramente fallido de lucir tierna. 

Que puto asco, la verdad.

- Ni en tus putos sueños. No me llames por mi nombre de pila si no nos conocemos. Ni siquiera conozco tu nombre - Gruñí irritado. Era imposible que mi ceño se frunciera más de lo que ya estaba fruncido, por lo que ahogé el instinto asesino que surgió de repente y apreté mis puños en la escoba que no tenía la culpa de nada.

Ella dramatizó como siempre, lloriqueando falsamente en una esquina del salón. Después de aburrirse de su propio drama, acomodó su cabello detrás de sus orejas y arregló su postura, demostrando más sus imponentes pechos -Es verdad. Olvidé decirte mi nombre. Soy Ámbar, un gusto -Hizo una pequeña reverencia a modo de respeto.

Ya no se veía tan desagradable de esa manera.

Dejé a un lado la escoba e imité su pequeña reverencia -Yo soy Chuuya, un gusto conocerte también - Recobré nuevamente mi postura inicial, notando que Ámbar se había sentado en uno de los escritorios. Ahora que se mantenía con la boca cerrada, podría mirar más a profundo su físico.

(N/A: chuuya red flag, no te conocía así chiquito bb 😔)

Tenía su rosado cabello atado en una cola de caballo alta, dejando sólo su flequillo suelto. Sus cejas y demás partes de su rostro eran algo normales, nada sorprendente, pero eso no quería decir que fuera común o fea. Su cuerpo era un tema aparte. Tenía una figura extraordinaria. Un pecho firme y voluminoso, una buena cintura que se notaba por su ropa ajustada, perfectas caderas que hacían que su cuerpo fuera como un reloj de arena y tenía unas piernas que no eran ni delegadas y tampoco muy voluptuosas. Había que aceptar que su físico era el estándar de cualquier hombre que se fijaba únicamente en el cuerpo de una mujer.

De no ser por su personalidad, me daría una oportunidad con ella.

Ella parecido notar que mi mirada no se despegaba de ella, por lo que sonrió y volvió a coquetear descaradamente.

El último salón fue limpiado. Suspiré agotado y feliz. Por fin podré ir a casa a tirarme en el sofá sin estar rodeado de mujeres pegajosas o hombres cavernícolas sin educación alguna.

Estaba saliendo ya de la Universidad, pero escuchó mucho ruido cerca. Caminé hasta el sonido de las voces, llegando así a un lugar un poco más apartado de la Universidad, topándome con la escena de tres chicos acosando deliberadamente a esta muchacha pegajosa de la que me había quejado por dos horas.

Me quedé en silencio observando y escuchando todo lo que hacían y decían en un lugar estratégico para no ser escuchado.

- ¿Por qué te ves asustada? ¿No te gusta la atención masculina - Escupió uno de los tres hombres.

- Siempre te vistes como una puta, pero te ofendes por unos simples halagos. Mujeres, ¿quiénes las entiende? - Apoyó el otro idiota.

De sólo escuchar las estupideces que salían de su boca, sentí una inmensa ira recorrer cada parte de mi cuerpo.

Ámbar apretaba en silencio la mochila en sus brazos, tratando inútilmente de mantenerse segura de estos tres tipos acosadores. Tenía una de sus mejillas coloradas y con la silueta de una mano afirmada en ella, en señal de haber sido agredida. Su cabello, que antes había estado amarrado en una cola de cabello, ahora su cabello estaba suelto y desordenado y recaía en sus hombros. Estaba temblando, por lo que ninguna palabra salía de su boca.

Con el poder de mi gravedad, caminé fuertemente, dejando grietas en el suelo, llamando así la atención de estos tres acosadores y de Ámbar -Tu culo debe estar celoso de toda la mierda que sale de tu boca -Bromeé con una sonrisa falsa en mi rostro.

Uno de los tipos se rió, golpeando en el hombro a uno de sus cómplices mientras me señalaba con uno de sus socios dedos -¡Mira, este pequeño chihuahua quiere retarnos! Esta zorra nos pertenece, así que mejor ve con tus dueños, cachorrito -

Toda mi rabia acumulada por fin explotó ante el apodo familiar y nuevo a la vez, lanzándome directamente hacia ellos.












ia no se si Ámbar va a ser mala 👹

En tus memorias |Soukoku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora