Capítulo 12

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Mi teléfono sonaba y sonaba, sin dar señales de querer detenerse. No quería abrir los ojos. Estaba cansado y no había podido dormir en casi toda la noche. Fue solo un milagro el haberme quedado dormido a las cinco de la madrugada. Había dormido exactamente solo una hora, de no haber sido por la tonta alarma en el celular. Había estado evitando la idea de trabajar por el simple hecho de que no quería tener ningún contacto con aquél hospital que Mori me había regalado en algún momento de mi estadía en la Port Mafia. Tuve que levantarme, porque la alarma estaba programada para sonar hasta que alguien la apague. Me arrepiento de haberla programado así.

De lejos se podía oír el sonido de platos y ollas. Probablemente Atsushi haciendo el desayuno, como siempre. Al bajar no me sorprendería si el magnífico plato era nuevamente chazuke. Me empezaba a acostumbrar al raro gusto del albino.

Estaba sentado en el borde la de cama, admirando el piso bajo mis descalzos pies. Mi celular reposaba en mi mano derecha. Después de pensar en cientos de cosas a la vez, levanté el celular a la altura de mi rostro y deslicé la pantalla para acceder al menú principal. Otra vez no tenía ninguna notificación de absolutamente nada, así que apagué mi celular y lo tiré lejos de mí.

Extrañaba los mensajes de "Buenos días, desgraciado" y "Buenos días, bastardo infeliz" que Chuuya solía enviarme en el pasado. Aunque siempre se quejaba de que tenía mucho trabajo, siempre se libraba de estas responsabilidades para tontear conmigo en chat. Extrañaba despertar con él siendo un desastre total por las mañanas porque siempre se movía demasiado en las noches, y terminaba desaliñado y en posiciones extremadamente extrañas y que a simple vista parecían dolorosas e incómodas, pero esas solo eran pequeñas cosas que hacían de Chuuya, Chuuya.

También extrañaba a Odasaku. Sólo pude verlo unas cuantas veces. Fue divertido recordar los viejos tiempos y burlarme de que poco a poco Odasaku llegaba con una cana más. Él sabía lo que estaría haciendo, así que no estaba preocupado de él. Sabía que me entendía.

Me levanté de la cama y empecé a caminar hacia la cocina, esperando y deseando que el plato de hoy no sea chazuke otra vez. Estaba seguro de que si seguía así, pronto incluso el agua me sabría a Chazuke o me convertiría en un Chazuke parlante.

Atsushi notó mi presencia y sonrió animado. En sus manos descansaban platos con la ya tan familiar comida de siempre, chazuke. - Buenos días, Dazai-san. ¿Quiere desayunar? -

Sabía que Atsushi sólo estaba tratando de ayudar, pero sinceramente, no quería volver a ver esa comida en lo que queda de mi vida. - Atsushi-kun, ¿no te cansas de comer siempre eso? - Estaba seguro de que sus habilidades culinarias podían hacer algo más que eso. Hasta un arroz con huevo frito me vendría mejor en estos momentos.

Atsushi me miró avergonzado, pero aún así respondió con esa seguridad tonta que lo caracterizaba. - No podría cansarme de algo que amo -

Y aunque estábamos hablando de Chazuke, a mi mente solo pudo llegar aquél chico de cabellera naranja, ojos celestes y altura poco desarrollada. Había permanecido demasiado tiempo junto a Chuuya, pero nunca me aburría. Cuando lo tenía junto a mí, me sentía tranquilo, y cuando estaba lejos de él, anhelaba aquella seguridad que me garantizaba su cuerpo y su personalidad extravagante. Nunca me cansaría de Chuuya.

Pero, ¿que pensaría Chuuya si se enterara que lo acababa de recordar por un plato de Chazuke?

Extrañaba demasiado a ese enano, idiota y enojón. Tanto que dolía recordarlo.

Atsushi se percató de mi expresión pensativa, y mientras colocaba el plato en la mesa, habló mirándome directamente. - Dazai-san, ¿pasa algo? Lo veo muy pensativo -

Reaccioné de inmediato y fingí que no me pasaba nada. A estas alturas, el plan acababa de empezar, no me podía permitir fallar en el momento más crucial. Borré cualquier rastro de tristeza o duda en mi rostro y volví a mí forma de actuar común. - Pensaba en lo mucho que desearía comer otra cosa que no sea chazuke, Atsushi-kun -

Atsushi giró los ojos, se sentó en la silla y después de agradecerse a si mismo, empezó a degustar su comida.

Seguí molestándolo. - Atsushi-kun, no te he visto tonteando en el sillón de la depresión últimamente. ¿Arreglaste tus problemas con esa persona? -

Atsushi detuvo la cuchara a medio camino y la volvió a colocar en el plato. Ahora tenía una expresión de descontento y hacía muecas al recordar ese asunto de su vida. No estaba esperando una repuesta, pero después de unos segundos de haber lanzado esa pregunta, Atsushi la respondió casi de mal genio. - Ya no sé qué hacer, Dazai-san. Estoy demasiado confundido -

- Deberías seguir mi consejo -

- No voy a secuestrarlo, Dazai-san. Además, él es más fuerte que yo. No podría secuestrarlo ni aunque quisiera -

Probablemente ahora se refería a los dones, pero preferí fingir demencia para ver la reacción de Atsushi y qué sería lo que respondería. - ¿En qué sentido es más fuerte? - Confiaba en que Atsushi tenía la boca muy grande y era muy ingenuo a veces.

- Su habilidad es más fuerte que la mía, supongo -

No fallé de nuevo.

Se dio cuenta de inmediato y su rostro lo decía todo.

Decidí seguir molestando un poco más. - ¿"Habilidad"? ¿A qué te refieres? -

Él tragó pesado mientras metía una porción muy grande de comida en su boca y casi termina asfixiándose por su tontería. Fue gracioso ver como casi se termina muriendo por ser muy tonto. Después de casi morir, limpió el resto de comida que había hecho caer y contestó con la duda a floreciendo en él. - Eso... Bueno, creí que lo recordaba. Eh, ya sabes, algunas personas tienen algunas habilidades, como en las películas de superhéroes y así -

- ¿Tú tienes una de esas habilidades? -

- Si -

Seguir molestando a Atsushi no me llevaría a nada, así que dejé de preguntar más.

No tenía ganas de comer nuevamente Chazuke, así que regresé a mi habitación pero no sin antes agradecer por la buena intención de Atsushi. Ya en la habitación, tomé nuevamente mi celular y tecleé el número que me sabía perfectamente de memoria.

Pasaron unos cinco segundos antes de que la llamada fuera contestada.

- ¿Pasó algo, Dazai? -

Me tiré en la cama, apoyé mi celular en mi oreja y respondí perezosamente. - Hola, Ranpo-san. Ya debes saber cuál es el propósito de mi llamada -

Ranpo hizo un sonido de afirmación. Por el sonido que podía escuchar, Ranpo debía estar comiendo algún dulce, allí la razón de porque se tardaba en responder.

- Exactamente. Lo único que puedo decirte es que, Chuuya-san se encuentra en Francia con el perro de la Port Mafia. Al pobre chico le hicieron creer que tiene diecinueve y ahora debe estar asistiendo a alguna universidad en Francia -

- Oh, ¿en serio? La Port Mafia siempre tiene que hacer que las cosas sean más complicadas -

Chuuya decía odiar los estudios. Lo dijo una vez en una de nuestras tantas citas después de habernos escapado del trabajo.

- Dazai, a los que les gusta complicarse la vida es a Chuuya y a ti -

- No lo entenderías Ranpo-san -

- Sabes que puedo hacerlo, ¿verdad? -

Cierto. Era demasiado inteligente como para no entenderlo.

- Pero de todos modos tenía que decirlo, así sonaría más dramático -

Sólo Chuuya y yo entenderíamos la razón. No esperaba que otras personas pudieran entenderlo.

























Dazai no está lokito. Está fingiendo, pero siempre hay una razón para todo, ya se enterarán pronto 🧍

Los kiero mucho y disculpen por no andar actualizando seguido

En tus memorias |Soukoku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora