1. Persecución

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El Equipo Tryhard es una manada poco convencional, pero no por eso menos unida. Son un grupo de amigos que se consolidó como familia, y su lazo es inquebrantable. Se forjó durante años de convivencia, años de solidaridad, de compañerismo, a base de peleas absurdas, aventuras y conquistas. Son fuertes por separado, e invencibles juntos, lo que aseguró su supervivencia y los mantuvo unidos a través del tiempo.

Suelen viajar mucho en busca de nuevos desafíos ―los une, además de la amistad, un fuerte gusto por la competencia― por lo que el único sentimiento de familiaridad y pertenencia que mantienen con el mundo es entre ellos mismos. Podrán pelear de forma bruta y discutir acaloradamente por tonterías, pero al final del día, no dejan de ser esos cachorritos que duermen acurrucados y siempre juntos. Spreen, el Alfa más joven, tiene la costumbre de rezongar por eso, pero jamás abandona el reconfortante amparo de quienes considera sus hermanos mayores.

Es un día como cualquier otro para la manada, en un terreno nuevo aún por explorar. Rumores sobre un torneo secreto los trajo hasta ese lugar. Por un lado, Farfa y Shadoune, los Alfas mayores y los autoproclamados líderes de manada, se encargan de los recursos para su nueva estadía. Por el otro, Serpias y Cris, los Alfas del medio, están ocupados armando el refugio temporal.

Son los Alfas más jóvenes los que suelen tener problemas con las responsabilidades y las tareas, Spreen y Conter, quienes se llevan tan sólo un año de diferencia y son los que más pelean. Esta vez están discutiendo muy empecinadamente sobre alguna ridiculez que ni siquiera les importa tanto, sus voces altas e insultos agresivos son el único sonido que se oye en el bosque. Farfa los observa a la lejanía y niega con la cabeza, sonriendo. Ninguno debe interferir a menos que se vuelva físico, es regla.

Spreen está a punto de responder un comentario sarcástico de Conter cuando de repente distingue un aroma que no pertenece a ninguno de los miembros de su manada, una presencia desconocida que dispara sus sentidos en alerta. Calla abruptamente y sus orejas se elevan, e incluso se endereza de su asiento. Conter no necesita preguntarle nada, sólo basta compartir una mirada y una sonrisa, y ambos salen a la caza, metiéndose en el espeso bosque lado a lado. La curiosidad le gana a todos sus impulsos, y cuando comienzan a empujarse por ver quién corre primero, rápidamente lo convierten en una competencia.

Una figura pálida se escabulle de ellos, corre a través de los árboles y sólo deja huellas tras de sí. Ciertamente hay que darle mérito, no cualquiera se escapa de los tryhards más veloces de la manada, mucho menos cuando ambos se lo toman como un reto.

La persecución se extiende durante unos minutos, y Spreen, de repente compenetrado, toma ventaja de Conter gracias a su agudo sentido del olfato. El hecho de que se lo esté tomando tan en serio ayuda también.

Es él quien, dejando atrás a su hermano, logra acorralar a la figura y la tiene a dos pasos de distancia, puede ver todo su cuerpo con claridad. Sólo tiene que estirar la mano y atraparlo.

Pero antes de que Spreen pueda hacerlo, la persona voltea y le tira un golpe que sólo es capaz de esquivar por su habilidad en el combate cuerpo a cuerpo, sus reflejos son los más afilados de la manada y está seguro de que, si hubiera sido Conter en su lugar, lo habrían noqueado.

Spreen arquea las cejas, sorprendido. No, más bien impresionado. ¿Quién es esta persona?

Sin embargo, al errar su ataque y verse acorralado, la figura no tiene otra opción más que detenerse, y Spreen lo hace con él, aún a dos pasos de distancia.

Ninguno de los dos habla en ese momento de quietud. Spreen lo observa detenidamente, atento a sus movimientos. Son ojos verdes los que le devuelven la mirada casi obstinadamente, brillan con los rayos del sol que se filtran a través de los árboles. Le ilumina el cuerpo por momentos, menudito y enano, lo que explica su rapidez. Sus orejitas puntiagudas están dobladas hacia atrás en su cabeza de castaños rizos, y respira agitado. Casi sin aire. Spreen se pregunta si es por eso que todavía no rogó por su vida.

Entonces el híbrido de gato se arrodilla con la cabeza gacha y extiende lo brazos sobre el suelo, mostrándole las palmas. Rompe el contacto visual al hacerlo y Spreen lo lamenta un poco, ladea la cabeza con curiosidad. No entiende del todo qué quiere decir con eso pero se hace a la idea: está rendido ante él. Es lo más cercano a una súplica.

Antes de poder hacer algo más, Conter se une a ellos, y se detiene a un lado de Spreen.

―Vaya, lo atrapaste ―dice, palmeándole el hombro, pero Spreen no voltea a verlo, tiene los ojos sobre el gato―. ¿Y ahora?

Spreen levanta los hombros. No sabe.

―Bueno, ¿es peligroso?

―Ahora no ―contesta Spreen, pensando en el golpe que tuvo que esquivar. Hace un momento atrás quizás su respuesta habría sido otra.

Conter murmura reflexivamente.

―¿Has intentado hablar con él?

Y Spreen, percatándose de que no, lo hace.

―Eu, vos. Michi.

Las orejas del gato se levantan, y eleva el mentón para mirarlo. Le frunce el ceño, demasiado amenazante para alguien que supuestamente está rendido, pero no responde. Spreen se acuclilla para estar a su altura, aún sin acercarse.

―Soy Spreen. Buena persecución, bro. Lamentablemente soy el mejor, pero estuviste bien.

Escucha a Conter resoplar tras él, y el gato lo sigue mirando en silencio. Spreen sonríe.

―No te vamos a hacer nada, a menos que te pongas agresivo, ¿tamos? Queríamos alcanzarte nomás.

Y con sus palabras, el híbrido se endereza lentamente hasta quedar sentado sobre sus talones, poniendo las manos sobre sus muslos, aún sin dejar de mirar a Spreen, precavido. El rabito de Spreen se mueve un poco con emoción al notar que toda su atención está puesta en él. Quiere escucharlo hablar.

―Yo soy Conter, y perdona si te asustamos.

―Si fue así, fue sin querer, michi, te lo prometo ―dice Spreen, esta vez acercándose con una sonrisa relajada, con la intención de lucir amistoso, pero detiene sus movimientos en seco.

El olor, ahora que ya no lo está persiguiendo sino que está quieto y muy cerca de él, hace que su cuerpo reaccione. Es dulce, lo saborea en su boca, saliva ante su gusto. Sus pupilas se dilatan y se le debilitan las piernas, por lo que cae hacia atrás y su pecho retumba con un gruñido. Los ojos verdes, cristalizados del híbrido, del omega, lo observan con pavor.

―¿Spreen? ―pregunta Conter, notando el cambio en su aroma, y el híbrido de gato aprovecha el momento para salir corriendo, tan rápidamente que ninguno de los dos hace siquiera el amago de seguirlo. No cruza por sus cabezas en ningún momento, menos en la de Spreen, nebulosa y revolucionada.

Spreen parpadea con fuerza y se golpea la cabeza dos veces, volviendo en sí. Luego mira a Conter.

―Uh, no nos dijo su nombre ―es todo lo que dice.

Bloom | happybearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora