III.- CONFESIONES

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El día de Elizabeth había pasado con naturalidad. En las ventas le iba extraordinariamente bien, tenía un talento nato para convencer a los clientes. Su carisma hacía parecer que el precio de las mensualidades era algo insignificante para el comprador, por lo que hacía elevar los números de venta de su jefe rápidamente.

Se acercó la hora de comida y Ander aprovechó para invitar a su joven joya a un restaurante cercano. Eli aceptó gustosamente. Cuando estuvieron ahí, la charla fluyó como si se conocieran de años atrás. Hasta que se presentó un silencio incómodo cuando el chico preguntó:

-Y entonces pequeña, tienes novio o algo así? Alguien que ocupe tu tiempo?

Un montón de melancolía asomó los ojos de la pobre chica, pero no se comparó con el nudo en la gargante que se formó y le impidió responder lo demasiado pronto, por lo que no pudo emitir sonido alguno, sólo miró esos ojos azules que la miraban fijamente.

Ander notó el breve instante en que los ojos llorosos de Eli, antes de que ella volteara para

discimularlos, sintió algo de pena por haber realizado la pregunta, como si hubiese abierto una profunda herida, pero también sintió más curiosidad. Aún así se disculpó.

-Oh, lo siento si te incomodé, no fue mi intención. Si es algo privado lo siento, por favor perdóname.

-No, está bien, descuida. No tengo a nadie en ese interés por ahora. Lo tuve hace un tiempo y no terminó bien, no me apetece caer en el mismo agujero de nuevo.

-Si, el amor suele ser decepcionante, pero el sol sale para todos pequeña, algún día abrirás ese corazón tuyo a alguien que lo merezca, y será muy afortunado por tenerte.

A Elizabeth le dió un vuelco al escuchar estas palabras, desde su fracaso amoroso más reciente no creía ser merecedora de ese amor. Había dado todo de ella y le habían pagado terriblemente mal. Jamás lo mostraba a nadie, ni siquiera a su amiga del alma. Pero en el fondo se sentía terriblemente rota. Intentaba apagar sus emociones con la distracción del trabajo, las tareas del hogar, la música, y sobre todo, se escondía siempre tras un libro, o su computadora, donde escribía historias que jamás nadie leería pero soñaba con ser una reconocida escritora. Su diario era su único confidente. Había recibido sus lágrimas cuando caían de su rostro. Había captado los momentos más felices de Eli. Sus días amargos. Los días de ira con todo el mundo. Pero sobre todo, había estado ahí para verla caer cada noche llorando, cuando nadie más lo estaba. Para el mundo entero era un roble, una persona fuerte, de nervios de acero. Siempre parecía darle todo igual. Pero en el fondo, en la soledad de su cuarto y sus pensamientos. era una tortura. Soportaba tanto dolor. Una infancia rota, padres disfuncionales, sólo tenía una amiga, nadie con quién salir, un pequeño gato negro era su única compañía desde hace un año que su madre había fallecido. Y cuando por fin había encontrado el consuelo en alguien, cuando puso su confianza en alguien y le contó sus miedos, éste la rompió desde dentro, como nadie lo había hecho.

Sólo se limitó a contestar un "Sí señor" y en eso llegó un mesero con la cuenta.

Camino a la Agencia, Eli hizo la misma pregunta a Ander. A lo que él respondió un breve:

-Sí, a veces me doy ese lujo de caer en el amor. Pero no esta semana querida.

"Esta semana? Acaso estoy ante un mil amores?" Pensó Eli, pero rápidamente se limitó a decir:

-Claro, si uno no se enamora realmente no hay nada que le impida desprenderse de las personas y reemplazarlas.

Inmediatamente quiso morderse la lengua y deseó no haber dicho aquello. Creyó que había ofendido a su jefe, porque aunque fueran casi de la edad, sus familias se conocieran por generaciones y él le hubiera dado la confianza que le daría a una vieja amiga, seguía siendo su patrón. Y faltarle al respeto era lo que menos deseaba. Cerró instintivamente los ojos de una manera muy fuerte como si haciéndolo pudiera volverse inmediatamente invisible ante Ander. Pero él sólo soltó una carcajada.

-No entro en relaciones románticas Elizabeth. No es mi estilo. Jamás me he enamorado. No me malentiendas, lo he intentado, hay chicas realmente extraordinarias, lo veo. Pero incluso si pongo mi mayor esmero, no, no lo consigo.

Abrió los ojos cuando escuchó aquellas palabras y ver que él lo tomaba como una charla amigable.

- Entonces, cuál es su estilo señor? Sólo pasea o algo así?

-Quizá algún día podría mostrártelo -dijo esto y la piel de Eli se llenó de cierta electricidad por la tensión que se sintió dentro del auto- pero me temo que si lo hago, perdería a mi mejor vendedora y a mi estado de cuenta no le gustaría la idea.

- Quizá señor -respondió instintivamente Eli, pero al instante se encontró preguntándose a sí misma si había dicho esto en cuanto a lo que Ander podría mostrarle o al hecho de que su cartera se vería afectada-.

Ander la miró con unos ojos como si en su mente se estuviese preguntando lo mismo. Pero no dijo nada, sólo le sonrió de una forma provocadora, como invitándola a probar una fruta que definitivamente estaba prohibida, una que la iba a intoxicar, y para la que su sistema no estaba lista, pero aún así, sabía que valdría la pena al final.

Llegaron al estacionamiento de la Agencia y Eli dijo:

-Señor?...

Ander volteó rápidamente ante su llamado. -"Sí Eli?"

-Quizá usted también algún día encontrará alguien que logre hacer que se enamore, y se sentirá orgullosa de tenerle.

Los ojos de Ander se llenaron de ternura, miedo y algo de excitación ante aquellas palabras, pero lo disimuló a la perfección.

-Le ruego al cielo que no -después se alejó sonriendo y entraron-. 

LEGADO Y PASIÓN.Where stories live. Discover now