Quién diría que una pequeña mentira desataría un terremoto de emociones.
- ¿Cuántos años tienes?
- ¿Eso importa?
- Mucho
Guardo silencio para después decir
- veintitrés
...
- Hermanita, ven, deja te presento al tío de Adrien
...
- No dijiste que t...
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Los cuchicheos aumentaban los nervios de Evangeline.
Sentada hasta el frente, lo único que calmaba sus nervios era la mano de Chris que constantemente dejaba caricias sobre ella.
Su mirada solo se ubicaba en tres puntos posibles.
El piso, el techo... Y Lilian.
Extravagancia.
Drama.
Poder.
Eso era lo que Lilian quería transmitir, y lo había logrado.
Su vestido era muchísimo más grande que su cuerpo y como si fuera la mismísima reina de Inglaterra, su velo era sujetado por una gran corona.
Todo eso, con una sonrisa llena de soberbia, egocentrismo y falsedad.
Los regaños susurrados de su madre plantaron su alma nuevamente al suelo.
La señora de los Woods, con ambas manos hizo una mímica de sonrisa hacia Camila, quien Lilian (sorprendentemente) había escogido como su dama de honor.
Camila rodó sus ojos, toda la ceremonia no pudo ocultar su desagradó hacia la pareja.
— Anillos...
Silencio...
Lilian frunció el seño.
Eva mordió su labio a causa de los nervios y bajo la mirada, estresada.
— ¿Anillos?
Chris frunció el seño.
¿Y a este idiota que se le perdió?—
Pensó Chris al ver como uno de los padrinos no dejaba de ver a Eva sorprendido.
Nadie parecía notar que su mirada iba directo hacia Eva, solamente dos personas.
Christopher Donovan.
Y
Richard Manson Woods.
El hombre pareció despertar de su trance, y dió los anillos, ahora con el semblante serio e intimidante.
Cada palabra que salía de las dos personas posicionadas en el altar, entraba y salía por su otro oído.