Extra #3 (Edit.)

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→ S I M Ó N ←

—Deberías dejar de beber —comento cuando se empina la botella, es la tercera que pide desde que vinimos y eso que a penas han pasado veinte minutos.

Baja la botella luego de beber más de la mitad de su contenido y hace una mueca, no sé bien qué le sucede, pero desde hace algunos días está actuando extraño, se ha negado a decirme qué carajo le sucede y hasta estoy considerando escribirle a Austin para preguntar al respecto. No es normal que me invite a salir tan seguido y mucho menos en pleno día de semana. A mí no me da problema porque padezco insomnio, pero él bebe como loco y duerme menos de dos horas, no sé cómo hará para mantenerse despierto en su trabajo.

El silencio me incomoda, así que me aclaro la garganta y analizo el sitio. Estamos en un bar que abrió hace pocas semanas, la música suena a un volumen tolerable y las luces están fijas; no hay de colores ni movibles, gracias a Dios. Hay mesas por todo el lugar donde la gente bebe y conversa con tranquilidad. En la pista bailan un buen par de personas, pero es un sitio tranquilo.

—¿Cómo descubriste este sitio? —pregunto.

—Solo lo vi y decidí entrar.

Su respuesta me hace notar que el alcohol ya se le está subiendo a la cabeza: empieza a sonar borracho, y como para que no, si ya se ha bebido esas tres jodidas botellas de cerveza negra como si fuesen agua.

—¿Y por qué decides invitarme en pleno miércoles? ¿No debes trabajar mañana?

—Sí. —Termina el contenido de la botella y la deja sobre la barra—. Dame otra igual —le dice al barman.

—¿Entonces por qué tomas como si tuvieses el día libre? —Enarco una ceja.

—Porque se me da la gana.

No me convence, joder, esto de verdad me está preocupando. Parece que le hubiesen drenado la vida y las ganas de vivir también, ¿Qué podría haber pasado como para que esté así? Sé que Camila ya no trabaja con él porque hace unas semanas me pasé por su oficina y me encontré a Avril, la rubia que era la dueña original de ese puesto como secretaria.

Mm... Ahora que lo pienso, no he sabido nada de Camila en muchos días, ¿Será que se peleó con David y por eso mi primo toma como si fuese un alcohólico sin responsabilidades?

—¿Y qué hay de Camila? Llevo tiempo sin...

—No vuelvas a decir ese nombre en tu puta vida —me interrumpe abruptamente.

Su tono de voz se eleva y me hace dar un salto sobre el taburete, el rostro se le transforma con una mueca de disgusto y por un momento no entiendo qué carajo le sucede. El barman le deja la botella en frente y él la agarra antes de beber de ella.

—¿Qué? —balbuceo.

Joder, sí parece haber peleado con ella, ¿pero por qué? Para mí es más que obvio que los dos se gustan, mas mi primo es un terco que no lo admite, ¿Será que eso es lo que le molesta? Necesito indagar más.

—¿Te peleaste con ella o...?

—¡Ya! —exclama interrumpiéndome.

La chica de los sueños locos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora