Capítulo 09 (Edit.)

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→ D A V I D ←


En cuanto llego a mi oficina dejo todo de lado, Camila se ve algo pálida por el susto en el elevador, pero no se queja y simplemente pasa a sentarse en su lugar con la mirada perdida en algún rincón del escritorio frente a ella.

Aprieto los labios antes de cerrar la puerta de mi oficina y me cruzo con la curiosa escena de Matías recostado en uno de los sofás como dueño de casa.

—Baja los pies, ensucias mis muebles —ordeno mientras camino hasta mi escritorio, me quito la chaqueta y la dejo colgando en el respaldo de la silla.

Matías se endereza de inmediato y me mira, se ha despeinado un poco al estar acostado. ¿Cuánto tiempo llevará esperándome?

—¿Y? —pregunta con una sonrisa.

Evidentemente se refiere a si el proyecto le gustó al cliente. Sonrío mientras asiento.

De inmediato se levanta e improvisa un extraño baile de la victoria mientras canturrea alguna melodía de por ahí, y yo reprimo una carcajada. Una vez que se le ha bajado un poco la emoción, procede a sentarse en la silla frente a mí y a acomodar un poco su cabello con los dedos.

—Dame los detalles —pide.

—El proyecto obtuvo el visto bueno por el cliente y por todos los demás, el director felicitó a todo el equipo que trabajó en la idea, te di los créditos, evidentemente. Las producciones empiezan este jueves, mañana tendremos que organizar el cronograma de actividades para entregárselas a los de producción.

Matías sonríe de oreja a oreja, me recuerda al Gato de Cheshire.

—Empezaré a avisar para que empecemos a trabajar en esto desde hoy, así mañana le presentamos el cronograma al Director Ramírez.

Asiento y veo los ojos cafés de Matías brillar como si mil centellas cayesen al mismo tiempo. El cabello castaño le luce un poco despeinado, quizás porque ha estado acostado mientras me esperaba, me causa cierta gracia... Luce desaliñado.

—Hazlo entonces, me ayudarías mucho.

Él asiente antes de alejarse rumbo a la puerta dando brincos de alegría, contengo una carcajada ante eso, parece un niño pequeño al que le han dado el regalo de cumpleaños que tanto pidió.

Me acomodo bien frente al escritorio y me coloco los lentes de lectura antes de desbloquear mi computadora para revisar los correos en mi bandeja de entrada. Hoy vine tarde y pasé directo a la reunión, por lo que no tuve tiempo de hacer esto antes, menos con lo sucedido en el ascensor.

Camila...

Miro hacia la puerta por la que Matías acaba de irse, detrás de ese pedazo de madera se encuentra ella, a unos dos metros de la puerta está su escritorio. Aprieto los labios antes de dirigir la mirada de regreso a la pantalla de mi computadora.

Seguro está bien.

Paso una larga jornada laboral metido en mi oficina dando vueltas de un lado al otro, ahora que la campaña es nuestra debo pasar el borrador de forma oficial para que quede constancia, Nahuel Montenegro deberá volver en uno o dos días a firmar el documento cuando esté listo. Hay tantas cosas por hacer, tanto trabajo por repartir y concluir que ni siquiera me molesto en pedirle a Camila que me traiga café o cualquier otra cosa, simplemente lo hago todo yo mientras que ella no se mueve de su lugar. Tengo la mente ocupada, muy ocupada.

La chica de los sueños locos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora