Prólogo

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Cuando escuchas la palabra suicidio, ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente?

Los doctores corrían por los largos pasillos del hospital con una niña recostada sobre la camilla de urgencias, tenia un fuerte golpe en la cabeza, sangraba, los policías encontraron una pistola vacía a su lado, pero no mostraba rastros recientes de pólvora.

¿Qué imagen ves?

Llegaron al quirofano, preparados para operarla, quitar los pedazos de madera del costado de su cráneo

—La perdemos— Habló el cirujano a cargo sin quitar su atención de la herida que debía atender —Preparen descarga— Ordenó a las enfermeras

—Cargando—Anunció la enfermera —Despejen— Anunció haciendo que los demás retiraran sus manos del cuerpo de la niña. Nadia volvía a la vida una y otra vez, una y otra vez, alargó su cirugía más de lo necesario, hasta que su corazón decidió que ya había tenido suficientes descargas y en contra de su voluntad, comenzó a latir para ya no detenerse

¿Qué es lo que sientes?

Lo primero que articulo Nadia fue un basta, nadie supo a qué se refería y no volvió a hablar después de eso, si y no era lo único que se escuchaba venir de ella, no contestaba a nada más y eso no ayudaba a la policía, pues esa misma noche hubo otras 9 llamadas al 911, todas reportando un suicidio, Nadia estaba metida en eso por simple lógica

《Boca》 eso dijo cuando preguntaron por la pistola, abrió la boca y con su mano formó una pistola, metió el dedo en su boca sin cerrar y se quedó en esa posición durante un tiempo, hasta que bajo el pulgar diciendo 《bam》y no dijo más

Diferentes policías habían estado llegando para preguntarle cosas, pero ninguno parecía generarle reacción alguna, pero a ciertas personas las veía detenidamente y después soltaba a llorar, acostándose de lado, haciéndose pequeña en ese hospital tan grande

¿Te da igual?

—Su turno detective— Dijo el decimoquinto policía, pasando rendido por el lado de Beatriz

—¿Tan mal esta?— Preguntó ligeramente preocupada, ¿Qué haría que una niña tan pequeña decidiera...matarse?

El policía solo se encogió de hombros, ella lo vio detenidamente unos segundos y después se volteo, dándole la espalda y diciendo "se parece a el" parecía que hacía eso con algunas personas, personas con características específicas.

Beatriz avanzo a la habitación que le había indicado la recepcionista, una de las personas a las que Nadia había reaccionado cuando fue ingresada.

Ir al cuarto de Nadia la asfixiaba un poco, si su vida hubiera sido diferente, si jamás la hubieran adoptado ¿Habría terminado así?

—¡Ella lo prometió!— Grito Nadia tapándose con la sábana tan pronto Beatriz preguntó por los otros chicos, la mención de sus nombres generó en Nadia una rabieta, le arrojó uno de los floreros que habían dejado las personas del orfanato.

《Esta muy mal》 Pensó la castaña dándose una cachetada mental por desviarse

—Prometió que estaríamos juntos siempre...no es justo que solo ellos sean libres, yo quiero ir con ellos— Dijo sacando la cabeza de la sabana —¿Porqué les importa tanto que no me dejan morir?-—

En un principio aceptó este caso por su similitud con la única sobrevivente, huérfanas y condenadas a largos años metidas en el sistema, la niña lloraba entre las sabanas repitiendo que ella se lo había prometido, Beatriz pensaba en una secta, pero ninguno de los chicos en su lista de víctimas parecían tan tonos como para caer en un juego así

¿Lo harías si aquello te prometiera libertad? ¿Con el riesgo de que no se cumpla?

Gritos Ahogados

Reescritura

Gritos AhogadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora