2. Encuentro

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Carre tiene maneras extrañas de conocer gente nueva, pero la más reciente siendo la persecución que casi lo mata del susto definitivamente ocupa el podio. Y ni siquiera fue su culpa. ¿Qué clase de enfermos salen a la caza sólo por diversión y después se disculpan como si nada?

«Eu, vos. Michi»

Carre resopla una risa irónica mientras reposa cómodamente en su refugio entre los árboles. ¿Quién se creía que era el oso ese? Un cachorro Alfa que cae de rodillas simplemente por oler a un Omega no debería andar por la vida comportándose así, pero bueno. Cada quien con lo suyo, piensa.

Ya ha pasado un día del incidente, y no han habido señales de la manada que se topó por casualidad, lo que lo deja tranquilo. Por el momento está bastante lejos de sus amigos; se decidió por ser un poco más aventurero, un poquito más independiente. Carre es un híbrido muy de la casa y vive pancho entre gente que lo ama, pero últimamente quiere cambiar su estilo de vida, o simplemente exponerse a otras experiencias. Al menos para poder sobrevivir en situaciones extremas. Además, el próximo torneo que se iría a organizar en la zona era prometedor por decir lo menos, pero para eso debía prepararse.

Se decide por salir de su refugio en búsqueda de algo para tomar, conoce un lago no muy lejos del que es seguro beber. Pero justo cuando está llegando, se percata de que hay alguien siguiéndolo. Lejos de sentirse intimidado, descarta la posibilidad de correr, y simplemente voltea.

—¿Vos otra vez? —pregunta, a lo que Spreen sonríe, caminando hacia él y deteniéndose a una distancia prudente.

—Capo —extiende los brazos y le muestra las palmas en lo que sabe que es una burla de él—. Tranquilo, no te voy a hacer nada.

No es ese el problema precisamente. Carre comprende que este chico no es una amenaza, pero aún así le parece extraño volver a verlo.

—¿Qué querés?

Las orejas del oso hacen un movimiento curioso y su sonrisa se ensancha, casi tanto como para mostrarle los relucientes caninos.

—Quería ver qué tan difícil era rastrearte. No mucho, parece.

—O será que te afectó tanto oler a un Omega, cachorro.

A diferencia de lo que esperaba, Spreen sólo suelta una risita por su comentario. Carre lo mira por un segundo más antes de volver a darle la espalda para beber del lago. Espera que su silencio sea indicativo de algo, no está seguro de qué aún, pero Spreen sólo da un par de pasos para hacer lo mismo que él, justo a su lado. Es entonces que Carre aprovecha su cercanía para mirarlo tan discretamente como puede.

Hace un día tuvo la misma oportunidad, pero el cagazo del momento fue suficiente distracción. Repara nuevamente en la altura del híbrido de oso, de porte larguirucho y músculos delgados; en sus manos mientras junta agua y la lleva a su boca, ambas repletas de cicatrices de cortes y callos; en los detalles de su rostro, inmaculado a diferencia de todo el resto de su cuerpo. Tiene rasgos muy delicados, lo hace lucir jovencito. Parece siempre portar una sonrisa burlona, o al menos así lo hizo desde que lo vio por primera vez.

Quizás eso sea lo que mantiene a Carre tan inquieto. Todavía no entiende qué es lo que le provoca tanta gracia.

—¿Cómo te llamas? —pregunta Spreen de repente, con un tono animado. Casual, tal como si Carre fuera un amigo, y no sólo eso, sino que le sonríe y lo mira de una manera que sólo distingue como genuina. Tiene una expresión tan jovial que Carre se pregunta si este es realmente el tipo que un día atrás esquivó su golpe más rápido y lo orilló a rendirse.

Titubea un poco ante la pregunta, arruga la frente y frunce los labios. No sabe si responder o no. De hecho, no sabe bien cómo encarar a Spreen del todo y es extraño en él sentirse así.

Bloom | happybearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora