Quién diría que una pequeña mentira desataría un terremoto de emociones.
- ¿Cuántos años tienes?
- ¿Eso importa?
- Mucho
Guardo silencio para después decir
- veintitrés
...
- Hermanita, ven, deja te presento al tío de Adrien
...
- No dijiste que t...
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El río estaba tan helado que estaba a punto de congelarse o eso parecía a la vista de Evangeline, quien se moría de frío, solo llevaba un vestido corto y estaba descalza, parada sobre la barda del puente.
El vapor salía por su boca cuando daba pequeños y molestos sollozos.
Ella ya sabía la verdad, desde hace tiempo para ser honestos, nunca lo dijo en voz alta para que no se sintiera real.
¿Pero como no sentir real algo que acabas de presenciar?
No iba a saltar, no era una suicida y la razón sería muy estúpida, solo quería sentirse tan fría como un muerto y dejar salir las últimas lágrimas que le dedicaría a su ahora ex novio.
— Lo que sea que la esté llevando a hacer esto, tiene solución, no hay necesidad de...
Lo volteo a ver en cuanto lo escucho.
Un hombre.
Un hombre de algunos treinta años y bien vestido, se acercaba lentamente hacia ella, con la mano extendida.
— No salte, por favor.
Una amarga carcajada salió de ella
— ¿De verdad creé que arruinaría este bello vestido para que un cadáver lo usé?
Algo descolocado, siguió acercándose sin bajar su brazo.
— No es común ver a mujeres sobre el borde de un puente muy alto ¿No creé?
Se giró sobre sus talones, aún sobre el borde, ocasionando un pequeño e imaginario infarto al hombre.
— Siempre es usted tan metiche — comentó sonando más como una afirmación que una pregunta.
— Solo cuando una bella dama se encuentra en apuros
¿Acaso estaba coqueteando con ella?
De un salto e ignorando el brazo del hombre, bajo quedando a la par de este.
Resopló, recogió sus zapatos y abrigo del suelo, se dió la media vuelta y camino por el lado contrario del rubio-oscuro.
— ¿A dónde va?
Su brazo la detuvo, girandola al mismo tiempo.
Tomándose un poco de tiempo, pudo analizar mucho mejor a aquel extraño, como ya se había mencionado, estaba en sus treintas, pero muy bien conservado y demasiado atractivo, sin mencionar que era de esas típicas personas que a primera vista gritan: ¡Dinero!
Aquel extraño no tuvo pena de igualmente analizarla.
— Yyy ¿Se quedará observando o dirá algo antes de que me vaya?
