Capítulo 6

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—¿Así que un plan, Uriana?— Suspiro Beatriz dando vueltas en la silla giratoria, la grabación había sido corta, pero suficiente como para hacer un nudo en su estómago

¿Cómo podía ser tan cruel un padre?

Recordó haber conocido a un niño en el orfanato, unos meses antes de ser adoptada por tercera vez, su padre lo abandono ahí porque su madre había muerto en la cesárea, el niño tenía 3 años y unos cuantos golpes en las piernas, quizás el padre había comenzado a caer en lo que el señor Wildfire, así que se alejo.

《Y será ella quien los salve》Pensó la detective sentándose apropiadamente en la silla.

Quería ver a su mamá, necesitaba a su mamá, justo en ese momento.

Uriana había sido rota, por el hombre que debió amarla y atesorarla más que a nada en este mundo, rompió su espíritu y le corto las alas de raíz.

Por un momento pensó que era culpa de Uriana, por un momento sintió rabia hacia la chica, ¿Porqué arrastrarlos con ella?

《Concéntrate Beatriz, no fue ella, no es ella la culpable, ellos lo hicieron por su cuenta, Nadia no está en el hospital por su culpa, no es ella.》

—Mi nieto siempre fue una persona frágil, usted sabe que los niños tienden a ser tan crueles que parecen encarnaciones del mismísimo satanás— Decía la señora Ademian sacudiendo la bolsita de té que había estado en su taza por los 3 minutos que pon...

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—Mi nieto siempre fue una persona frágil, usted sabe que los niños tienden a ser tan crueles que parecen encarnaciones del mismísimo satanás— Decía la señora Ademian sacudiendo la bolsita de té que había estado en su taza por los 3 minutos que ponía en las instrucciones de la caja —Y esos tres que usted menciona ¡Ja!, son los peores— La mujer le dio un pequeño sorbo al té, medio quemándose, por lo que lo dejo sobre el plato que hacía juego con su taza. —Ian no era una mala persona, y todos lo sabían menos los creídos padres de esos tres demonios, burlándose de un niño de 17 que no la temía ni la debía, ¿Todo para que? Para que lo encontrara su tío con un balazo en la cabeza, muerto— Su voz era de enojo, maldiciendo a todo y todos.

—¿Reconoce esta fotografía?— Preguntó Beatriz extendiendo la foto grupal de los involucrados

—Ian tiene una copia de esto enmarcada en su cuarto, sinceramente pensé que podría ser feliz, esos chicos lo hacían sonreír de formas que nunca había visto, al menos no desde que mi hijo y nuera murieron— Dijo volviendo a tomar de la taza.

Martha Ademian, una mujer en sus 89 años, piel arrugada como pasa, labios sumidos e igualmente arrugados, pero aún así los pintaba con un labial rojo intenso, se le veía cansada, decidió visitarla primero, pues se decía que su situación había empeorado desde que vio el cuerpo de su nieto tirado en su recámara.

Por su parte, Maria, su cuidadora, estaba a lado de ella, cabizbaja, lo que llevaba a Beatriz a pensar que ella sabía algo que la abuela no, o algo que ambas le escondían

—Ian tenía problemas con alguna persona relacionada con un tal "Kid"— Las mujeres se tensaron, Maria más que la señora —No se preocupen, no vamos a culpar a Ian de nada, solo quiero saber que pasaba con el para poder ayudar—

Gritos AhogadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora