Parte 8

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—¡Daemon, no! ¡No lo ha-!– La voz de Criston se cortó por los labios de Daemon besándolo apasionadamente, presionando sus muñecas sobre las paredes con las manos como si fueran grilletes, ignorando los forcejeos del omega.

El cuerpo de Daemon hizo fricción con el suyo y Criston gimoteó de manera ahogada con la erección del príncipe frotando su pene hasta despertarlo también. Las piernas de Criston temblaron. Por suerte, la pared atrás le ayudó a no caer. Su cabeza comenzó a dar vueltas, su juicio comenzó a tambalearse, sintiendo unas mordidas a lo largo de su cuello, hombros y clavícula.

Estaban en la habitación de Laena, las niñas estaban durmiendo a varios metros, hacerlo ahí sería totalmente inmoral. Ni hablar de que en caso de ser descubiertos sería Criston quien pagaría los platos rotos, Laena estaba embarazada y toleraraba poco las cosas que antes callaba.

—Aquí no, Laena nos-

—A la mierda ella, sólo piensa en nosotros.

—¡Prometiste que no me obligarías a nada de nuevo! ¿Y si las niñas despiertan?– Cuestionó Criston clavando sus ojos sobre la cuna donde descansaban Baela y Rhaena. Baela se removía entre sueños, a diferencia de su hermana ni siquiera dormida podía estar quieta.

—Tendrás que vigilarlas bien- Respondió Daemon levantando la falda del vestido, sería la primera vez que tendrían sexo mientras el otro usaba la ropa acorde a su casta. Normalmente el omega se negaba siempre a usar vestidos con la excusa no le quedaba bien, pero por insistencia de Laena acabó usando el uniforme distintivo de las nodrizas.

—Así no, de verdad-

Criston jadeó entrecerrando los ojos, balbuceando a raíz de los estimulantes movimientos de la fricción entre sus cuerpos que hacía el alfa. Agachó la cabeza y el cabello le cayó sobre el rostro, entonces separó las rodillas mientras sentía el aire en sus partes íntimas, luego la pelvis del príncipe contra su pene y ahogó un gemido de la forma menos audible que pudo.

Entre sus tartamudeos, Daemon mordió su labio inferior y gimieron al unísono, sus erecciones estaban despertando por los movimientos estimulantes y Criston no se dió cuenta en qué momento las manos del príncipe dejaron de sostener sus brazos. Sus uñas se enterraron en la espalda de Daemon, apretando sus labios en una línea firme con un fuerte intento por contener sus sonidos de gozo. La humedad de ambos empezó a desbordarse y el alfa levantó una de sus piernas a un costado, separandolas para alinear en su entrada el pene.

Una de sus manos sostenía sus entrepiernas juntas, frotandolas de una manera irresistible para el sensible omega. Negó varias veces, alternando la vista sobre el hombro del alfa para ver que sus hijas estuvieran durmiendo y en la puerta, temiendo lo que pasaría si Laena los veía así en su habitación.

—No...– Su voz era ronca y casi un susurro, los ojos aguados por el placer nublaron levemente su visión.

Daemon soltó su pierna y acarició su cuello, ascendiendo hasta su barbilla para sostenerla y levantarla, depositando varios besos sobre su piel mientras se hundía dentro del cálido cuerpo estremeciéndose. La primera vez que estuvieron juntos, supo que en verdad era completamente puro no sólo por la falta de otros aromas de alfas en su cuerpo, sino que al entrar era bastante estrecho. Su hermano le había entregado al omega que pudo vencerlo en una justa para que se divirtiera con él y le había sacado mucho provecho.

Criston era sólo suyo, en cuerpo y alma. Y se aseguraría de que nunca lo olvidara.

Movió su cadera y jadeó excitado, gruñendo eufórico porque su amante sólo podía abrazar su cintura con las piernas temblorosas, quejándose pero sin hacer nada para detenerlo, clavando más los uñas en su espalda con la próxima embestida.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2024 ⏰

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