Lee Felix

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A la mitad de curso anunciaron que habría un estudiante transferido, haciendo enloquecer a los demás porque eso casi nunca sucedía, y cuando llegaba uno todos querían una amistad con esa persona.

Claro que no hubo esa excepción cuando Lee YongBok, o también conocido como Felix, se integró a la clase en su primer día de escuela.

— ¿Cómo es la vida en Australia?

— ¿Por qué te mudaste a Corea del Sur?

— ¿Tienes pareja?

Miles de chicas se le acercaron haciéndole diferentes preguntas, ocasionando que su cabeza se volviera loca con tantas voces a su alrededor.

Con respeto se despidió de las estudiantes, yéndose al baño para echar agua en su rostro. No sabía que sería tan sofocante ser un alumno nuevo en otro país.

Mientras pensaba que quería amistades duraderas con gente normal y no con falsa que al final te terminaba traicionando, escuchó a dos chicos riendo entrar a los baños; deseaba obtener una amistad como la de ellos.

Con un leve suspiro se miró al espejo, estando en el reflejo también los amigos felices. No iba a mentir en que uno le llamó la atención por cómo reía, vaya que era tierna su risa. Dejando eso fuera de su mente, salió para ir de nuevo a la clase de los agobios.

La maestra se metió al aula diez minutos después, y como bien sabía Felix, ella le dijo que se presentara a la clase de pie en su asiento, cosa que hizo con brevedad, una sonrisa, y una reverencia.

SeulGi, así se llamaba quien sería su tutora y daba la materia de matemáticas, comenzaba la jornada estudiantil en la mañana.

Tras otras materias con profesores que el australiano tenía que familiarizarse, sonó la campana del receso largo para comer.

Había chicas más que chicos alrededor del recién transferido, como no, pidiendo que fuera a su mesa en la cafetería, pero él rechazó a todos respetuosamente, no quería un cortocircuito mental de nuevas.

Por los pasillos cada una de las miradas se encontraban fijas en él, al igual que murmullos sobre su aspecto físico buenos y malos. ¿Y le importaban? Para nada, Felix amaba su cuerpo entero, no tenía complejos.

En la cafetería tomó una bandeja y pasó por la fila de la comida, donde los cocineros colocaban los alimentos del día sobre los diferentes compartimentos divididos del metal.

Y ahora venía la pregunta del millón; ¿en qué asiento comería?

Si iba a una mesa sin nadie, se sentiría solo y marginado, pero como no le gustaba esas sensaciones y anhelaba hacer amigos, la timidez tenía que apartarla sí o sí. Entonces, con valentía, visualizó los sitios libres y luego a los chicos del baño en una mesa de cuatro ellos dos solos.

Se habló a sí mismo, y caminó a ese lugar decidido sin vergüenza.

— Hola, ¿puedo sentarme aquí?

SeungMin y JiSung, al escuchar una voz nueva entre ellos, levantaron la mirada en dirección de donde provenía.

— Claro, no hay problema.

Comentaron casi al unísono sonrientes, aliviando de esa manera a Felix quien se colocó feliz.

Así fue como el australiano tuvo sus primeras amistades en Corea, agradeciendo enormemente que fueran ellos dos.

●○●○

Han pasado cinco años de que Felix se mudó a un país totalmente nuevo para él, teniendo que hacerse a las costumbres y hábitos de este. Una muy buena ayuda, habían sido sus amigos de la escuela cuando fue transferido.

SeungMin, JiSung y él eran un trío dinámico, su química estaba a otro nivel y la mayoría de las veces se les veía juntos yendo a cualquier lugar.

Pero un día, sucedió la peor pesadilla del extranjero que algunas veces pensaba, siendo ya una realidad que tendría que afrontar.

En esa misma semana de la noticia, pidió a SeungMin salir a dar un paseo por la zona en la que vivían.

— Estás raro, no te noto con tu típica alegría y sonrisa de siempre... ¿Ocurrió algo?

El coreano, preocupado por su amigo sin su chispa habitual, le miraba queriendo saber qué le tenía así.

— Sinceramente, no sé cómo iniciar esto. ¿Te acuerdas que me mudé aquí por el trabajo de mi madre?

Y ahí, ya se encontraba atando cabos de lo que se avecinaba.

— Felix, no me digas qué... ¿Vuelves a Australia?

Los pasos de ambos cesaron en un banco para sentarse, donde se escuchó un suspiro pesado del pecoso.

— Sí. A mi madre la han transferido de vuelta, tenemos hasta este fin de semana. Te lo quería decir a ti primero y a solas, por que también hay otra cosa para contarte.

Ambos ya se encontraban con los ojos llorosos y alguna que otra lágrima escapando. Entonces, el australiano sonrió melancólico y observó a las pupilas contrarias.

— Kim SeungMin, te amo. No de forma amistosa, si no de forma sentimental. No podía irme sin antes decirte mis verdaderos sentimientos por ti, y es que estoy enamorado de tu cuerpo y alma. Gracias por apoyarme, estar a mi lado y ser un gran amigo, nunca te voy a olvidar.

— Siento mucho no poder corresponderte... Sé que duele no ser recíproco, pero lo que menos quiero es perder tu amistad. Yo te voy a extrañar demasiado.

Los dos se fundieron en un largo y cálido abrazo mientras lloraban, porque sería el último que tendrían antes de la ida de Felix a su país de origen.

Hold On ◆SeungMin × Stray Kids◆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora