Eran las 8 de la mañana. La ducha había cumplido su propósito. La vieja grabadora continuaba encendida reproduciendo Arctic Monkeys, la banda favorita de Elizabeth. Mientras cantaba "505" a todo pulmón en su pequeño apartamento, escuchó el timbre de la puerta.
"Qué raro"-pensó. Ella jamás recibía visitas, salvo de su amiga Lauren, que con cariño había apodado "Bambi", pues cuando llegó a estas tierras extrañas la conoció y, sus piernas eran tan curiosamente delgaditas que le recordaban aquel venadito de tan linda película infantil.
A Lauren esto jamás le incomodó, pues le parecía que lo hacía por cariño. En cambio, ella había apodado a Eli "Cenicienta", pues aunque no tenía hermanas a quienes atender, era esclava de sí misma. A la mínima que podía, se encontraba limpiando por aquí y por allá. Pues era fanática de mantener el orden. Su departamento estaba siempre impecable. Demasiado para una persona que vive sola y que jamás recibe a nadie.
Eli abrió la puerta y se sorprendió al recibir un recado y un ramo de flores. Girasoles. Los amaba pero, ella no tenía pretendientes. Ni hablaba con nadie. Ni estaba enamorada de nadie. El amor no era de su interés, al menos eso se decía. Porque primero deseaba conseguir una estabilidad económica y ser totalmente independiente sin preocuparse por el mañana.
Dió las gracias al amable portero que las había subido y cerró la puerta. Casi cae cuando intentó correr hacia la mesita para poner el grande ramo. Había una tarjeta, no decía el nombre de quien las había enviado, pero sí había unas palabras dulcemente impresas, "Ojalá tu primera semana de trabajo haya sido lo suficientemente buena. Espero el presente te alegre esta semana también".
Los ojos de Elizabeth se abrieron tanto que cualquiera que hubiese presenciado aquella escena pensaría que se le iban a salir.
Entonces recordó. El día viernes, justo al salir de la Agencia, al lado de su jefe, vió pasar un encargo de flores.
-No le parecen lindas? Las flores siempre dan color a la vida.
- Claro, son bellas. Pero las rosas no son tanto mi estilo. Si alguien decidiera darme algo así, agradecería que primero me consultase mis preferidas.
-Ah si? Y cuáles serían esas señorita Carter?
-Girasoles. Por supuesto. Son hermosos. Podría tener mi cuarto invadido de éstos y jamás me cansaría de verlos.
Dicho esto, Ander sólo rió. Claramente Eli no se imaginó jamás lo que en su mente estaba calculando tan perfectamente.
Guardó la nota dentro de su Diario, como si no quisiera olvidar nunca esa fecha. Olió los girasoles tan profundamente, como si quisiera que el aroma se quedara impregnado en su nariz el resto de la semana. Puso el ramo en un florero y lo puso en una mesita para adornos que estaba situada justo frente a la puerta, así podría verla cada vez que se fuera, y cada vez que llegara.
Un mensaje de Bambi llegó a su viejo celular. "Haré unas diligencias y tengo el auto de papá. Te doy un aventón a tu trabajo de ensueños?"
Respondió el mensaje, agradecida infinitamente. Bajó las escaleras corriendo y encontró a su amiga estacionada frente al edificio. En serio que su estilo eran los Audi.
Lauren no era para nada como ella. Su familia era posicionada. Tenía una fortuna que su padre había conseguido al poner casinos por todo New York. Los lujos nunca faltaban en su familia y tenía todo para triunfar en la vida. Aunque incluso si no lo hacía, ni siquiera importaba, tenía su herencia asegurada. Sólo había un problema. El comportamiento de Lauren era deplorable a los ojos de su padre. Ella jamás tenía metas, no era responsable. Sus relaciones amorosas cambiaban cada semana. No le importaba el amor, o el trabajo, o la seriedad de los eventos que su padre ocasionalmente tenía y le pedía que se comportase. Ella solo se preocupaba por la diversión. Así que su padre, como último acto de intentar dominar a su hija, le limitaba los ingresos. Quería que cambiara, pues algún día ella sería dueña de todo, y detestaba la idea de que tirara todo su esfuerzo a la basura por no saber madurar. Su madre era otra cosa, confiaba en su hija. O quizá el amor la cegaba. Estuvo años en tratamiento y tras intentar demasiado al fin llegó a su vida Lauren, jamás tuvo más hijos. Pero no importaba, ella era su mundo. Y sus actitudes sólo eran las propias de una jovencita. Si debía disfrutar, estaba bien. Ya sentaría cabeza algún día.
Ninguna de las dos chicas tenía hermanas, así que decidieron adoptarse una a la otra y se querían como si realmente lo fueran. Eli era la hermana sensata que sermoneaba a la pobre oveja descarriada. Lauren, bueno, ella se esforzaba por presentarle los chicos más guapos de la ciudad a su amiga, y cuando todo salía mal, al menos le llevaba algo de emoción a su vida llena de responsabilidad.
-Sabes, no quiero impresionar pero, me llegó un ramo de girasoles hace un momento. -dijo Eli intentando con todas sus fuerzas aguantar la sonrisa que se avecinaba-.
-Qué?! Flores? Para ti? Y las aceptaste? No puede ser. Estás saliendo con alguien y no me has dicho? Quién es él? Cómo se llama? Desde cuando? Es guapo? Tiene dinero? Ay por favor dime que es moreno, me encantan los morenos. Claro, no es que deba encantarme a mí, pero realmente, son apuestos. Le tomaste foto al ramo? Vamos muéstrame!!
La cabeza de Eli casi da giros, su amiga la bombardeaba de preguntas y afirmaciones tan rápidamente que no supo ni siquiera que responder primero, espera, qué preguntas había hecho?
- Atención al frente y manos en el volante Lau. Y no, no salgo con nadie. Creo que fue mi jefe PEROOO, solo fue como un gesto de amabilidad por mi empleo nuevo. Quizá sea alguna costumbre. Sí los morenos son apuestos -aunque para ella lo de menos era fijarse en chicos ahora- y no, no le tomé fotos al ramo -levantó el pequeño y muy antiguo celular de teclas que ni siquiera cámara tenía, solo servía para llamadas y mensajes, no necesitaba más. Bueno, no tenía para más-.
-Chica, en serio necesitas cambiar ese cacahuate al que llamas celular. Pero, de verdad crees que es alguna costumbre? No me imagino a tu sexy jefe enviando flores a esa chica amargada con la vida a la que llama secretaria. No será que le has pillado? -dijo intentando convencer a la chica de que se planteara la idea del romance-.
-No por favor! Ni lo intentes. Nada de amor, ya lo sabes. Dinero, sólo me interesa hacer dinero. Fue un gesto de amabilidad y nada más, así que lo aceptaré y ya.
- Tengo meses tratando de regalarte un mejor teléfono como gesto de amabilidad, tengo más de 15 años conociéndote y no aceptas mi gesto de "amabilidad", debería sentirme ofendida?
- No es eso Lau, lo sabes. Es sólo que no me sentiría bien conmigo misma. Pero sabes de sobra que lo aprecio. Ahí hay un lugar, estacionate para que pueda bajarme de tu finísimo auto. Gracias por traerme, si quieres hacer esto todos los días, aceptaré encantada tu gesto de "amabilidad". -dijo riéndose"-.
Con esto, se despidió y cruzó la calle. Se detuvo un momento ante la impresionante agencia que estaba frente a ella, respiró profundo y siguió su marcha. Se sorprendió al darse cuenta cuánto deseaba ver aquellos ojos azules.
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LEGADO Y PASIÓN.
Teen FictionUna chica en busca de estabilidad entra en un mundo laboral que supera sus expectativas aunque parece sencillo. Pero no sólo encuentra empleo, pues también choca con la historia familiar, y la melancolía de lo que un día fue, la atrapa. Por suerte t...