Capítulo 3.

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CAPÍTULO 3.

LÍA

- ¡GANAMOS!- mi padre y yo chocamos las manos mientras que mi madre y mi hermano refunfuñaban diciendo que no deberíamos chulearnos tanto. El Monopoly era nuestro juego favorito.

-Venga Sam... no te mosquees. Yo te quiero igual- mi hermano mayor me hizo la cobra cuando intenté darle un beso en el moflete.

-Quita bicho.

Le saqué la lengua y fui a coger algunas patatas fritas del sillón.

- ¿Comemos? Me muero de hambre.

Me levanté y fui junto a mi hermano para poner la mesa mientras mis padres cocinaban una hamburguesa. Estábamos a 15 de diciembre, pero en California hacía calor siempre. Por eso mis padres me prometieron un viaje a Boston cuando me dieran vacaciones en el instituto, es decir, en tres días. Ya estaba en duodécimo grado, mis padres ya estaban mirando universidades. La que más les gustaba era Stanford para tenerme cerca y estar con Sam.

Nos sentamos a la mesa y, mientras ellos hablaban, yo miraba el tiempo. Enseguida darían el de Boston. Quería que nevara cuando yo fuera.

-Lía.

- ¿Eh?

- ¿En qué piensas?

-En nada, papá.

-Seguro que piensa en ese chico. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí! John Bridges.

Le tiré una patata. No me gustaba ese chico. Era un creído. El quarterback. Le odiaba. Nos mandaron hacer un trabajo juntos y se trajo a mi casa a su ligue del día. Tuve que hacer yo el trabajo mientras él se iba de casa por orden mía con la tonta esa.

- ¿Quién es John?

-El quarterback. Pero no me gusta, de hecho le odio. No es más que un... no sé.

Mi hermano se echó unas carcajadas mientras yo me moría de vergüenza por las preguntas de mis padres y una mini charla del sexo.

De tanto que se reía, que a Sam se le salían lágrimas de sus ojos azules.

Cuando terminamos la comida, subí a mi habitación para ir haciendo la maleta. Necesitaba tenerlo todo organizado. Abrí el armario mientras que Sam se tiró a mi cama y rebotó. Me miraba como esperando algo.

- ¿Qué pasa?- pregunté con buen tono.

- No tendrías que ir sola a Boston. No lo veo buena idea. Aunque sea, llévate a John- lo último lo dijo de broma.

-No es mala idea, solo que tienes envidia.

-Para nada. Yo puedo ir cuando quiera y no tenga que estudiar mucho. Pero tienes diecisiete años y hay mucho capullo suelto.

-No me va a pasar nada.

En su cara había preocupación, pero yo iba a ir a Boston fuera como fuera.

-Tienes que cruzarte Estados Unidos entero... al menos déjame acompañarte.

Asentí y fui cogiendo ropa que mi hermano descartaba o aceptaba. Necesitaba más ropa de invierno, no tenía nada. Como no tenía carnet de conducir, convencí a Sam para que me llevara. A sus diecinueve años, mi hermano era un chico guapo estudiando en Stanford su carrera de Medicina. Casi todas las amigas que tuve se encapricharon de Sam, cosa que me molestaba. Sólo venían a mi casa para verle y había algunas que se hacían pasar por amigas. Pero también tenía amigos de verdad, claro.

Entramos en tantas tiendas que ni me acordaba de los nombres. Me compré un abrigo, unas botas UGG de color marrón claro, miles de jerséis, un gorrito... arrasé las tiendas según mi hermano. El carrito que empujaba él, porque quería, estaba a rebosar.

-Oye, ya es hora de merendar... ¿podemos ir a tomar algo? Estoy cansado.

-Vale... te invito a algo. ¿Esa cafetería?

-Mismamente- se encogió de hombros. - Sube.

Me subí al carrito y lo empujó hacia donde nos dirigíamos. Cómo le quería.

Lía & LukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora